Que visitas tan molestas

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El ambiente se sentía pesado, Gilbert estaba sentado a un lado de mí y Alfred se encontraba al otro lado, yo solo movía mis ojos de un lado a otro nervioso, esto era bastante extraño, sentí una mano en mi frente era Gilbert, la quito un momento cruzándose de brazos.

-¡Sí que estas caliente cejitas!-dijo riéndose, mis mejillas adquirieron un tono rojizo.

-¡Cállate!-desvíe mi mirada con el ceño fruncido, Alfred veía al albino con los ojos entrecerrados.

-No deberías de burlarte de un enfermo Gilbert- dijo con seriedad, tomó su mochila sacando algo, una bolsa de papel llena de grasa y con el símbolo del McDonald's, mis ojos se pusieron en blanco al ver la hamburguesa, el olor inundo mis fosas nasales, era demasiado fuerte; si apenas logré comer el horrible haggis de mi hermano sin vomitar la hamburguesa que me extendía Alfred lo lograría- Te traje esto Arthur, estoy completamente seguro que esto te hará sentir mucho mejor-dijo con una gran sonrisa.

-N-no...gracias...ya comí algo-dije tragando un poco de saliva volteando hacia el otro lado-puedes comértela tú-le dije.

-Pero te la traje a ti, ¡así que no aceptare un no por respuesta!-dejo la hamburguesa en su bolsa en mi mesita de noche- cómela cuando tengas hambre-le iba a responder pero otra voz interrumpió.

-No debes de obligarlo a comer algo si no quiere-dijo Gilbert viendo con el ceño fruncido a Alfred- lo que necesita el cejitas es descanso-respondió y tenía razón, su mirada se dirigió hacia mí- también te traje algo-dijo, alcé la ceja confundido, tomó su mochila y saco un objeto rectangular envuelto, el papel era verde, seguí viéndolo confundido mientras me daba el regalo, suspire.

-No debieron de traerme nada, solo estoy enfermo...-dije mientras iba quitando el papel con cuidado, mis ojos resplandecieron, mis manos temblaron de la emoción, era el libro que me había llamado la atención el otro día, vi a Gilbert, se rascaba la mejilla parecía nervioso.

-Parecía que querías de verdad ese libro pero no traías tu dinero contigo, y bueno...pensé que estaría bien darte este asombroso regalo como agradecimiento en ser mi tutor, claro que si sigues sintiéndote mal para el viernes podemos aplazarlo- explicó el albino, "tutor" mi cuerpo se giró un poco para ver a Alfred, sentía como el enojo salía de él, me miraba molesto, su respiración era lenta y pesada.

-¿Tan mal vas en calificaciones Gilbert que necesitas un tutor?-dijo mostrando una sonrisa sínica, volteé hacia Gilbert, tenía el ceño fruncido.

-Solo para una materia, pero no sé de qué te burlas "querido" mariscal de campo para nada asombroso, tus calificaciones no son para nada asombrosas que tú también necesitas un tutor-mis ojos regresaron hacía Alfred, sonreía enojado.

-De hecho le iba a pedir a Arthur que fuera mi tutor-me sonrió- ¿verdad Arthur que serás mi tutor?

-Lo siento, pero con el estrés que tiene Arthur no es bueno que tenga más trabajo, ¿no es cierto Arthur?-mis ojos se dirigieron hacia Gilbert.

-Vaya lo dices como si nada, pero al ser tu tutor le estarías haciendo precisamente eso-dijo Alfred, ellos dos hablaban mis ojos se movían de un lado a otro como su de un partido de tenis se tratara, un sudor frio recorrió mi espalda, ¿qué demonios estaba pasando? Mi tarde tranquila para recuperarme se estaba arruinando por esos dos, cada que quería decir algo uno de los dos me interrumpía para contestarle al otro, siguieron así hasta que mi paciencia termino.

-¡Ya cállense, los dos son tan molestos!-les grite, los dos me estaban viendo sorprendido, como si fueran dos niños pequeños se quedaron callados- Seré tutor de ambos, no tengo ningún estrés acumulado, solo fue un dolor de cabeza nada más así que dejen de pelear que les ayudare a ambos, ¿entendieron?- les dije, ellos dos solo asintieron en silencio- bien, los viernes terminando las clases vendremos aquí a mi casa y les ayudare a los dos ¿bien?- ellos volvieron a asentir, cerré mis ojos por un momento acostándome en mi cama- bien...ah...y...les agradezco de verdad los regalos...aunque no tenían que traerlos.

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