O al menos ese era su objetivo.
Salieron del establecimiento junto a la masa de estudiantes apresurados por el día libre extra, usualmente habían inspectores revisando la salida de los estudiantes, puesto que una vez un niño pequeño quedó en el hospital al caer y ser pisado por uno que otro imprudente y acelerado, la situación era así de crítica en un colegio tan popular.
El café quedaba muy cerca, muchos alumnos iban allí por su cercanía, cosa que a Lapis no le agradaba para nada, por su gran influencia en el resto y lo muy conocida que era, este tipo de ''acoso'', como ella le llamaba, había disminuido una vez que había conocido a Peridot, no entendía muy bien el por qué, pero ya no estaba rodeada de gente, aunque seguía recibiendo saludos e intentos de conversación por parte del resto y su mesa nunca pasaba desapercibida, siempre había un grupo de estudiantes que se le acercaba para conversar, usualmente los de natación, no se había dado cuenta, pero ahora sólo se quedaba con Peridot en el salón a conversar en las horas de almuerzo, dejando de lado la atención del escandaloso casino.
Su acompañante caminaba con una sobria expresión de desagrado mientras observaba como el resto de los jóvenes hablaban fuerte y jugaban con una pelota en la mitad de la salida, al ver que estaban causando una alteración en el tránsito y que los que venían saliendo se acumulaban a sus espaldas, se vio en la necesidad de reclamar y aunque hubiese preferido gritarle algún improperio, sentía un aire que le hacía actuar como alguien de su edad, finalmente, se acercó al hombro de uno de los jóvenes y con cortesía les pidió que jugaran en otra parte, el joven aceptó y se quitó del camino, pero antes de irse el chico le llamó por su nombre, ''¿Vienes con Lapis?'', Peridot afirmó con la cabeza. El joven hizo una mueca de alegría y todo el grupo se reunió. Lapis se acercó para informarse de las razones de la demora, el joven, un grado menor que ellas les habló de manera muy graciosa, invitándolas a beber algo al mismo café. Lapis se apresuró a responder.
– Gracias, pero n- – fue interrumpida por el entusiasmo de la rubia.
– ¡Justo íbamos allá! – y las ilusiones de Lapis se destruyeron en mil pedazos, la verdad esperaba de esa pequeña salida algún tipo de conversación profunda con ella, fuera de lo usual, algún tipo de conexión, pero no, habían llegado estos tipos y jodieron su pequeño escape de la realidad. Le impresionaban los múltiples estados de Peridot, a veces se comportaba tan calculadora y fría, llegaba a dar miedo en algunas ocasiones, bajo este estado podía controlar todas las situaciones que se le presentasen, por el estado paralelo a este, una chica con una mirada tan alegre que llenaba de celos hasta al sol, una capacidad de empatía inmensa, con una curiosidad que sorprendía, sin ningún tipo de mala intención, sus emociones salían a flote en un segundo y sus miedos eran muy obvios. Lapis sabía que Peridot le tenía un pánico inmenso a cualquier cosa que pudiese hacerle daño, tanto armas como cadenas y cuchillos, las pistolas eran su mayor temor. Pero aquella vez, cuando estuvo más de media hora bajo presión por un tipo que la tenía amenazada de muerte por un código de mier-, ni intranquilidad presentó, era una de las cosas que más le llamaba la atención y de las que más le encantaba.
Un grupo de 5 muchachos se reunieron en círculo y caminaron juntos hacía la pequeña tienda, juntaron tres mesas, afortunadamente no estaba saturado de clientes y pronto una señorita se acercó a la mesa, sólo pidieron un helado, ambas, Peridot pidió uno de limón con yogurt y Lapis uno de piña, los pedidos no se tardaron nada en llegar y todos empezaron a fijarse en Lapis, cosa que la puso muy incómoda, sin contar que cada tres diálogos había alguna indirecta de ligue, quería escapar de ahí, que se la tragara la tierra, miraba con desesperación a Peridot que estaba hundida en una conversación de política con un chiquillo del taller de debate, ambos parecían conectar muy bien, puesto que estaban hablando de lo genial que era el comunismo aunque no siempre funcionase y como el capitalismo se apoderaba de nuestras mentes y de lo mugroso que era el consumismo, sentía que los celos se la estaban comiendo viva y junto a las ganas de matar a los del taller de básquetbol, era una situación desesperante y una vez que su tolerancia estaba destrozada en cien pedazos se levantó de la silla y tomó su bolso.

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Hacked
FanficArrepentimiento y culpa, un conjunto de sentimientos agotador para la pobre e insensible Peridot, sabiendo que su víctima sufrió mucho más que ella, siempre se planteó si sus acciones llegarían a tener consecuencias peores que sólo sentimientos e in...