Capítulo VII

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     No quiero levantarme.

     El despertador no deja de sonar y yo no quiero levantarme.

     Mi cabeza duele. Martillea. No debí beberme la mitad de esa botella de vino blanco anoche con… ¿Qué diablos hace Diamond durmiendo sobre mi identificación de la Elite?

     Intento salir de la cama pero mis piernas se enredan con las sábanas y termino desplomándome en el suelo. Me golpeo la cabeza y me levanto toda adolorida, Diamond ni siquiera se inmuta así que me acerco a él y lo tomo por el pellejo para lanzarlo sobre la cama. Él bufa y me lanza un zarpazo. ¡Genial! ¡Un nuevo rasguño!

     Tomo la identificación para asegurarme de que no ha sufrido ningún daño y busco mi billetera para resguardarla.

     ¿Qué demonios pasó anoche? ¡Toda la habitación es un desastre! ¡Los platos sucios, la cama deshecha, una botella de vino blanco totalmente vacía! Y mi cabeza no deja de doler, ¡sabía que era mala idea pedir licor! Aunque la cena fue de lo más deliciosa, en especial esa orden de nachos con queso extra.

     El teléfono de la habitación suena y veo la hora en el despertador. ¡Son las 5:00 am! ¿Quién llama a las 5:00 am?

     —Hola —digo de mala gana cuando levanto el teléfono.

     —El taxi está esperándote en el estacionamiento —me dice la voz de Skyler—. Saldrá en quince minutos así que apresúrate.

     Asiento torpemente y voy a darme una rápida ducha. Maldita sea, ¡ni siquiera he preparado mi equipaje! Salgo de la ducha resbalando a causa de mis pies mojados y Diamond está… ¡Se ha vuelto a dormir!

     — ¡Diamond!  —le grito y él abre sólo un ojo para mirarme—. ¡Levántate! ¡Ya tenemos que irnos!

     Me ignora olímpicamente y yo meto velozmente un poco de ropa en una mochila de color azul, que por cierto tiene el dibujo de un Staryu. Meto también, con especial cuidado, los obsequios del líder de la Elite. Mi teléfono celular, la billetera, mis Pokebolas, todo está en orden. Dejo el resto de mis pertenencias listas y miro la hora. Son las 5:07 am. ¡Aún tengo tiempo!

     Tomo unos pantalones entallados de mezclilla azul, una camiseta rosa de cuello redondo y mangas cortas, una chaqueta de pana negra y mis zapatos deportivos nuevos, que tienen el estampado de un Vileplum… Dios, ¡no puedo vestir así! Usaré mis viejos Converse para no parecer una fanática. De igual forma, nadie tiene porqué enterarse de mi sostén tiene el dibujo de un par de Pokebolas. Ahora que recuerdo, el hombre que lo vendió era realmente un pervertido.

     ¡Dios, Perla, concéntrate! ¡Tienes el tiempo contado!

     Me siento culpable por dejar la habitación hecha un desastre pero de cualquier manera, no tengo tiempo para limpiar. Le doy una rápida cepillada a mi cabello y me cuelgo la mochila al hombro. Tomo a Diamond por el pellejo y abandono la habitación a toda prisa.

     Y lo peor de todo es que no he podido desayunar.

     ¿Dónde está el taxi?

     ¡Lo que hay ahí es una enorme limusina negra!

     Sheryl está recargada en la portezuela trasera y me alegra que ella tampoco lleve sus maletas a cuestas. Sólo lleva un morral pequeño bajo el brazo, es de pedrería y parece hecho a mano. Sigue ahí su aspecto de tejana. Va vestida con unos relucientes pantalones blancos, una blusa azul con un escote de infarto y una chaqueta blanca con flequillos. Usa botas blancas y su sombrero es blanco y reluciente. Su cabello rubio y lacio va suelto y cae sobre sus hombros. Lleva los auriculares puestos y lee una revista de la A.E.P.A.

Pokemon I: La Guarida de FlareonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora