Capítulo IX

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     Lo primero que noto al bajar del jet es el aire frío que sopla en las Islas Malvinas. No lo entiendo, estamos en una playa. Debería hacer más calor. Tomo una fotografía desde el puente de abordaje y Sheryl me mira como si estuviese haciendo una tontería. Esa chica necesita divertirse más.

     Ya nos está esperando el contacto que mencionó Skyler. Es un hombre alto, fornido y de cabello cobrizo. Usa una gabardina negra y gafas oscuras. Nos saluda agitando una mano y se acerca a nosotros, Diamond se agazapa para atacarlo. Puedo adivinar que es un miembro de la Elite.

     —Bienvenidos a la Isla Soledad —nos dice el hombre—. Mi nombre es Taylor Grissam.

     Me esperaba un nombre más latinoamericano.

     —El Jefe me envió a buscarlos —sigue diciendo Taylor—. Síganme, les mostraré su hotel.

     Echamos a caminar detrás de él y abordamos una segunda limusina de color negro. El pelaje de Diamond está erizado y tengo miedo de que se lance sobre el rostro de Taylor para arrancarle la nariz de un zarpazo.

     — ¿Es usted parte de la Elite?  —le pregunto cuando el chofer de la limusina cierra la portezuela.

     —Sí —responde.

     ¡Qué emoción! ¡Están por todas partes!

     Tengo que admitir que esperaba un hotel un poco rural, quizá una cabaña, pero… ¡Wow!

     La limusina nos trajo a una especie de pueblo muy modernizado. Para entrar, hubo que identificarnos en un módulo cercano a una gigantesca reja de metal que tenía grabado el símbolo que distingue a la Elite. El símbolo son las siluetas de Articuno, Zapdos y Moltres bajo las cuales hay una letra E estilizada y llena de curvas.

     El pueblo está lleno de pequeñas casas, todas son automatizadas y el símbolo de la Elite aparece hasta en la sopa. Algo que llama mucho mi atención es que todos visten de negro. Llevan gabardinas y gafas oscuras, es como si todos tuvieran que vestirse así para distinguirse entre los Entrenadores comunes y corrientes. ¿Cómo me vería yo con una gabardina y gafas oscuras?

     Nuestro hotel es un edificio gigantesco. Cerca de la entrada, en la zona de aparcamiento, hay una fuente donde se ven dos Persians de cristal. El agua sale a chorros de sus narices que apuntan hacia arriba. ¡Estoy como en el paraíso!

     Debemos identificarnos nuevamente para que el guardia de seguridad nos permita entrar al hotel. Diamond va sobre mi cabeza y puedo sentir como araña mi cuero cabelludo con sus afiladas garras. ¿Qué culpa tengo yo de que a él no le agraden los miembros de la Elite?

     Seguimos a Taylor hasta el módulo de la recepción. La recepcionista tiene mi edad, casi. Es pelirroja, usa gafas de montura gruesa y tiene frenillos.

     —Suite Especial —le indica Taylor con demasiada brusquedad.

     ¿No sabe decir por favor?

     Un momento… ¿Suite Especial?

     La chica le entrega una tarjeta dorada y él hace una seña para que nosotros lo sigamos.

     ¡Cierto! ¡Olvidé mencionar que todas las puertas del hotel son automáticas! Se abren en cuanto te acercas a una. Además, en cada puerta hay un dibujo de una Pokebola. ¡Es tan lindo!

     Nuestra habitación está en el último piso. Sólo hay tres puertas en todo el pasillo y están bastante separadas una de la otra. Nuestra puerta está señalada con el símbolo de la Elite y hay que deslizar la tarjeta dorada por una ranura para poder entrar. Cuando la puerta se abre y nosotros entramos, siento que jamás he tenido tanto lujo a mi disposición.

     Para empezar, es una habitación cinco veces más grande de lo que era la del hotel de Phoenix. Hay un pequeño living, una cocina en cuya isla nos están esperando cuatro obsequios de parte de la Elite, dos cuartos de baño y tres dormitorios. Tenemos además una sala de entretenimiento llena de videojuegos, una mesa de billar, un bar con licores importados y la mejor parte es la terraza, donde hay una piscina… ¿Una piscina? ¿A qué animal se le ocurriría poner una piscina en el último piso de un edificio?

     —La habitación entera está automatizada —nos explica Taylor—. Responde a comandos de voz. Todo su consumo va por parte de la Elite.

     ¡¡Fiesta en nuestra suite!!

     —El Jefe quiere que disfruten de éste día y mañana recibirán una llamada de él donde les explicará a detalle lo que tienen que hacer aquí —sigue hablando—. Tienen acceso al casino, las piscinas principales y tenemos toda clase de restaurantes en todo el pueblo. Pueden explorar los alrededores siempre y cuando no sobrepasen los límites designados con las rejas negras que rodean nuestro territorio. Disfruten su estancia en el The Elite Hotel Inc.

     Gira sobre sus talones y se retira. La puerta se cierra detrás de él y Sheryl avanza hacia la terraza.

     —Qué vista… —comenta sorprendida.

     Y tiene razón. Es un paisaje hermoso. En especial por esa montaña nevada que se ve en la distancia.

     Recibí un mensaje urgente de Él hace quince minutos. Vine en cuanto pude a su oficina pero el hombre no se digna a recibirme. ¿Acaso cree que tengo todo el tiempo del mundo para estarlo esperando? Desearía poder renunciar pero cuando eres parte de Elite, estás de por vida.

     Su oficina es igual de fría y aterradora que él. Todo es de color negro, incluso las paredes, el techo y los azulejos del piso. Todos tenemos que vestir de ese color. Además de robar nuestras vidas, nos roba también nuestra individualidad. Sólo falta que se le ocurra robar nuestros nombres.

     No estoy nada contenta con lo que en está sucediendo en las Islas Malvinas justo ahora pero no es como que pueda hacer algo para remediarlo. Sólo me queda agachar la cabeza y hacer todo lo que él diga.

     Después de todo, una de las reglas principales de la Elite es obedecer todas las órdenes del líder.

     —El Jefe te recibirá ahora.

     Detesto a su secretaria. No debe tener más de quince años pero todas sabemos lo que hace con el Jefe cuando él está aburrido… Más bien, lo que el Jefe hace con todas nosotras.

     Sí, también eso es parte de sus reglas.

     La furia se apodera de mí mientras avanzo al interior de la oficina. No he olvidado lo que tuve que hacer durante mi Iniciación… La Iniciación…

     Todos los Entrenadores creen que ser parte de la Elite es algo maravilloso. Se nota que no tienen idea de lo que eso implica.

     El Jefe está, como siempre, sentado en su enorme sofá frente a los ventanales. La luz que penetra es tal que sólo puede verse su negra silueta recortada. Y frente a él, hay dos sujetos idénticos. Max y Jackie Roosevelt. Son un par de gemelos que le besan el trasero al Jefe.

     —Bienvenida, Skyler —dice Él con su voz grave.

     Tengo que inclinar la cabeza antes de hablar, en señal de respeto.

     —Perla Cobby y sus amigos ya han llegado a las Islas Malvinas, señor —le respondo cuando él me dice que puedo levantar la cabeza.

     —Excelente —dice él y puedo escuchar la dura sonrisa que se dibuja en sus labios—. Ya saben qué hacer, Max y Jackie.

     —Sí, señor —dicen ellos y salen inmediatamente de la habitación.

     Él entonces me indica que cierre la puerta. Sé lo que viene a continuación. La aseguro con llave y comienzo a sacarme la gabardina negra.

Pokemon I: La Guarida de FlareonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora