Capítulo XIX

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     Onyx, Sheryl, James, Diamond, Flareon y yo nos sentamos en un alargado sofá frente a la pantalla. Lo único que quiero es tirarme a descansar. ¡Esto no se parece en nada a lo que yo imaginaba! ¡Casi muero! ¡Quiero unas buenas vacaciones!

     —Así que lo consiguieron… —dice el líder de la Elite con su voz distorsionada.

     ¿Qué le ocurre a ese sujeto? ¡Parece que le enfurece que hayamos capturado a Flareon!

     ¿O será que le enfurece que sobrevivimos?

     —Cobby casi muere —dice Sheryl de mala gana—. ¿Cuánto vas a pagarnos por haberle salvado la vida a esa estúpida?

     ¿Estúpida?

     Maldita sureña.

     No, no puedo odiarla… Ya no.

     —Tienes razón, Sheryl Crown —dice el líder—. Se merecen una pequeña retribución.

     La mesa de centro que está frente a nosotros se abre con un pequeño compartimiento circular que sube para mostrarnos un… ¡Qué estupidez! ¡Se abrió un compartimiento secreto! ¡No tengo ánimos de pensar tanto!

     Hay cuatro sobres amarillos. Onyx se levanta para tomarlos y los reparte pues tienen nuestros nombres mecanografiados. El mío es bastante pesado. Lo abro y… ¡Oh por Dios! ¡Cuántos billetes! ¡Jamás había visto tanto dinero en la vida!

     —Creo que eso será suficiente por hoy —dice el líder de la Elite, sigue escuchándose furioso—. Mañana mismo partirán a su siguiente destino. Skyler se encargará de todo.

     Y la comunicación termina.

     Qué tipo más raro.

     —Bueno, parece que valió la pena salvar tu trasero, Cobby —dice Sheryl mientras cuenta sus billetes.

     ¿Qué tiene con mi trasero? ¡Nadie le pidió ayuda!

     —Nos preocupaste —me dice James y me mira con severidad.

     ¿No podemos ahorrarnos éste momento?

     —Lo lamento —le digo.

     En verdad estoy arrepentida.

     —Eso no es suficiente —dice Onyx—. Saliste durante una tormenta de nieve. Fuiste tú sola a capturar a un Dios Legendario. Lo enfrentaste sin tener más que Pokemons de Tipo Fuego…

     —Sí, sí, Cobby es estúpida —lo interrumpe Sheryl desde su asiento—. Pero tenemos que aceptar que sin ella, no habríamos encontrado la Guarida de Flareon y, de no haber sido así, no habríamos conseguido tanto dinero. Así que su estupidez nos sirvió de algo, ¿no creen?

     No sé si sentirme ofendida o agradecida de que hayan cesado los regaños.

     —Sólo no vuelvas a hacerlo —me dice James y me toma por la barbilla con un par de dedos—. Nos tenías muy preocupados.

     Me da dos palmaditas en la mejilla y se aleja.

     ¿Qué? ¿Así? ¡Se supone que tenías que besarme, estúpido!

Pokemon I: La Guarida de FlareonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora