Epílogo Extra: "Trinidad Griega"

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Muchos más años después...

Un nuevo día comenzaba y pequeños rayos de luz lograban colarse a través de las persianas medias abiertas en la habitación. Camila pronto sintió que alguien zarandeaba su cuerpo y entonces se tapó con la sábana, sabía quién era pero ahora no quería hacer otra cosa más que dormir.

-Mamá...- Pronto escuchó Camila.

Entonces, está supo que no era Lauren. Así que inmediatamente se destapó, mostrando así su pijama.

-¿Que pasa hijo?.- Preguntó Camila.

-Quiero ver la tele.- Dijo el pequeño ya no tan pequeño.

Entonces, pronto Camila sacó del cajón de un mueble que había al lado de la cama el control remoto de la televisión de la sala.

Raro, pero apenas iba la mitad del año y ya había tenido que comprar aproximadamente diecisiete controles y digamos que eso no era algo normal.

-No subas mucho el volumen Apolo, quiero seguir durmiendo.- Pidió Camila y el niño asintió.

Entonces, cuando el niño salió de ahí Camila trato de conciliar el sueño, pero cuando estaba a punto de hacerlo, escuchó la voz de alguien más.

-Mamá...- Habló la pequeña.

Camila suspiró pesadamente.

-¿Que pasa princesa?.- Dijo Camila rápidamente.

-¿Puedo dormir con ustedes?.- Dijo la pequeña haciendo un puchero a los cuales jamás podía resistirse.

Camila miro de reojo a su esposa que estaba acurrucada a ese peluche de Nala que aún conservaba y sonrió involuntariamente. Hizo un poco más de espacio y palmeo para que la pequeña subiera.

-Gracias.- Agradeció la niña y se acurrucó al pecho de su madre.

-No es nada, ahora sigamos durmiendo Atenea.- Dijo Camila envolviendo con sus brazos a su pequeña.

El sueño al parecer estaba a punto de regresar pero un llanto lo impidió.

"Oh no, esta vez no" pensó Camila.

Entonces, empezó a pegar pequeños golpes a Lauren.

-Lauren... Amor... Despierta.- Pedía Camila mientras oía los llantos.

Atenea ni se inmutaba.

Y tampoco Lauren.

-¡LAUREN!.- Dió un pequeño grito y la ojiverde gruñó.

-Hades está llorando Lauren, creo que tiene hambre.- Informaba Camila.

Entonces, Lauren distinguió el llanto del bebé y con cara de orto salió de la cama, se puso sus pantuflas y fue hasta la habitación de su pequeño bebé, entró y lo saco de su cuna y pronto su cara de orto pasó a ser una sonrisa.

Mientras daba pecho a su hijo, Lauren contorneaba con las yemas de sus dedos el delicado rostro del bebé, cuando esté dejó de succionar y se quedó entre sus brazos, Lauren lo comenzó a llenar de besos y estos le hacían cosquillas al pequeño, provocando así pequeñas risas por parte de este.

-Buenos días, pequeño Dios.- Decía Lauren a su hijo mientras esté babeaba sus propios dedos.

Lauren y Camila habían inspirado los nombres de sus hijos en nombres de dioses griegos, esto había sido idea de Camila pues ella normalmente decía que Lauren era una diosa griega.

Pronto, la morena llegó a la habitación donde estaban Lauren junto al pequeño.

-¿Ya se calmó o necesito ir por leche?.- Dijo Camila pues sabía que cuando el bebé no aceptaba la leche materna de Lauren, tenía que ir a hacer un biberón.

Let's talk about... Sex.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora