Cap VII: Vulnerable

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En cuanto escuchó aquel ruido sintió un trozo de vidrio rozar su mejilla y otros fragmentos caer en su colchón, el mundo se paró en esa instancia. Levantarse de la cama no fue algo difícil para ella, más bien fue parte de un instinto. Alzó la vista, su ventana estaba rota con un agujero justo en medio, estaba asustada no podía negarlo, comenzó a caminar y sintió su pie chocar con algo, una roca, después se dio cuenta que el piso estaba lleno de vidrios y agradeció haberse dormido con calcetines.

En la puerta de su habitación se escucharon dos golpeteos leves y seguido se abrió la puerta fuertemente casi de golpe, Peridot redirigió su mirada, su madre miraba histérica y su padre parecía haberle sorprendido lo rápido que Esmeralda había abierto la puerta.

– ¡Peridot! ¿Estás bien? De abajo se escuchó vidrio creí que nos habían entrado a robar o te habían hecho algo, casi muero. – exclamó Esmeralda con un tono de preocupación mientras Citrino miraba el piso.

– Esta lleno de vidrio, debemos reemplazar la ventana. – dijo mientras examinaba la piedra, Peridot se la arrebató de las manos ya que le pareció haber visto algo escrito en ella. ''Tu sabes lo que quiero, más te vale dármelo'' otra vez esa incomodidad, ese miedo que invadía poco a poco, una vez lo leyó en voz alta sus padres quedaron aterrorizados y Esmeralda se asomó por la ventana buscando a alguien, una silueta inmóvil que la miraba fijo fue suficiente para hacerla chillar.

– Hay alguien... afuera – Peridot abrió ambos ojos con fuerza, sus pupilas se contrajeron y corrió hacia las escaleras bajando con un bate de béisbol de colección en las manos, su padre que era mucho más discreto bajó con cuidado y muy despacio las escaleras mientras la mujer había quedado en un extraño trance. A Peridot le faltaba poco para llegar a la puerta de la cocina, la salida al patio, pero casi tropieza cuando alguien tomó de su brazo jalándola hacia atrás.

– No... sht. – Se miraron directo a los ojos y Peridot se calmó, solo era Cyprine. Agradecía que él siempre cuidara de ella. Abrió la puerta con delicadeza, e inspeccionó el lugar, no había nadie.

– No hay nadie afuera, ya se fue. – Todos en la habitación quedaron con una expresión de intriga, y un poco más de calma.

– Peridot, duerme en la habitación de Jade y tú no vuelvas a hacer eso – la respuesta del joven a la advertencia de Citrino fue con un seguro ''¿Crees que no sé golpear?'', ambos rieron mientras lo apegaba a su pecho y caminaban juntos a su habitación, Peridot miraba con felicidad la situación mientras subía a la habitación de su hermana que se encontraba ausente.

Todo estaba ordenado en esa habitación, cuadernos en perfecto estado y una tonelada de trofeos de béisbol, hockey y natación. En las paredes estaban pegados las miles de cartas de feliz cumpleaños de sus amigos, había desde los 13 hasta los 16 que tenía ahora y una que otra carta de amor de su novio. A Peridot le frustraba que incluso siendo un año mayor que ella fuera mucho menos que su ''hermana'' menor. Peridot cumpliría 17 años en poco tiempo y parecía demasiado inmadura para esto, y lo era, todo esto era mucho.

Se recostó en la cama para poder dormir, las sábanas eran frías y estaban limpias, cayó dormida en seguida.

Despertó un poco mareada, no sabía la hora, fue a su habitación buscando su celular. Al abrir la puerta entró un frío paralizante que venía de la ventana, parecía un cuento de terror al estar todo tan silencioso y oscuro, por lo que prendió la luz. Tomó su celular del velador y vio la hora, 6:15 de la mañana, prefirió levantarse antes que volverse a dormir, sacó en seguida su ropa de la habitación.

Fue a ducharse, se vistió, bajó a tomar desayuno sola, quizás no tan sola porque mientras tomaba leche recién calentada escuchó una llave encajar en la puerta, el sonido del llavero chocando con la puerta alertaba a Peridot, sin embargo sabía quién podía ser.

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