Capítulo 2 - Cuarta parte

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ESCRIBE AIDA


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Lejos del centro hospitalario y toda preocupación que se encuentra en la cabeza de casi todos los pacientes de él, esta Aida bajando del autobús en el que cada día va y viene al hospital desde su pueblo que se encuentra a una hora de camino.

Son las siete de la tarde, el sol le alumbra en la cara y al hacer la típica mueca de alumbramiento total se hace sombra con una mano y continúa su camino.

Cada día a la misma hora en el mismo lugar, eso es lo que le da estabilidad a ella, pero en su mente sólo aparecen flash del fin de semana, tanto descontrol, porros, no estar en casa y sin horarios.


Buscando las llaves antes de llegar a la puerta piensa en si estará sola en casa, o, estará su mama para decirle lo mal que se había portado el fin de semana y repitiéndole el mismo discurso durante dos horas, hasta que ella la mandara a la mierda.

Abre la puerta y, sí, esta sola, al entrar en su cuarto se da cuenta de que no ha hecho la cama, está la ropa patas arriba, y en el comedor el bocadillo que no se ha comido para desayuno.

Pero en sus ojos no esta nada desordenado, el único problema que tenía era que no estuviese su mama y ahora el problema que tiene es aquella noche que pasó con el chico que la maltrata.


Y decide escribir:

Hijo de la gran puta, me tapaste los ojos con aquella forma de hacerme sentir querida tan invisible. Ni ciega, ni tonta, ni frágil, ni impotente ni inútil, no; inteligente, habladora, atractiva y poderosa.

Su forma de fallarme era follarme, toda, incluso lo infollable para algunas personas; la mente.

No quiero verte, aunque me muero por ver tus ganas de hacerlo, y que te arrastres, y que me lo digas. Pero lo siento, esta y las próximas y todas las veces será que no, ha llegado el fin.

Ahora yo soy la que importo, lo siento, no por lo que te he hecho, porque no te he hecho nada más que decirte todo, sino porque me has perdido, eso es lo que siento, siento tu gran pérdida.


Maldito cabrón, te lo mereces todo. Espero que te vaya bien.

Aquí me tienes para cuando intentes volver.

Aquí estaré para negarte tu regreso.

Atentamente, la persona de la que jamas se va a librar tu mente.

AbismosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora