Cap 11: Distancia

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Miércoles por la mañana, todos los alumnos con increíbles expresiones de sueño, nadie prestaba atención a la clase, ni siquiera Peridot, que estaba muy entretenida enterrándole un lápiz a una goma lila que tenía, con una gran sonrisa plasmada en el rostro, se veía como una rara. Lapis solo miraba con curiosidad mientras apoyaba su cabeza en la mesa que tiritaba cada vez que el lápiz golpeaba la goma.

– ¡Hasta cuando! ¡Para eso! Me duele la cabeza, mira como la tienes toda destruida. – reclamó tomando su brazo derecho deteniendo el golpe, la rubia entrecerró los ojos frunciendo el ceño y se echó en la silla, jugando con el balance.

– La odio, no pienso volver a hablarle ¡NUNCA! – tomó su cabeza con ambas manos, entrelazando su cabello con brusquedad, después de aquel impulso soltó su cabeza y se dejó caer en la mesa, una expresión de decepción bastante notoria en su rostro mientras miraba al frente, dos puestos adelante exactamente. – Sólo mírala Lapis, haciéndole ojitos como si nunca hubiesen discutido o hablado mal de la otra. Además, ¿CÓMO PUEDE CAMBIAR DE PARECER TAN RÁPIDO? Si solo hace una semana... Seguro Perla debe estar necesitada porque Rose ya no le pone ni un poco de atención. – suspiró bastante pesado y golpeó su cabeza. – No puedo dejar de pensarlo – Lapis rodó los ojos y preguntó con intriga.

– ¿Amatista? ¿Por qué te molestas tanto? Si a ti no te gusta ella, digo. Ahora puedes ser un poco más libre, ya que no va a estar insistiendo con eso. – Peridot miró con molestia hacia Lapis y con desgano pasó su mano por la cara, aprovechando de tirar su cabello hacia atrás.

– Es que es complicado, es que no sé, Amatista es... tan – hizo una pausa sólo para suspirar con lentitud – ¡ESE NO ES EL PUNTO! Amatista parece haberme cambiado de un día para otro ¡Y! por Perlita perfecta, la amante del jabón, seamos sinceros, no se soportarían más de un mes. Además ella sabe lo mucho que la detesto, ahora empezaba a llevarme mejor ¡pero después de esto! Es imperdonable. Es peor cuando estaba considerando la idea de... Soy una tonta. – Lapis miró con asombro a Peridot y ladeó la cabeza.

– ¡No me digas que...! Bueno, no sabes lo que tienes hasta que lo pierdes. – sonrió con un poco de nostalgia. Peridot miraba fijamente hacia adelante, con la cara roja, no se sabía si de enojo o vergüenza, quizás ambas. Hasta que Amatista giró su cabeza, haciendo contacto visual, Peridot dio un salto hacia atrás y casi se cae con la silla si no fuera porque Lapis alcanzó a predecir el movimiento, tomando la silla desde atrás y volviéndola a enderezar, Peridot la observó con impresión, luego se fijó en Amatista otra vez, quién la seguía mirando, de pronto ondeó la mano, saludando, pero no hubo respuesta de Peridot más que un gesto de disgusto que alertó a la joven de ojos lavanda.

Corrió hacia el puesto de Peridot sin ni una preocupación, tocó su hombro en busca de atención.

– Hola Peri, ¿Qué tal? Desde el viernes que no hablamos – rió un tanto bajo y se apoyó en su hombro, revolviéndole el cabello, Peridot no quería responder, sin embargo quitó la mano de su cabello con violencia. Amatista se asustó un poco y miraba a Lapis en busca de respuestas, Lapis sólo gesticuló subiendo los hombros para indicar que no sabía, aunque fuese mentira. Amatista siguió intentando hablarle, intentó varias veces, algunas con sumo cuidado y otras en forma de broma, hasta que Peridot no pudo aguantar.

– ¡NO QUIERO HABLARTE! ¿¡En serio creíste que no me daría cuenta!? ¡Eres una tonta! –

– Ahgt... ¿eras tú verdad? Sí, creí haber visto a alguien. ¿Podemos hablar de esto después de esta clase? – respondió Amatista un poco preocupada, Peridot gruñó y asintió molesta con la cabeza.

La clase pasó y Peridot no daba señales de vida, había estado mirando la pizarra por más de media hora incluso si el profesor no estaba haciendo algo allí. Tocó la campana, Lapis miró con curiosidad y al ver a Amatista acercarse se levantó de su puesto, aquella baja joven le tocó el hombro en forma de agradecimiento, Lapis se retiró de la sala, específicamente a fumar en el baño, no era gran fan del cigarro pero a veces le venían grandes ganas de sentir el humo en su boca aunque sabía que afectaba negativamente su salud.

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