Onyx y James se sacaron la ropa para meterse en la piscina. Lo más gracioso ha sido cuando James soltó ese grito agudo y dijo que el agua estaba helada. Onyx, por su lado, se hundió por completo en el agua. Por cierto, Onyx tiene un abdomen muy bien marcado. Ni qué decir del torso de James… ¿En qué diablos estás pensando, Perla?
Sheryl se negó a entrar a la piscina. Se dejó caer en un sofá y encendió el televisor.
Es por eso que voy caminando por el pasillo con la única compañía de mis Pokebolas y Diamond, que sigue sobre mi cabeza. Quiero explorar el pueblo, qué más daría por hacerlo en compañía de ellos…
Llego al ascensor y presiono el botón para ir a la recepción. Diamond baja de mi cabeza al sentir el vértigo de la bajada y yo suelto una carcajada.
— ¿Vértigo? —le pregunto con tono burlón.
—Cállate, humana estúpida —se queja él.
Comienzo a encariñarme con Diamond.
Mientras bajamos, tomo un par de fotografías en el ascensor, sobre todo de Diamond sufriendo de los efectos del vértigo.
Un momento, acabo de darme cuenta de algo. ¡Estoy en las Islas Malvinas! ¡Tengo que verificar que puedo recibir llamadas de mi madre! Saco mi teléfono celular en cuanto salimos a la recepción sólo para darme cuenta de que no hay cobertura.
¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda!
Estoy muerta.
— ¡Oye! —Llamo a la chica recepcionista—. ¿Tienes idea de dónde puedo hacer una llamada internacional?
—Si me facilitas el número, puedes realizarla desde aquí.
¡Qué suerte! Sólo espero que el identificador no me delate.
Me acerco a la recepción y escribo el número en una hoja de papel. Ella lo marca velozmente en el teclado de su teléfono y me pasa la bocina. Se escuchan tres tonos.
Estoy muerta.
— ¿Perla?
Es la voz de mi madre. ¿Cómo sabe que soy yo?
Nunca entenderé los superpoderes de las madres.
—Hola, mamá —saludo intentando no parecer tan angustiada como estoy realmente.
— ¿De dónde me estás llamando?
Actúa natural, actúa natural.
—Sólo quería decirte que me han robado el teléfono en el museo.
¿Qué mierda…?
—Dios santo, ¿estás bien?
¡Genial! ¡Mi madre está preocupada! ¡Sólo eso faltaba!
—Sí, debieron haberlo sacado de mi bolso —le digo, sueno demasiado poco convincente—. Tengo que irme ya. Te amo.
Termino la llamada antes de meterme en más problemas. No estaría ahora mismo pensando en cómo es que estoy en las Islas Malvinas si hubiera asistido a ese viaje escolar en primer lugar.
Le agradezco a la recepcionista con una sonrisa y salgo del hotel para tomarle una fotografía a la fuente donde están los Persians de cristal. Me enfilo entonces hacia la salida, con Diamond en mi cabeza, y avanzo por las calles del pueblo.
Creo que tengo un serio problema con las compras y la comida, pero las banderillas que compré están sencillamente deliciosas. Al igual que la orden de alitas con salsa BBQ que Diamond se terminó. Tan sólo pude comer una pues cuando fui por la segunda, Diamond ya se las había terminado.
Me alejé del pueblo y voy caminando por lo que parece ser bosque no colonizado. Al menos no todavía. Liberé a Cyndaquil y mis otros amigos para que estiraran las piernas un rato. No sé si sea conveniente mencionar que a Diamond no le agradó no ser el único Pokemon que entreno. Por otra parte, Cyndaquil y Growlithe están encantados con el aire fresco.
A medida que avanzamos, el bosque va haciéndose menos denso. Puedo ver las mencionadas rejas negras un par de kilómetros al norte. Y también puedo ver…
¿Qué diablos es eso?
Dejo caer mi banderilla cuando lo veo. ¡Es indignante! ¡Es horrible! ¡Nadie me creería si dijera que estoy viendo cómo, al otro lado de la reja negra, hay miembros de la Elite golpeando Pokemons salvajes con látigos negros!
¿Cómo pueden tratarlos con semejante crueldad?
Hay un Rapidash tirado en el suelo, no puede levantarse y un sujeto fornido lo sigue golpeando. Pocos metros a la izquierda hay un Charmander siendo azotado mientras lo sujetan con un grillete en el cuello. El Charmander grita y ellos siguen torturándolo. También hay un Oddish siendo aplastado a pisotones, no deja de lloriquear e incluso está… Está sangrando…
— ¡Oigan, manada de bestias!
De alguna forma consigo saltar la reja negra y mis compañeros me siguen, Diamond parece estar tan indignado como yo. Estoy furiosa. En verdad lo estoy. Y las lágrimas corren por mis mejillas mientras me acerco al sujeto que azota al Rapidash. Aprieto los puños con fuerza.
— ¡¡Déjalo tranquilo!!
Consigo darle una buena bofetada que le deja la mejilla roja. Sin embargo, pronto hay dos manos que me sujetan por los hombros y el mismo sujeto me da un puñetazo en el estómago que me hace doblarme sobre mis rodillas.
— ¡Mátala, Andrew! —escucho decir a una chiquilla que no debe tener más de doce años.
Veo entonces al sujeto sacar un objeto metálico de su gabardina y cierro los ojos.
Pero no hay disparos ni puñaladas.
Lo único que escucho es el sonido que emiten las dos colas de Diamond al disparar el rayo de luz. Un gruñido que sólo puedo asociar con un Rhyhorn. Correteos y las voces de Sheryl, James y Onyx gritando mi nombre.
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Pokemon I: La Guarida de Flareon
FanficSiempre supe que terminaría así, siempre supe que éste era mi destino. Lo supe desde aquél día en el que acepté la misión de reunirlos a todos. Todas esas decisiones me llevaron a ese punto. Si tan sólo hubiera aceptado ayuda, si tan sólo no me hu...