Capítulo 11: › Labios deseados por un Rubén endemoniado.

450 71 10
                                    


Capítulo 11: › Labios deseados por un Rubén endemoniado.

- Me agradas ¿Sabes? – confiesa Rubén. Otra vez ambos se encontraban en el lago, Rubén junto a Miguel, frente a una pequeña fogata, con malvavisco y algunas galletas gozando del grato momento.

- Tú igual me agradas. - ambos sonrieron inocentemente, ambos abdómenes se sintieron como la otra vez, las polillas muertas revivieron una vez más. Miguel frotó sus manos, debido al frio que comenzaba a hacer. Rubén lo notó y quitó lentamente su americana, no podía permitir que lo que ahora le estaba importando estuviera incomodo por el cambiante clima, se acercó al moreno y la colocó sobré sus hombros- No tenías por que hacerlo. - soltó Miguel sintiéndose débil, apenado.

- ¿Qué no? Pero mírate, te estas muriendo del frio. - Rubén sonrió con innegable ternura y volvió hacia la fogata acercando ahora sus manos.

- Ahora el que se está muriendo de frio eres tú. - Miguel se levanta con la intención de devolverle la americana al castaño. Ahora era el quien no deseaba que el mayor estuviera incómodo.

- Ni se te ocurra darme eso. - el castaño lo observa acercarse aún más y más. - Te lo advierto. - lo señala. Miguel suspira y asiente sentándose cerca de la fogata, nuevamente.

- Más vale que te guste esto, porque no saldré a comprar otra cosa más. – dice Rubén de forma divertida refiriéndose a los malvaviscos, toma uno de la bolsa y lo introduce en un palillo, luego se lo tiende al moreno quien lo acepta con una sonrisa en sus labios.

- Descuida. - murmura el moreno acercando el palillo a la fogata y ver como lentamente se calienta. - Yo amo los malvaviscos. - Miguel le regala una sonrisa sincera a Rubén quien lo observaba atentamente como lo lleva a su boca y saboreaba, le parece realmente apasionante. Rubén traga grueso y baja la mirada poniéndose rápidamente colorado. –¿Sucede algo? - cuestiona Miguel acercándose un poco más al castaño.

- No. - miente el castaño, y por supuesto que sucede algo, y tiene que ver con lo excitante que puede ser la inocencia de Miguel.

- Deberíamos venir a menudo, ¿No crees? Me gusta esta fogata. - confiesa Miguel haciendo sonreír al mayor, quien asintió de acuerdo y ambos siguen comiendo en silencio hasta agotarse.

*

- Estoy acabado. - Rubén se dejó caer en el césped rendido, su estómago pesaba y ya tenía un poco de sueño.

- Dímelo a mí. - Miguel se recostó a su lado. Ambos permanecieron en silencio observando las estrellas, hasta que Miguel habló. - Quiero saber más de ti. - soltó sin especular en lo muy especial que se pudiera oír, las palabras salieron bajas, pero no lo suficientemente para que Rubén no lo escuchara.

El castaño se giró y lo observó con una ceja alzada- ¿Más? - frunció el ceño para luego sonreír- Bien, en mi adolescencia era autónomo, estudié en casa, por que odiaba la escuela, de hecho, la odio, - Rubén hizo un mohín- solo fui, en básica, donde conocí a una chica, y uff, ¡que como molaba! - ambos rieron.

- Y ¿Alguna vez se lo explicaste? -

- Sí, y ¿sabes lo que me dijo? - Miguel negó con una sonrisa en su tierno rostro. - ''¡Que te pires, que eres muy feo!''- ambos rieron a carcajadas- Después, cuando cumplí los diez años, la misma chica andaba tras de mí, es que era todo un galán en esa época. - Miguel seguía riendo sin lograr parar- Y.... ¿Qué hay de ti? - limpió las lágrimas que salían con la palma de su mano.

- De mí no hay mucho que contar. - Miguel dejó de reír, Rubén lo observá suspicaz y Miguel carcajea esta vez sintiendo sus mejillas arder de la vergüenza.

Monster » Rubelangel (Nueva Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora