PRIMER LIBRO FANFIC DE LA BILOGÍA "UNA MONARQUÍA JUNTOS"
Al finalizar la selección, América Singer se convirtió en "la Elegida" del príncipe Maxon Schreave para ser su esposa y la nueva princesa del reino de Illea. El nuevo cargo viene con diferent...
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Los aplausos no cesaron hasta que nos retiramos de la tarima para poder seguir con lo que dictaba protocolo.
Un guardia nos guio hacia un salón amplio y muy bien decorado. Otro grupo de guardias nos resguardaron de las personas que a toda costa querían acercarse a nosotros, especialmente, de la prensa.
Al llegar, Silvia se nos acercó y no indicó como iba a ser la agenda del día de hoy. Había mucho por hacer.
—Alteza, lady America, por aquí.
Primero, comenzamos con la preparación para la conferencia de prensa. Silvia me mencionó que esto era muy importante porque durante dicha conferencia se tomarían las primeras fotos oficiales de nosotros como prometidos, pero que, definitivamente, no iban a ser las únicas.
Como futura integrante de la familia real, se debía incorporar un retrato de mí antes de contraer nupcias con Maxon. Ese cuadro sería colgado en el pasillo de "las elegidas". Ahí, se encontraban varios de los retratos de las antiguas reinas antes de llegar a serlo.
Maxon me aseguró que el mío estaría junto al de su madre (porque ella había sido la última elegida).
El simple hecho que mi retrato estuviera junto al de la reina Amberly era ya un gran honor para mí porque no solo la admiraba sino que también la quería y esperaba a llegar a ser una verdadera hija para ella.
Antes de trasladarnos al salón donde la prensa estaría ya dispuesta en sus asientos, teníamos que retocarnos el peinado y maquillaje, en mi caso, para evitar malos entendidos. Con ese fin, se habían habilitado dos camerinos en cada una de las esquinas del salón.
Maxon estaba siendo atendido por su mayordomo que trataba de encontrar una corbata a juego con la tonalidad de mi vestido. No exageraba al aseverar que como mínimo se trajeron treinta tipos de corbatas con las tonalidades en rojo y dorado.
Incluso los gemelos de Maxon fueron cambiados por unos de tonalidad dorada.
Era impresionante el grado de perfección al que querían llegar. Mientras todo ello se llevaba a cabo, Silvia permanecía junto a él tratándole de explicar la apretada agenda del día de hoy.
En mi caso, decidí dirigirme al camerino que me correspondía y decidí tomar asiento mientras esperaba que los encargados llegasen. Al poco tiempo, una doncella se me acercó y realizó una reverencia que me dejo un poco sorprendida.
Entonces, fue cuando caí en la cuenta de que, de ahora en adelante, ese era el modo en que se me trataría. (Bueno, por lo menos después de mi boda)
—Su alteza—fuera la palabra exacta que utilizó para dirigirse a mí.
—Espera—la detuve un poco apenada—Aún no soy princesa. Puedes intentar llamarme por mi nombre. Solo America, por favor—le pedí—Aún no me puedo acostumbrar a todo esto.