Capítulo 21

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Llevaba una semana sin soñar, físicamente estaba mejor que nunca, hacía mucho que no descansaba tan profundamente, pero mentalmente estaba destrozada. Se había enamorado de un sueño, pero aunque sabía que era eso un sueño creado por su imaginación, le costaba mucho aceptar que era una ilusión, que Malcom no existía, y pensaba seriamente que si no lo aceptaba se volvería loca, una loca que no tenía a nadie para que la ayudara, porque nunca le había contado a nadie su otra vida, la vida en sus sueños.

Su vida en la realidad se había ido encauzando, se había apuntado a un gimnasio para dar clases de defensa personal, tenía que agradecérselo a Íngrid, y el susto que le había dado al apuntarla con la espada, y al verse rodeada por sus hombres, había ido a dos entrevistas de trabajo, y había hablado con sus hijos. Sí, sentados los tres habían hablado de las nuevas circunstancias que tenían que enfrentar. Habían hablado de sentimientos, y se habían hecho promesas, estaba muy contenta por esa parte, parecía que se habían dado cuenta que una madre no es un mueble, o un electrodoméstico, usado solo en su beneficio.

A Miguel no lo había vuelto a ver desde que decidieron divorciarse, bueno desde que ella le pidió el divorcio. No había llamado ni una vez, ni siquiera para preguntar por sus hijos. Eso sí dolía. Esperaba que comprendiera que se iba a divorciar de ella, no de sus hijos.
La única comunicación que tuvieron fue un correo electrónico que le mandó para recordarle esa estúpida fiesta a la que había prometido ir para que él ascendiera en su trabajo. Suspiró. ¿Y que se pone una para una fiesta en un castillo en otro país?. Caminó hacia el espejo y se miró. Ahí estaba ella, seguía igual, no había adelgazado ni un gramo, eso no gustaría a Miguel, pero no le importaba no agradarle a él, tenía que gustarse a ella misma, y no sabía porqué, pero se gustaba gracias a Malcom, fuera un sueño o no, le había hecho creer que era hermosa. Y lo era, claro que sí.

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-Ya está amor, podremos estar juntos sin que tengas que ir y venir tantas veces, suspiró la mujer restregando su cuerpo desnudo contra el hombre tumbado con ella en la cama.
El hombre miraba el techo.
-¿No me dices nada?, podremos vivir juntos y ya no tendrás que mentir a nadie.
El hombre miró a la mujer. Era muy hermosa, delgada con las curvas en los sitios apropiados, morena de pelo largo y lustroso, tenía 25 años.
-No hablemos ahora Cristina...me apetece hacer otras cosas, le dijo acariciándola.
- Miguel...
Miguel tenía sus pensamientos en otra parte, en otra mujer. Laura. Lo había dejado. La quería, sí, pero no era buena para su ascensión en la empresa. No pasaba nada, cuando consiguiera todo lo que quería en su trabajo volvería a buscarla. Total, era una mujer de mediana edad y no en su mejor momento, ¿a quien le iba a gustar?, estaría ahí, esperándolo.
Sonrió para sí mismo, tendría todo lo que quería.

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Estaba harta, esa era la cuarta tienda a la que entraba para comprar el maldito vestido para la fiesta. Nada le gustaba. Todo era o muy moderno, o muy clásico, o muy corto, o muy largo, o simplemente no había de su talla. Suspiró. Podía ir en vaqueros ¿no?, entonces sí que le daría una apoplejía a Miguel, se rió para sí. Imagina, pensó, aparezco por la fiesta en vaqueros, con una camiseta, en zapatillas deportivas y sin peinar, ¡sería la sensación del evento!.
Mientras caminaba por una callejuela vió una pequeña tienda de ropa, se acercó al escaparate, y lo vió, ese vestido si que le gustaba, aunque con su suerte no tendrían de su talla. Era sencillo pero sofisticado. Era color gris plata, de tirantes anchos y cuello redondo, tenía bordados negros desde debajo de los pechos a las caderas, el resto era la tela lisa en gris haciendo la forma del cuerpo pero sin estar pegado. En la cintura un sencillo cinturón negro con un adorno de joyería en plata. Le daba un poco de miedo preguntar y llevarse una decepción, pero como había decidido ser fuerte y decidida, empujó la puerta y entró.
La tienda era pequeña, pero estaba llena de perchas con bonitos y originales vestidos. Al fondo una mujer de mediana edad la saludó.
¡Había de su talla!, se probó el vestido que le quedaba como hecho a medida. ¡Ya estaba!, no parecería un espantapájaros para la fiesta.
La señora fue muy amable y le aconsejó con que complementos combinar el vestido.
Estaba eufórica, iba a quedar muy bien con Miguel y él estaría contento y firmaría los papeles, y ella podría comenzar de nuevo. Se entristeció de repente. Una nueva vida sin Malcom.
Salió de nuevo a la calle, y terminó de hacer todas las compras que necesitaba para la fiesta y para el par de días que estarían alojados en el castillo.
Esperaba que estar en Escocia un par de días con sus noches, no la volvieran a hacer soñar. Tenía miedo ¿y si volvía a verlo en sueños?¿cómo soportar verlo con Íngrid?. Sacudió la cabeza ¡no!, no , si pensaba demasiado tendría un ataque de ansiedad. Cada cosa según llegue.

Acababa de acordarse, tenía que recordarle a Miguel que tenía que pedir habitaciones separadas. Y echó a caminar hacia casa con la cabeza llena de planes para no dejar espacio que ocupara Malcom.

En Mis Sueños (Historia Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora