Habían pasado exactamente dos semanas, y aquel viernes 31 de octubre, todo era fiesta y diversión. Maggie había practicado ser metamorfomaga y cabe destacar que le salía muy bien. Ese día a la noche, había una gran fiesta de disfraces por Halloween, pero el resto del día querían dedicarlo a algo más.
Luego de la clase de transformaciones, James desapareció de repente. La primera en notarlo fue Maggie.
- Rose ¿Y James? Salió delante de nosotros de la clase...
- No sé, Mags - le respondió ella - Tengo hambre, ¿vamos al gran comedor?
- Tú adelántate, yo tengo algo que hacer - y dándose media vuelta, fue directo a la salida del castillo. Iba preguntando a cada persona que veía si habían visto a James, pero nada.
Luego recordó: El 31 de Octubre habían fallecido Lily y James Potter. Sus abuelos. ¿Cómo había sido tan idiota? ¿En qué lugar podría estar James tratándose de ese día? No había otro lugar. Cruzó más decidida el umbral de la puerta del castillo y corrió, pasando apenas la cabaña de Hagrid, un poco antes de llegar al Bosque Prohibido, cerca del lago.
Allí estaba. Parado con las manos en los bolsillos, callado, solamente observando una escultura que se movía. Las dos personas en la escultura eran Lily y James Potter, que se encontraban como aquella vieja foto que ella había visto, bailando.
Maggie sonrió. Eran hermosos, hacían una gran pareja... Merecían vivir. Pero, sin embargo, la castaña coincidía que no existía mejor forma de morir, que por amor a un hijo. Se acercó por detrás de James y puso una mano en su hombro.
- No se merecen lo que les pasó - dijo James, con lágrimas en los ojos - Hubiera deseado conocerlos. Hubiera deseado... tenerlos conmigo. Aunque sea un día.
- Ellos se sacrificaron por amor a tu papá, James. Estoy segura de que te hubieran amado, tanto como tú a ellos. Estarían orgullosos de ti - sentenció abrazándolo, de costado.
- Es difícil ¿sabes? Ellos eran tan felices. Y ese maldito Voldemort acabo con toda su felicidad - y una lágrima se escapó de su mejilla.
- Veo que no le tienes miedo al nombre... - ambos esbozaron una hermosa sonrisa - Lily y James Potter. 31 de Octubre de 1973... Los que nos aman jamás nos dejan, permanecen en nuestros corazones - leyó la tumba/monumento para los Potter - Esa frase la dijo Sirius ¿no es así? - sonrió.
- Sí... Él, decía muchas frases ingeniosas. Era muy inteligente - y se volteó a ver el monumento a Sirius - Pero sin dudas la frase que está en su tumba es la más cierta..."Todos tenemos luz y oscuridad en el interior, lo que importante es que parte decidimos potenciar"... Cada día de mi vida recuerdo esa frase. Cada día recuerdo que no hay un maldito cuerpo allí debajo, ni allí - y señaló la tumba de James y Lily - para llorar. Que el de Sirius cayó en el velo, que el de mis abuelos está en el Valle de Godric... Nada me hace sentir cerca de esas dos excelentes personas por las cuales tengo mis nombres. Sólo un reloj de bolsillo y dos malditas frases. Es todo lo que queda... Ya pasaron cuarenta años, de su muerte, Mags.
- Te entiendo, Jamie... - él la observó con enfado, pero ella le sonrió tiernamente - Pero tus abuelos esperarían que cada día te despiertes y lo disfrutes. Tanto tú, como tus hermanos, como tu papá. Yo no los conocí, obviamente. Pero pregúntale a Hagrid. Pregúntale a McGonagall... Ellos fueron excelentes personas. Según lo que me dijeron, James... Lily era todo lo bueno en el mundo, era preciosa, y maternal. James era divertido, vivía el día a día... Y ambos amaban su familia. Ellos... no hubieran esperado verte así... ¿Vamos a comer algo? - la castaña entrelazó sus dedos con los del muchacho y lo estiró hacia la salida del monumento a los caídos en las guerras.
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James Potter y el regreso de los mortífagos.
FanficVarios años después de la Segunda Guerra Mundial Mágica, la vida sigue en el mundo de fantasía de Harry Potter. Pero las cosas cambiaron, no son como antes. Hogwarts cambió, y los alumnos cambiaron. La escuela de magia y hechicería pasó por cambios...