Capítulo 2

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Estaba ante ella, el corazón le latía a mil por hora.

- Eh...hola..no hace falta que me apuntes con eso. Soy inofensiva. Laura tragó saliva varias veces, y estampó una sonrisa vacilante en su rostro.
- ¿Ah sí?, ¿y eso como lo se yo?, creo que estas loca, y los locos son peligrosos. La joven pelirroja frunció en entrecejo y levantó el arco para apuntar mejor.
- ¿Loca yo?, que va...
- Pues lo parecías agitando los brazos, corriendo y chillando.
- ¿Es que no ves que se te quema la casa?, y estamos aquí conversando, te sale humo del tejado. Laura apuntó con su dedo tembloroso hacia arriba.
- Definitivamente estas loca.
- Te juro que no quiero hacerte nada malo, baja esa flecha por favor, y vamos dentro a sofocar el incendio.

La mujer la miró con cara de pocos amigos, pero fue bajando el arco lentamente.
-Puedes pasar, pero te estaré vigilando, y no hay ningún incendio.

Laura comenzó a caminar lentamente hacia la chica, que tenía agarrada la cortina que hacía de puerta de su casa. Cuando atravesó el umbral, no primero que notó fue un fuerte olor a humo, que hizo que le picaran los ojos.
- Ves, ves, ¡se te quema la casa!, giró en redondo para hablarle a la chica.
-¡ Mujer!, quieres dejar de decir tonterías y sentarte en el hogar, madre que loca estás, ¿como Calientas tu casa?
-¿Qué?, dijo Laura, ajustó sus ojos a la penumbra y el humo, y se dio cuenta de lo que pasaba.

La casa-cabaña-cuchitril era un espacio único circular, y en medio de la estancia había una hoguera, a su lado un niño de unos 7 años la alimentaba echándole lo que parecía carbón y madera. De la hoguera salía una gran cantidad de humo que se elevaba por un agujero en la parte superior de la cabaña, pero como la cantidad de humo era muy grande, este se quedaba flotando por encima de sus cabezas.
La cabaña tenía un camastro al fondo cubierto de pieles y un baúl. A la derecha una gran mesa con unos tocones de madera a modo de silla. A la izquierda unos soportes aguantaban el peso de varias armas y de un ave que parecía que estaba disecada.
Laura miró hacia el humo del techo y se sorprendió de que colgaran diferentes tipos de pescado y de carnes, así como muchas hiervas.
El niño tosió y Laura dirigió su mirada hacia él, ¡vaya!, era un chico muy guapo, pero no se parecía en nada a su madre, él era muy moreno, de piel aceitunada y creía que unos enormes ojos negros, aunque con la oscuridad del lugar, lo mismo eran de otro color.

-Ay lo siento, dijo compungida, de verdad que venía corriendo a ayudaros, pero veo que me he equivocado, ¿es normal que haya tanto humo?.
-Normalmente no pero hoy Morlac ha recogido madera un poco húmeda, y bueno ya lo has visto.
Laura se acercó al niño tendiéndole la mano
- Hola Morlac, soy Laura. El niño miró su mano extendida como si fuera un bicho asqueroso y asintió con la cabeza pero sin tocarla. Laura se encogió de hombros y se giró  con la mano extendida para presentarse a la joven.
-Hola soy Laura ¿y tu eres?...
La chica miró su mano, su cara y otra vez su mano.
-Soy Tekel. Pero no hizo ademán de cogerle la mano.
- De donde yo vengo la gente se da la mano por educación al conocerse, como signo de confianza.
- Cuando confíe en ti te daré la mano, y sin más se dio media vuelta y salió fuera.
-Vaya...dijo Laura, y echando un vistazo a Morlac, siguió a Tekel.

Al salir la recibió un soplo de aire puro que la hizo tambalearse, respiró profundamente el aire limpio, y pensó que era fantástico poder respirar sin llorar por el humo.
-¡¡Tekel!!, ¡¡oye!!, ¿podemos hablar un momento?
Tekel caminaba a paso rápido hacia la parte trasera de la casa, donde había una especie de huerto con una pinta realmente desastrosa.
-¿Que quieres?
- Me gustaría algo de información, ¿sabes como se llama el lugar donde estamos?
Tekel la miró como si estuviera como una cabra.
-¿No sabes dónde estás?...estás en las tierras de los McGoal, su castillo está cruzando este bosquecillo, y en su linde está el pueblo, si vas allí te informarán de todo.
-Bueno, ya que estoy aquí no podrías hablar conmigo un rato.
Tekel la miró muy seria y Laura por fin vio el color de sus ojos, de un verde esmeralda espectacular. Lo cierto es que Tekel era de una belleza despampanante. ¿Que haría allí sola con un niño pequeño?, lo normal sería que viviera en el pueblo, ya le preguntaría, aunque ahora no era el momento.
-No deberías estar aquí hablando conmigo, es mejor que te vayas.
-No te molestaré, estaré aquí sentada mirando como arreglas tu huerto.
Tekel la miró fíjamente  y cogió la hazada para excavar y arrancar las malas hiervas.
Durante un rato ambas estuvieron calladas, pero la cabeza de Laura estaba llena de preguntas, y al final una le explotó en la boca.
-¿Cuantos años tienes?
Tekel siguió con el huerto ignorándola.
-Yo cumplo en Septiembre 32 años,  dentro de poco una cuarentona, ¡que horrible!, pero bueno...de que me de cuenta tendré descuentos para coger el autobús, y ayudas sociales por no trabajar, algunas empresas tienen ayudas si contratan a mujeres de mi avanzada edad...Laura se dio cuenta de que estaba parloteando en voz alta otra vez, y de que Tekel había dejado de trabajar y la miraba fíjamente.
-¿De donde vienes tu?- Le preguntó-, hablas de una forma muy extraña y dices cosas raras.
-Yo pregunté primero, dijo Laura cruzando los brazos.
-Tengo 29 primaveras, y ahora contesta.
Laura estuvo unos minutos pensando como explicarle que ella pertenecía a su sueño, que no era real. Pero decidió no decir nada.
- Vengo de una tierra muy lejana al otro lado del mar. Pero ahora me gustaría conocer tu tierra.
Laura se levantó del tronco donde estaba sentada y sacudiéndose su horroroso vestido comenzó a alejarse de Tekel. Mientras caminaba le dijo por encima del hombro:
-Tekel seremos buenas amigas, vendré a visitarte.
Y agitando la mano se dirigió hacia el bosquecillo.

En Mis Sueños (Historia Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora