Ya tuve suficiente...

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La nariz me dolía horrores, no sabía que Arthur pudiera golpear tan fuerte aunque debí de imaginármelo ya que tiene cuatro hermanos mayores que siempre le han molestado; el sangrado no paraba pero eso era lo de menos, tuve que ir a la enfermería para que me diera una pastilla para el dolor. La enfermera me había preguntado que me había pasado, simplemente le contesté que me había golpeado con una puerta, si me creyó o no, no importaba, después de haberme dado esa pastilla salí de la enfermería dirigiéndome a mi salón.

No se supone que pasaría esto, se supone que después de decirle a Arthur que debía de estar conmigo lloraría un poco, me maldeciría claramente pero aceptaría mis sentimientos y el admitiría los suyos y viviríamos felices para siempre pero a cambio de eso me golpeo en la nariz para salir corriendo alejándose de mí; fruncí mi cenó, ¿por qué la vida no puede ser como las películas románticas?

Entré a mi salón dándole la nota a mi profesora de la enfermería, me fui a sentar en mi lugar viendo como seguían con la clase, veía varias veces al reloj, clase tras clase tras clase; quería hablar con Arthur, debía de darme una respuesta y no solo un simple golpe; me sentía tan frustrado. Las clases finalmente habían finalizado por lo que me levante de mi lugar y corrí hacia el salón de Arthur, espere a que saliera; veía como todos salían hasta me encontré con Francis, Antonio y Gilbert, quien me dedico una mirada de odio; para ser sincero no pensaba besar a Arthur pero se veía tan vulnerable que no pude resistirme para nada; me asomé al salón y ahí estaba tomando su mochila, se veía demasiado pálido, ¿por qué será?

-Arthur...-le llame, vi como dio un pequeño brinco dirigiendo su mirada hacía mi- ¿Podemos hablar sobre lo de hace un rato?-le pregunte, desvió la mirada.

-Tengo demasiadas cosas que hacer Alfred-me dijo saliendo rápido del salón, lo seguí- podemos hablar mañana-fruncí el ceño cuando a empezó a acelerar el paso.

-Es algo que no podemos dejar para otro día Arthur-le decía al mismo tiempo que aceleraba el paso.

-Pues tendrás que esperar-me dijo empezando a correr, no dejaría que se saliera con la suya.

-¡Arthur por dios!-le grite siguiéndolo, ¿desde cuando era tan rápido? -¡Necesitamos en serio hablar de esto!-le gritaba, no me importaba que los alumnos que seguían en la escuela se nos quedaban viendo; dio vuelta a un pasillo lo seguí pero no estaba, había desaparecido, seguramente estaba en algún salón, suspire pesadamente- Arthur, en serio que necesito hablar contigo sobre lo que paso, por favor cuando termines lo que sea que tengas que hacer...ve a mi casa hoy, por favor-dije para que donde sea que estuviera me escuchara; me di media vuelta alejándome de ahí, si no quería hablar ahora, bien...esperaba que fuera a mi casa.

Las horas pasaban, las ocho de la noche, eso marcaba el reloj me encontraba acostado en el sillón con una bolsa de papitas mientras veía la televisión, me encontraba completamente nervioso, desesperado, ansioso, quería que Arthur llegara de una vez a mi hogar. Las doce de la noche, no había llegado y eso me hacía sentir demasiado mal...hasta que escuche el timbre sonar, me levante rápido del sofá tirando la bolsa de papas al suelo, camino hacia la puerta arreglándome la ropa, sonríe en grande abriendo la puerta pero me lleve una sorpresa bastante desagradable; no era Arthur quien vino a verme, era su hermano Allistor.

-¿Dónde está?-pregunto, alcé una ceja.

-¿De quién hablas?-le pregunte, me hizo a un lado entrando a mi casa- ¡Oye, no te invite a pasar!-le dije, no mostraría miedo ante el hermano mayor de Arthur, no me hacía caso, se dirigió a la cocina, luego a la sala buscando en cada rincón.

-¿Dónde está ese maldito rabbit?- ¿rabbit? Ladeé la cabeza mientras me cruzaba de brazos, hasta que recordé que Arthur me había dicho que así lo había apodado.

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