Código Rojo

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Al cabo de media hora, llegué a la casa

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Al cabo de media hora, llegué a la casa. Fui corriendo hasta la puerta principal, eché el cerrojo nada más al entrar y subí a toda prisa las escaleras. Adam estaba parado junto a la ventana y en cuanto entré me miró con su mismo rostro inexpresivo de siempre.

—James Greyson es el cazador —dije sin aliento—. El padre de mi compañero Basha. Encontré mis libros en una estantería de su casa y la última vez que los vi fue cuando los dejé en el edificio del callejón. Definitivamente tiene que significar algo.

—Y lo hace —respondió con el semblante serio, pensando decididamente en algo.

Todavía estaba estupefacta. Era una tarde cálida, pero de todas formas la piel se me puso de gallina.

—¿Cómo es siquiera posible? ¡Es un doctor! No tenía pinta de cazar a nadie.

—Bueno, eso demuestra una vez más que las personas te pueden sorprender.

—¿Y ahora qué haremos? Dios ¿Qué pasa con Basha?

—Él tiene que saber algo —aseguró él.

—Seguro que sí —dije—. Cuando estábamos en la biblioteca de su casa, encontré un libro que hablaba sobre los vampiros y en cuanto él vio que lo estaba leyendo se enfureció, también estaba sorprendido, como si aquello no debería estar ahí, no en ese momento. ¿Crees que ahí tiene alguna clase de escondite secreto? Como... ¡Batman!

Levantó una ceja.

—¿Batman?

—Sí. En la película tocaba unos acordes en su piano y una puerta secreta se abría.

—¿Viste algún piano cerca? —preguntó.

—No, pero estoy segura que...—Me detuve, detectando su tono sarcástico—. Hablo en serio. Cuando Basha le dijo a su padre que estudiaríamos en la biblioteca, él le insistió que nos quedáramos en la sala.

Adam se quedó callado unos largos segundos, mirando a la nada, pero con el semblante vacilante. Tuve que resistir el impulso de preguntarle qué pensaba tanto. Pero creo que era lo mismo que yo.

—Debo ir a investigar si esconden algo más —sentenció Adam.

—Estamos hablando de entrar a la casa de un posible cazador. No deberías ir —dije, y tras una pausa agregué: —. Pero yo podría hacerlo.

Me miró fijamente.

—No —contestó frunciendo los labios—. Lo haré yo mismo. Estoy seguro que para entonces me habré recuperado totalmente. Tú tienes que ser capaz de actuar como si no supieras nada. Este descubrimiento no ha existido. Mantente alejada. Sé que puede resultar abrumador, así que dime si podrás manejarlo.

—Podré manejarlo. Pero me parece conveniente que tú te quedaras —respondí—. Basha me ha invitado a una fiesta que hará en su casa este sábado después del baile. Podría meterme y buscar algo más y de paso recuperar mi libro. Sería mi excusa.

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