Capitulo 60

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—Shh... —Le desplazó el otro tobillo para que mantuviera las piernas separadas y le apretó las rodillas sobre la tela del chándal. —¿Te ha dolido algo últimamente?
«¿Le había dolido algo?»
—Creo que no.
Rubén le subió la parte superior del chándal y le tocó un pecho.
—¿Sientes algo aquí?
—No.
Le rozó el pezón con los dedos y, aunque su toque pareció impersonal, ______(tn) entrecerró los ojos con suspicacia. Luego se relajó al notar la intensa concentración en la cara de Rubén. Estaba portándose como todo un profesional; no había indicio de lujuria en lo que estaba haciendo. Le tocó el otro pecho.
—¿Y aquí? —preguntó.
—No.
Rubén bajó la parte superior del chándal, cubriéndola con modestia, y ella se sintió avergonzada por haber dudado de él. Parecía preocupado.
—Me temo que...
—¿Qué?
Cubrió la mano de ______(tn) con la suya y le dio una palmadita consoladora.
—______(tn), yo no soy ginecólogo, y normalmente no haría esto, pero me gustaría examinarte. ¿Te importaría?
—¿Si me importaría...? —_______(tn) vaciló. —Bueno, no, supongo que no. Es decir, estamos casados y ya me has visto... pero ¿qué tienes que hacer? ¿Crees que me pasa algo?
—Estoy prácticamente seguro de que no es nada, pero los problemas glandulares pueden complicarse y sólo quiero asegurarme de que no es así. —Rubén deslizó los pulgares hasta la cinturilla de los pantalones de ______(tn).
Ella levantó las caderas y dejó que se los quitara junto con las bragas. Cuando él tiró la ropa al suelo, las sospechas de ______(tn) regresaron de nuevo, pero las ignoró cuando se dio cuenta de que él no estaba mirándola. Parecía distraído, como si estuviera ensimismado. ¿Y si en realidad tenía una enfermedad rara y él estaba pensando la mejor manera de decírselo?
—¿Prefieres que te cubra con la sábana? —preguntó él. A la joven le ardieron las mejillas.
—Er..., esto... No es necesario. Es decir, dadas las circunstancias...
—Vale. Entonces... —Le apretó con suavidad sus rodillas. —Dime si te duele.
No le dolió. Ni un poquito. Mientras la examinaba, a ______(tn) se le cerraron los ojos y comenzó a flotar. Rubén tenía un toque de lo más asombroso. Controlado. Exquisito. Un roce aquí. Otro allá. Era delicioso. Esos dedos dejaron un rastro suave y húmedo. Su boca... ¡Era su boca!
_____(tn) levantó de golpe la cabeza de la almohada.
—¡Eres un pervertido! —chilló ella tratando de levantarse.
Él soltó una risotada y la inmovilizó, agarrándola con firmeza.
—¡No eres médico!
—¡Ya te lo había dicho! Eres muy ingenua. —Rubén se rio más fuerte. Ella intentó soltarse de nuevo y él la sujetó con una mano mientras se bajaba la cremallera con la otra. —Pequeña farsante, has intentado engañarme con una falsa infección de oídos.
______(tn) entornó los ojos cuando él se bajó los vaqueros.
—¿Qué estás haciendo?
—Sólo hay una cura para lo que te pasa, cariño. Y yo soy el único hombre que puede proporcionártela.
Los ojos de Rubén chispearon de risa y pareció tan satisfecho de sí mismo que la irritación de ______(tn) se aplacó y le resultó difícil mantener el ceño fruncido.
—¡Me las pagarás!
—No hasta que me cobre la consulta. —Los vaqueros de Rubén cayeron al suelo en un suave susurro junto con los calzoncillos.
Con una amplia y lobuna sonrisa, cubrió el cuerpo de _____(tn) con el suyo y entró en ella con un suave envite.
—¡Degenerado! Eres un horrible..., ahh..., un horrible... Mmm...
Rubén esbozó una sonrisa de oreja a oreja.
—¿Decías?
______(tn) luchó contra la creciente excitación que la inundaba, decidida a no ceder a él con demasiada facilidad.
—¡Creí que me pasaba algo! Y... y durante todo ese tiempo estabas... ahhh... ¡estabas buscando un polvo!
—Ese lenguaje...
Ella gimió y apresó las caderas de Rubén entre las manos.
—Y lo dice alguien que ha violado el juramento hipocrático...
Él soltó una carcajada que envió vibraciones de placer al interior de la joven. Cuando ______(tn) le miró a los ojos, vio que el desconocido tenso y peligroso con quien se había casado había desaparecido.
En su lugar había un hombre que no había visto nunca: joven, alegre y despreocupado. A ______(tn) le dio un vuelco el corazón. Se le empañaron los ojos. Rubén le mordisqueó el labio inferior.
—Oh, Rubén ...
—Calla, amor. Cállate y deja que te ame.
Dijo las palabras con el ritmo que marcaban sus embestidas. Ella le respondió y se unió a él con los ojos llenos de lágrimas.
En un par de horas tendrían que enfrentarse en la pista, pero por ahora no había peligro, sólo el placer que atravesaba sus cuerpos, inundaba sus corazones y estallaba en un manto de estrellas. Un rato después, cuando ______(tn) estaba en el cuarto de baño aplicándose el maquillaje para la función, la sensación de bienestar se evaporó.
No importaba lo que ella quisiera creer, no habría verdadera intimidad entre ellos si Rubén guardaba tantos secretos.
—¿Quieres tomar un café antes de que salgamos a mojarnos? —gritó él.
_____(tn) guardó el lápiz de labios y salió del cuarto de baño. Rubén estaba apoyado en el mostrador con sólo los vaqueros y una toalla amarilla colgando del cuello. Ella metió las manos en los bolsillos del albornoz.
—Lo que quiero es que te sientes y me digas a qué te dedicas cuando no viajas con el circo.
—¿Ya estamos con eso otra vez?
—Más bien seguimos con ello. Ya basta, Rubén. Quiero saberlo.
—Si es por lo que acabo de hacer...
—Eso ha sido una tontería. Pero no quiero más misterios. Si no eres médico ni veterinario, dime, ¿qué tipo de doctor eres?
—Puede que sea dentista.
Rubén parecía tan esperanzado que _____(tn) casi sonrió.
—No eres dentista. Ni siquiera utilizas la seda dental todos los días.
—Sí que lo hago.
—Mentiroso, como mucho cada dos días. Y, definitivamente, no eres psiquiatra, aunque estás neuróticamente perdido.
Él cogió la taza de café del mostrador y se quedó mirando el contenido.
—Soy profesor universitario, ______(tn).
—¿Que eres qué?
Rubén la miró.
—Soy profesor de historia del arte en una pequeña universidad privada de Connecticut.
Ahora mismo he cogido una excedencia. ______(tn) se había imaginado muchas cosas, pero no ésa. Aunque, si lo pensaba bien, tampoco debería asombrarse tanto. Él había dejado caer pistas sutiles. Recordó que Heather le había dicho que Rubén la había llevado a una exposición y le había comentado los cuadros.
Y había muchas revistas de arte en la caravana, aunque ella había pensado que se las habían dejado los anteriores inquilinos. Además, estaban las numerosas referencias que Rubén había hecho a pinturas famosas. Se acercó a él.
—¿Y por qué tanto misterio?
Rubén se encogió de hombros y tomó un sorbo de café.
—A ver si lo adivino. Es por el mismo motivo por el que usamos esta caravana, ¿no? ¿La misma razón por la que escogiste vivir en el circo en vez de otro sitio? Sabías que estaría más cómoda con un profesor universitario que con Rubén el Cosaco, y no querías que estuviese a gusto.
—Quería que te dieras cuenta de lo diferentes que somos. Trabajo en un circo, ______(tn) Rubén el Cosaco es una parte muy importante de mi vida.
—Pero también eres profesor universitario.
—En una universidad pequeña.

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