PRIMER LIBRO FANFIC DE LA BILOGÍA "UNA MONARQUÍA JUNTOS"
Al finalizar la selección, América Singer se convirtió en "la Elegida" del príncipe Maxon Schreave para ser su esposa y la nueva princesa del reino de Illea. El nuevo cargo viene con diferent...
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¡La fiesta de bienvenida que la familia italiana preparó para nosotros se realizó de manera espectacular!
Los invitados estuvieron atentos a cualquiera de nuestros movimientos y fueron muy amables. En mi opinión, eso fue lo que sentí.
A penas entré al salón donde la celebración se llevaba a cabo, la prensa se acercó a mí para entrevistarme.
"¿Es usted la elegida? ¿Es cierto que tuvo rencillas con sus rivales? ¿Es amiga de la princesa Italiana?"
En algún momento de la noche, los flashes de las cámaras llegaron a atosigarme a tal punto que pensé que me iba a desmayar. Al parecer, la prensa amarillista italiana era muy persistente.
Entonces, me di cuenta de que, de ahora en adelante, si me casaba con Maxon y me convertía en princesa, mi vida sería así.
Aquella idea me asustaba un poco. No por todo el trabajo que caería en mis manos sino por la posibilidad de hacerlo mal.
Era consiente que no era un dechado de virtudes como las demás seleccionadas. No sabía el idioma de Nueva Asia ni bailar en pareja ni comportarme correctamente, pero aprendería.
Mi amor por Maxon era tan grande que estaba dispuesta a someterme a un exhaustivo curso de baile, protocolo e idiomas con Silvia.
No quería permitir que la prensa me criticara mal por mi comportamiento poco agraciado. Ni que criticaran a Maxon por elegirme.
Claro, estaba decidida a no dejar de ser yo misma. Podía fijarme la meta de ser una princesa de pies a cabeza, pero al termino del día seguiría siendo yo. Solamente, America Singer. Bueno, America Schreave.
—Lady America, me permite este baile—me preguntó alguien por detrás. Inmediatamente, reconocí su voz. Me di vuelta y le sonreí.
— ¡Amadeo!—grité alegremente sorprendida
— ¡America!—me saludó imitándome y nos unimos al vals.
Le di un golpecito en su hombro provocando que él hiciera una mueca.
— ¿Estas bien? —le pregunté al recordar que él se había hecho daño al salvarme...
Asintió
—Estoy bien. Mamá y mis tías me siguen viendo como un niñito al creer que necesito más descanso, pero, si me quedo una hora más en mi cama sin hacer nada, me voy a morir de aburrimiento— se quejó haciendo una mueca graciosa.
Solté una risilla llamando la atención de algunos periodistas.
—Supongo que extrañabas tus libros.
—Su pones muy bien, milady. —respondió con una mueca socarrona.
Sonreí
—Amadeo, te tengo que dar gracias por salvarme. Si no hubieras estado ahí en ese momento, el desenlace hubiera sido sombrío. Gracias—le dije con una sonrisa.
