Capítulo VIII

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     ¿En qué momento me quedé dormida y porqué estoy cubierta con una chaqueta que no me pertenece?

     Huele muy bien, es colonia de hombre… Me recuerda a Billy Flowers, mi vecino. Es cinco años mayor que yo, rubio y de ojos grises. Siempre corta el césped por las mañanas, sin la camisa puesta y con el torso bien aceitado… ¿En qué demonios estoy pensando? Me incorporo y retiro la chaqueta. Es de James, es la misma que traía puesta cuando abordamos el jet. Él está sentado frente a Onyx al otro lado y juegan con sus Gameboys. Sheryl va frente a mí, igualmente dormida, y Diamond… ¿Dónde está Diamond?

     Me incorporo velozmente y comienzo a buscarlo. No tardo mucho ya que está acurrucado sobre mi mochila azul. Maldito holgazán.

     —Vaya, ya era hora de que despertaras —me dice James—. Has dormido casi todo el viaje.

     — ¿Dónde estamos?  —pregunto algo atontada.

     Más bien parece que me han dado una buena dosis de tranquilizantes para caballo.

     —Ni idea —dice Onyx —. Supongo que no debemos estar muy lejos de las Islas Malvinas.

     Me asomo por la ventanilla y lo único que puedo ver es el océano. Me pregunto en cuánto tiempo llegaremos a las Islas Malvinas. ¿Nos recibirán con un banquete y habitaciones de primera clase en hoteles de cinco estrellas? ¿Podremos disfrutar de unas merecidas vacaciones cuando hayamos capturado a Flareon?

     Ahora que lo pienso, he visto a un par de Flareons. No he tenido la oportunidad de capturar uno pero sé cómo son. Es por eso que no me explico cómo es que un Flareon es uno de los cinco Dioses Legendarios. Me imagino a un Flareon enorme, con grandes colmillos y ojos de serpiente… Eso sería aterrador…

     —Por cierto, Perla. Lindo tu pijama de Vulpix.

     Miro a Onyx totalmente sonrojada. ¿Cómo lo sabe…?

     Oh, claro. Tiene mi cámara en el regazo. ¿Quién se la…? ¡Por supuesto! Sheryl.

     Los dos estallan en risas y yo siento arder mi rostro entero. Debo estar tan roja como un tomate. Los detesto como no tienen idea. Le arrebato la cámara a Onyx y la abrazo con fuerza contra mi pecho. ¡Qué vergonzoso! ¡Es la última vez que tomo esa clase de fotografías!

     James me quita la cámara y la enciende para enfocar a Onyx. Él esboza media sonrisa e intenta cubrir su rostro cuando James ríe y presiona el obturador. Me acerco a mirar la fotografía, se ve la mitad del rostro de Onyx y la otra mitad de la imagen le pertenece a su mano. Se lo ve tan contento, me encanta la fotografía. James me enfoca entonces y esbozo una sonrisa de fotografía.

     —No hagas eso —me dice James, ¿acaso nunca borra su sonrisa?—. Se tú misma.

     Sé lo que quiere decir y esbozo mi auténtica sonrisa. No mi sonrisa de fotografía si no mi sonrisa cálida de siempre. James presiona el obturador y los tres vemos la imagen. Dios, ¿así me veo yo cuando sonrío?

     — ¡Oye, Crown!  —llama James y prepara la cámara.

     Sheryl despierta de su siesta y nos dirige una mirada asesina. James presiona el obturador y logra su cometido. En la fotografía aparece Sheryl, tan seria y huraña como siempre.

     — ¡Diamond!  —vuelve a exclamar James.

     Diamond levanta la cabeza y nos mira confundido. James presiona por quinta vez el obturador y en la imagen se refleja que ni siquiera Diamond sabe lo que está haciendo con nosotros. Es tan extraño. No parece tener planes de dominación mundial… Bueno, supongo que tiene que ser cierto si el líder de la Elite lo dice.

     James levanta su brazo para tomarse una fotografía. Ese chico me gusta, es muy atractivo y tiene una sonrisa preciosa… Dios, creo que me he vuelto a sonrojar.

     —Ven —me dice y se levanta de su asiento para tomarse una fotografía conmigo.

     ¡Fantástico! ¡Tomar fotografías de todo el viaje! ¡Será maravilloso conservar esos recuerdos para toda la vida!

     Le quito la cámara y le tomo una fotografía posando con Onyx. Tomo también una con Sheryl, una con los dos chicos, una con Diamond que ha posado sin mayor problema. Y por último, para terminar la sesión en el jet privado, nos tomamos una fotografía grupal.

     En la imagen aparece Onyx en un extremo esbozando media sonrisa, él sujetó la cámara porque tiene los brazos más largos que nosotros. A su derecha está Sheryl con cara de pocos amigos y una expresión de fastidio. Yo estoy junto a ella presionando mi mejilla con la de Sheryl y esbozando una sonrisita que me hace pensar en un gatito. James está junto a mí, tan alegre como siempre. Y Diamond está sobre mi cabeza… A decir verdad, sigue sobre mi cabeza.

     Creo que es la fotografía más hermosa que he visto nunca.

     —Aterrizaremos en un momento así que por favor, vuelvan a sus asientos —nos habla el piloto desde su cabina.

     Volvemos a los asientos y nos preparamos para el aterrizaje. Es entonces cuando me fijo en que el dolor de cabeza que tenía cuando abordé ha desaparecido.

     — ¿Cuánto tiempo estuve dormida?  —le pregunto a James.

     —Oh, casi todo el viaje —me responde despreocupadamente—. Te quejaste de una horrible jaqueca y Sheryl te dio una píldora analgésica. Te quedaste dormida poco después de tomarla.

     Recuerdo eso… Miro a Sheryl para agradecerle con una sonrisa pero ella me responde haciendo una señal obscena con el dedo medio.

     No lo sé, creo que nunca he tenido una amiga como ella.

     Ni siquiera Julie.

Pokemon I: La Guarida de FlareonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora