Capítulo 22

3K 448 13
                                    

Le daba miedo viajar en avión. Sabía que era más peligroso el despegue que el aterrizaje, pero solo el pensar que iba bajando y que podía estrellarse la dejaba paralizada. Miguel estaba a su lado leyendo el periódico, apenas habían cruzado un par de palabras desde que salieron del aeropuerto.
Ya se veía Edimburgo, se sentía emocionada, no por la fiesta en sí, si no por el lugar dónde se encontraba, esperaba hacer un poco de turismo, preferiblemente sin Miguel. Le notaba raro, condescendiente con ella, como si supiera algo que ella no sabía, la ponía nerviosa. Solo eran un par de días, y estaba deseando ver el castillo donde iban a alojarse, ese era el país de sus novelas románticas preferidas, de los Highlanders, esperaba de verdad no soñar con su guerrero, quería estar tranquila y disfrutar.

Miguel se ocupó de todos los trámites en el aeropuerto, se notaba que tenía experiencia después de tantos años viajando, además su inglés era muy bueno, lo que no se podía decir del de Laura, que estaba bastante oxidado.
Cogieron un coche de alquiler para dirigirse al castillo de su cliente.
Era un pueblo pequeño y pintoresco, con suaves colinas, fueron serpenteando con el coche por estrechas carreteras hasta que vislumbraron un enorme y resplandeciente castillo. Era magnífico, totalmente restaurado y rodeado de enormes parterres de flores. ¡Que ilusión!, ¡tenía puente levadizo y rastrillo!.
Cruzaron al interior con el coche, y aparcaron en lo que parecía un patio de armas, Laura suponía que todos los castillos medievales de la zona serían semejantes, porque ese castillo estaba distribuido como el de Raven.

Salió a recibirlos un hombre mayor vestido con el traje tradicional escocés, y les condujo a través de varios pasillos hasta su habitación. Miguel entró con ella en el cuarto y cerró la puerta.

-Bueno, hemos llegado, le dijo a Laura, esto...ehh...ha habido una pequeña confusión y no tenemos cuartos separados.
-Confusión, ya...le dijo Laura cruzando los brazos. No será más bien que no quieres que tu cliente sepa que vas a divorciarte, me dijiste que era tradicional...
-Bueno...esto...tartamudeó Miguel, esta bien...tienes razón, no quiero que lo sepa por ahora.
Laura lo miró con el ceño fruncido.
-Pues no se que esperabas tu pero a mi parecer tienes dos opciones, una alfombra bien mullida en el suelo, o ese estupendo sofá, pero no compartiré la cama contigo, aunque sepa que no me tocarás un pelo.
-No te preocupes, le dijo, se de alguien que me aceptará en su cama esta noche, no había pensado pasarla contigo. Le dijo con voz burlona.
Laura puso los brazos en jarras.
-Desde luego no te conozco Miguel, sí, vete con ella. Solo te pido que no me avergüences delante de los demás. Ya es bastante malo saber que la has preferido a ella, como para que encima me tengan lástima los demás.
Miguel frunció el ceño.
- Me voy a por las maletas. Le dijo él alejándose.

Laura se dejó caer en la cama. Le dolía el desprecio de Miguel, había sido toda una vida juntos, y aunque ya no lo quería, le dolía el poco respeto que tenía con sus sentimientos. A nadie le gusta saber que su marido esta con otra. Bueno, ella también era culpable, había estado en sueños muchas veces con Malcom. Debía ser justa.
Se acercó a la ventana y la abrió para dejar entrar la fresca brisa marina, cerró los ojos y aspiró profundamente, olía como en sus sueños.

Habían llegado pronto, una doncella tocó a la puerta para decirle que la comida sería a partir de las 12:30, sería un buffet frío, y los invitados podrían comer a la hora que quisieran. La comida no sería formal, lo sería la cena de esa noche, que sería a las 20h., y donde los saludaría el anfitrión.
Laura decidió dar una vuelta por el castillo, iba vestida con ropa cómoda, esperaba no encontrarse con ningún invitado snob.
Según iba paseando por las galerías, más segura estaba de que todos los castillos debían ser semejantes, solo que en este todo estaba renovado, bien iluminado, y todos los detalles cuidados con esmero, incluso tenía la cesta con espadas y dagas, en este caso brillantes y bien pulidas como en las que se había caído Horag. Una lágrima cayó por su mejilla. Era muy difícil. Los echaba mucho de menos. Aunque no existieran realmente.

Salió al exterior, y comenzó a pasear hacia la costa. Estaba a borde de un acantilado, disfrutando de la maravillosa vista, con el viento empujándola hacia atrás, y tirándole de pelo. Le encantaba. A lo lejos se oían las gaviotas, y un perro. Miró hacia abajo, hacia la playa. Un niño corría persiguiendo a un perro que ladraba a las olas e intentaba esquivarlas.
Laura sonrió, esa era la mejor época de la vida. Cuando eres niño tienes una felicidad despreocupada, luego creces....suspiró.
De repente su corazón comenzó a bombear más rápido...no, no,...con el niño había un hombre, por un momento le había parecido Malcom,¡imposible!, trató de respirar más despacio mientras lo observaba.
Era un hombre grande, de pelo rubio corto, no podía verle la cara porque estaba muy lejos, pero tenía un cuerpo de gimnasio, y ....¡basta! se dijo, es un hombre y ya esta...no todos los hombres grandes y rubios son Malcom.
Es por estar aquí, en esta tierra que es como tu paraíso. Te afecta. Relájate Laura, se dijo a sí misma.

Volvió poco a poco al castillo, miró su muñeca y el reloj le indicó que eran las 13h. se pasaría por el buffet, si no había nadie comería así mismo, como iba vestida, sino tendría que subir a cambiarse.

El buffet estaba desierto, había varias mesas cubiertas con bandejas de comida y bebida, y varios camareros pululaban por aquí y por allá. Laura cogió un plato y lo llenó con varios tipos de canapés, carnes frías, y otro con fruta y una bebida dietética. Miró a su alrededor y vió una mesa un poco alejada y escondida entre plantas que le dejaba ver el paisaje espectacular a los pies del castillo, ya que la mesa estaba situado contra una barandilla de piedra. Se sentó a comer tranquilamente, no sabía por dónde andaría Miguel, pero tampoco le importaba.
Mientras saboreaba uno de los canapés lo vió. Miguel estaba unos metros por debajo de donde ella estaba sentada, hablando con una joven morena y por como movían  los brazos ambos, parecía que estaban discutiendo.
Ella siguió saboreando su comida cuando notó algo húmedo en el tobillo, al mirar hacia abajo vió al perro que había visto en la playa. Estaba mojado y lleno de arena, pero era un perro muy gracioso, estaba mirándola fíjamente y le lamía la pierna de vez en cuando.
Se inclinó para acariciarlo y darle un trocito de carne fria

- Si le das comida no se despegará de ti, le dijo una voz infantil.
Laura se incorporó un poco hasta que sus ojos quedaron a la altura de los del niño.
- Hola, soy Laura, tu perro es muy simpático, le dijo mientras acariciaba al can.
- Se llama Tritón, y siempre esta mojado y lleno de arena, le encanta la playa, yo soy Marc, le dijo tendiéndole la mano.

Era un niño muy guapo, muy rubio y con unos ojos grises preciosos.

- ¿Eres una invitada?....le has gustado a mi perro, ¿sabes? si quieres podemos pasear con él por la playa.
- Si, claro, será más divertido que comer aquí sola. Vamos, le dijo levantándose. ¿Habeis comido?.
El niño negó con la cabeza.
-¿Que te parece si hacemos un picnic? Podemos coger comida y comerla en la playa.

Marc asintió alegremente y Tritón comenzó a ladrar.
Laura y el niño hicieron acopio de comida dentro de uno de los manteles y en varias servilletas, y se dirigieron alegremente a la playa.

Ninguno vió al hombre que los miraba atentamente desde uno de los torreones.

En Mis Sueños (Historia Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora