CAPITULO 6

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" No somos fríos por falta de sentimientos, sino por abundancia de decepciones."
                          N.N.

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Cuando James vio a Mandy abandonar el abarrotado salón salió tras ella, pero antes de traspasar los ventanales franceses que daban a la terraza fue interceptado por Laughton, quien con su habitual laconismo dijo:

- Cuídala.

- ¿ Me estás dando la venia para cortejar a tu hermana mayor, Ray?- le interrrogó.

El rubio marqués, soltando una carcajada sardonica repindio:

- No lo creo necesario, Amanda es una mujer adulta. Pero es mi hermana y no permitiré que la hagan sufrir.

- Lo tendré en cuenta.- finalizo, dejando a Laughton en maniobras distractivas para ocultar su ausencia y la de Mandy.

Al llegar al extremo oriental de la terraza, vislumbró al objeto de sus deseos. Vestida de seda y chifón color violeta, parecía la misma diosa Afrodita, despertando en él recuerdos de tiempos lejanos, y deseos largamente negados. Su pelo rubio, tomado en un sencillo semitecogido adorbado con plumas a tono con el atuendo, acariciaba la base de su cuello, blanco como el ala de una paloma.

James sabía que Mandy era consciente de su presencia pero aún así, quiso torurarla con su proximidad, como lo venía haciendo desde que ella tenía quince años, cuando se dió cuenta que la atracción entre ellos, era irreversible.

Incapaz de soportar el sufrimiento que estaba provocando en la mujer que amaba, Hardcastle rompió el silencio:

Cuando me dijiste que atenderías asuntos urgentes en la capital, nunca esperé que se tratara de un baile, Mandy querida.- ni bien proferidas esas palabras,Hardcastle se arrepintió de haberlo hecho. Él bien sabía que Amanda rara vez se dejaba ver en veladas de ese tipo. Su madre, Laughton y sus informantes privados se lo habían comunicado: la condesa de Sundley sólo vivía para hacer feliz a su hijo. Por dicho motivo, no le extrañaría que su rubia razón de ser reaccionara con fiereza.

-Mi agenda no es asunto tuyo James.- la reacción de Mandy, le sorprendió. Parecía molesta,  pero a la vez denotaba cansancio, como si estuviera aburrida de dar cuenta por cada una de las decisiones que adoptaba.-Según tengo entendido, mis asuntos no te incumben.

Está última aclaración no gustó nada a James, pues él sí tenía derechos sobre ella, desde el momento en que rindió su corazón hace muchos años. Pero para no apresurar las cosas o molestar a la viuda, dijo:

- Discrepo contigo Amanda. Mientras compartamos la tutela de Nicholas, todo lo relativo a su bienestar es de mi incumbencia.- cuando tomó con delicadeza el brazo expuesto de la mujer, James al sentir el tacto de su piel aterciopelada, sintió como su torrente sanguíneo se aceleraba, despertando sensaciones que sólo Mandy, con sus besos y caricias podía morigerar, pero no podía mostrarse desesperado, e ignorando el deseo que pugnaba con el recato, dijo: - Y si eso supone poner límites a la vida social de su madre, pues créeme, lo haré.

- ¿Quién te crees que eres James ? - explotó Amanda, intentando zafarse del agarre masculino, pero los dedos del conde se cerraron como garras de acero en torno a la delicada extremidad femenina, pues no estaba dispuesto a sacrificar ese breve instante que el destino les estaba concediendo.- Según me dejaste en claro hace seis años, en esa carta infame en que me trataste de lo peor cuando supiste de mi boda con Rand, no te interesaba nada que tuviera que ver conmigo y con mi hijo.- la voz quebrada de la mujer, despertó en James el instinto
deprotegerla y acuñarla entre sus brazos.

Besos clandestinos ® #3 Serie MagníficosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora