Capítulo 8: Quidditch y conquistas

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El otro día era quizás, el más aburrido y el más motivador de todos. Hoy contaban con tener pociones en las mazmorras. La clase, James la calificaba una y otra vez como aburrida e innecesaria. Pero, Rose, estaba emocionada con la idea de aprender pociones. Ya que esa materia era tabú en su casa. Su padre la odiaba más que nada, y su madre, tampoco le tenía mucha estima que digamos. A pesar de que Hermione haya sido muy buena, el profesor que les había tocado, no había demostrado su bondad sino hasta después de morir.

Y el profesor que tenía el trío de oro 2.0, tampoco era gran cosa ni para alegrarse.

En un traje gris, con una camisa color verde mediterráneo, apareció el cabello rubio platinado de Draco Malfoy, y con su prendedor de Slytherin se paró enfrente dela clase con su petulante voz. Maggie no podía creerlo. Tendría que volver a chequear la lista de profesores.

- De acuerdo, alumnos. Mi nombre es Malfoy, Draco Malfoy. Y conmigo se van a incursionar en una hermosa pero ardua tarea. Esta tarea consiste en descubrir el maravilloso e increíble mundo de las pociones. Puede parecer que una poción es basura, pero... Créanme: Si la poción no es la adecuada, si no la tienen en el momento preciso, puede resultar desastroso. Ahora, para empezar, saquen sus libros, página 24... Poción de cura contra forúnculos. Al final de la clase, tomarán una botella, la llenarán con la poción, y me la entregarán. Tómenla como la primera calificación del año. ¡Comiencen!

Maggie tomó su libro entre manos, y empezó a seguir las instrucciones. Tomó de un pequeño tazón seis colmillos de serpiente y los machacó con el mortero, mientras que le susurraba a James lo que debía hacer.

Rose, por su parte, hacía lo mismo. Y cuando añadió las cuatro medidas de colmillos machacados al caldero, James le preguntó que debía hacer luego. Rose, con el ceño fruncido, le dijo que debía calentar el caldero a 250° por diez segundos, y ahora, era la hora de ondear la varita y esperar 45 minutos. Ni un minuto más, ni un minuto menos. Pasaba el tiempo, y los amigos trataban de no hablar demás.

Malfoy tenía el aspecto de ser como Severus Snape. Incluso, quizás, más severo.

Una vez que el reloj que se encontraba en la mesa había marcado los 45 minutos, Maggie añadió los cuatro cuernos de babosas al caldero, luego de bajar el fuego. Retiraron ambas mujeres al mismo tiempo, el caldero de la pequeña llama. James las imitó, en cada movimiento.

Cada uno delos muchachos agregó dos espinas de puercoespín a la poción. Después de revolverlo el tiempo que pedía la instrucción, que eran varios minutos (media hora, si no más. Sólo a la derecha, y no cambiar), ondearon la varita para concluir la poción.

Los tres amigos vertieron la mezcla en las botellas, le pusieron su nombre y las dejaron en el escritorio del profesor.

- Un momento... - se detuvo Draco - Potter... - susurró examinando a James, quien se encontraba con las manos en sus bolsillos - Weasley... - agregó observando a la pelirroja, muy parecida a Hermione con el cabello de su padre - Y una pequeña de origen muggle. Se ve que eso también se hereda - obviamente hacía referencia a que Harry Potter y Ronald Weasley habían pasado toda su estadía en Hogwarts con una hija de padres muggles.

- Gracias a Merlín se hereda, señor - concluyó James, mirando gentilmente al profesor.

- Pueden retirarse, señor Potter y compañía. Espero que estas pociones estén en óptima condición. Y va también para usted, señorita Weasley. Espero que no sean el desastre que eran sus padres en esta materia. Pueden retirarse.

Una vez que salieron de la mazmorra de pociones, James abrazó a ambas amigas de un lado a cada una.

- Ya entiendo a mi padre y a mi tío. Gracias a Merlín, yo no tengo una sabelotodo de amiga. Tengo dos, es... ¡Sencillamente perfecto! ¡Gracias pequeñas Hermiones!

James Potter y el regreso de los mortífagos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora