Cap 14: Lo que sé yo

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A mitad del recreo en un viernes 2 de Junio, una gran multitud de estudiantes se acumulaba en las puertas del colegio, miraban curiosos y con miedo, la policía estaba afuera y un tipo, de apariencia adulta y amargada gritaba eufórico, con una pistola en cada mano apuntándole a los policías con las manos tiritando y una voz desgastada, mientras que ambos policías intentaban razonar con el sujeto y ahí mismo estaba Peridot en una esquina detrás de ambos policías mientras que Lapis veía con desesperación atrás de la ventana de la rectoría al lado de la directora que no dejaba de hablar por teléfono con un tono preocupante, caminaba en una dirección y luego volvía a su lugar, a veces hablaba desesperada y otras veces con un increíble tono comprensivo, cortaba y volvía a llamar.

– ¡ESA NIÑA PODRÍA JODERNOS A TODOS! ¡Sólo entrega el puto código y serás libre! –

– Ha de estar drogado, ¡No sé de qué habla! – explicaba Peridot con extraña tranquilidad a los policías que intentaban calmar al hombre.

Y aunque estuvieron bastante tiempo intentando razonar, nunca llegaron a un acuerdo y Peridot erróneamente dijo una frase que podría provocar la violencia en cualquier persona, un disparo y un vidrio roto, falló. El auto había recibido el impacto de bala y tal distracción le dio el pase a uno de los policías para disparar en una pierna del hombre y su brazo, con fines de que este no pudiese ni disparar ni caminar, una de las autoridades, un poco más ágil que el otro pasó por atrás de él y antes que intentase levantarse o disparar de nuevo le tomó de ambos brazos y con las esposas en la boca esperaba a que su compañero le ayudase, después de intentos de forcejeo entre ambas partes logró inmovilizarlo por completo y acabar su labor, era un lugar difícil de manejar, por lo que tuvieron que recurrir a esa medida tan drástica como el herir, principalmente porque era un establecimiento educacional, con montones de niños curiosos y mirando por la puerta como si fuera una película de acción y que no les pasaría nada.

Avisaron por un tipo de radio y tiraron al hombre en la parte trasera, uno de los policías se subió y el otro se mantenía abajo intentando hablar con la directora del colegio que agradecía exageradamente y con lágrimas en los ojos, Peridot entraba a la rectoría, temblorosa e intentando caminar sin caer, la tensión le había provocado mareo, Lapis corrió a abrazarla.

– Creí que ibas a morir. ¡Mierda! Hubieras corrido cuando te dije. –

– No hubiese valido la pena, el tipo me estaba buscando a mí, de hecho, hubiese sido peor, me seguiría hasta adentro y hay niños allí –

Lapis suspiró y la soltó con respiración pesada y ojos rojos, aunque no quería llorar, se notaba a leguas que estuvo a punto.

– ¿Me puedes explicar qué pasa? – propuso Lapis con la mirada perdida, mirando a una dirección completamente diferente, intentando pensar y conectar todo, aunque tenía muy poca información.

– ¿De qué hablas? El tipo estaba completamente ebrio o algo. –

– ¡Ya no me mientas! ¿Crees que soy estúpida? ''Ay, es que me caí'' – remedó – He visto mucha gente ebria y ese tipo no estaba ebrio. Si te hubieses caído tus pies hubiesen salido más lastimados que tus brazos, es tonto. ¿Qué es esa cosa del código de no sé qué? –

Peridot se tomó la cabeza con ambas manos y quedó en silencio, tomaba su cabello con cierta brusquedad. Y de la nada se quitó ambas manos y salió de la habitación sin emitir ningún ruido y sin dar ni una explicación, Lapis no se quedaría cruzada de brazos, su compañera estuvo cara a cara con un tipo armado, gracias a cierta conversación, se supo el verdadero propósito del hombre era tomarla en cuanto saliese de clases, pero una profesora lo vio y entró en pánico, coincidentemente Peridot estaba entrando recientemente, lo que le dio tiempo para amenazarla con el arma mientras todo el resto corría.

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