Capítulo 12: › Un peligroso comienzo entre un alma infernal y la pureza.

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Capítulo 12: › Un peligroso comienzo entre un alma infernal y la pureza.

Miguel aún permanecía tratando de analizar lo que había ocurrido hace una hora atrás, sus labios casi fueron besados por un hermoso Rubén, el aun sentía ese hormigueo en su abdomen. Y anhelaba tanto ese beso. Pero ¿Por qué no lo besó cuando tenía la oportunidad?

- No lo sé, no lo sé. Soy un tonto. - habla Miguel a solas, bufa arrepentido y se deja caer en el sofá con un puchero en sus rosados labios, un puchero que iba convirtiéndose en una sonrisa traviesa al recordar como Rubén se acercaba a sus labios, como sus narices se rozaban. Y volvió a la realidad, se vio a el mismo escapar de ese beso.

Y ahora ¿Cómo iba a ver a Rubén a los ojos? Si la vergüenza lo consumía, con tan solo cavilar en el castaño sus mejillas se teñían de inmediato.

- Es que eres tan tonto. - le reclamó su subconsciente y Miguel sabía que tenía razón.

A la mañana siguiente Miguel se levantó con un propósito – Disculparse con Rubén. - sentía que si no se disculpaba no conseguiría ser él jamás. Así que después de darse una agradable ducha y desayunar, Miguel caminó a casa de Lana, preguntó por Rubén, pero su prima no conocía el paradero de este.

Lana invitó a quedarse a Miguel para el té, como entretenimiento para que el moreno se olvidara un instante de Rubén, pero imposible. Miguel no aceptó, pero con amabilidad le dijo que otro día estaría bien. Sin decir más se dirijo al lago lo más rápido que daban sus cortas piernas.

Ya dentro del bosque y muy cerca del lugar donde siempre quedaban, Miguel observa a Rubén quien está sentado cerca del lago, su mirada se ve perdida y sin derrochar tiempo el moreno se acerca.

- ¿A que has venido? – dice Rubén sintiendo la figura de Miguel, este se detiene tras Rubén y juega con sus dedos pensando en las palabras convenientes para responder, pues con solo escuchar la voz ronca y sin una chispa de emoción de Rubén, se da de cuenta que este está enojado.

- He venido porque...- Migue traga saliva antes de continuar. - Siento que te debo una disculpa, Rubén, - el nombrado lo observa de reojo, mira como juega con sus manos y como empieza a moverse de un lado a otro. Rubén vuelve a observar el agua, pero por supuesto con todas las ganas de oír lo que Miguel diría- fui realmente un inmaduro al huir, estaba tan nervioso, yo jamás lo había hecho.... Ya sabes, eso de besar. - Miguel musita lo último con vergüenza, sus mejillas teñidas estaban y su corazón empezó a latir muy rápido.

Rubén suspiró, no podría estar molesto con ese encantador chico tras él. Mientras escuchó lo último que Miguel murmuro, una media sonrisa se dibujó en sus labios – ¿Podrías perdonarme y olvidarlo? -

Rubén se levantó para encarar a Miguel, quien dio un paso hacia atrás y bajó su mirada esperando cualquiera respuesta de los labios de Rubén.

- Miguel, claro que te perdono. - de inmediato el moreno alzo la vista y sonrió sinceramente- Pero... No me pidas olvidarlo.-

*

Cuando se dio todo por arreglado de parte de Rubén y Miguel, el mayor decidió acompañar al moreno a casa, el silencio era agradable, Miguel ahora si se sentía satisfecho pues había remediado todo. Rubén también se sentía satisfecho, pues agradecía a los dioses indescifrables que Miguel si pretendiera seguir viéndolo.

Después de ese gran recorrido, ya estaban fuera de casa del moreno, Miguel se gira y le regala una sonrisa al mayor - Dedo entrar...- le dice y Rubén asiente de acuerdo, pero antes de que Miguel siguiera su camino, Rubén debía hacer algo que su lóbrego corazón le solicitaba.

- Miguel espera. - lo toma del brazo y no deja siquiera que Miguel se gire por su propia cuenta. Con un estirón lo acerca a su pecho y con toda la seguridad abraza al menor, quien embrollado le corresponde.

Migue logra oír los latidos de Rubén, son despacio y relajante para el mismo, cuando el castaño afloja el abrazo ambos no se alejan, ninguno tiene esa finalidad y allí Miguel sube la mirada para observar esos grandes ojos verdes los cuales tienen un brillo específico. Rubén también observa los de Miguel, estos están cristalizados y también puede notar como su labio tiembla y no hay frio. Decidido más que anoche se acerca una vez más a esos deliciosos labios y sus adentros gritan ¡Victoria! Porque esta vez Miguel no huyó.

Rubén mueve sus labios y Miguel le imita, son movimientos lentos, pero ambos los gozan. Los labios de Miguel eran suaves y tenían un encantador sabor a chocolate, mientras que los de Rubén poseían una mixtura de hierbabuena y chicote, Miguel podía tolerar ese nuevo gustillo.

El beso no fue extenso, pues Rubén dejó de besarlo, pero antes de separarse por completo del menor, dio varios besitos que hicieron reír a Miguel.

Miguel se sentía como una nueva persona e incluso Rubén y su demonio también, pues había probado la ingenuidad de ese hermoso chico. Por un instante sus ojos amenazaron con cambiar, pero esos dulces labios sosegaron a esa feroz entidad.

Miguel tomó la iniciativa de repetir el beso, su segundo beso con la misma persona que hacía latir ferozmente su corazón.

Miguel tomó la iniciativa de repetir el beso, su segundo beso con la misma persona que hacía latir ferozmente su corazón

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Monster » Rubelangel (Nueva Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora