♔ LA PRINCESA ♔ ( America Y Maxon )

♔ SEXTO CAPÍTULO ♔

A primera horas del día siguiente, sentí el abdomen de Maxon alejándose de mi espalda a pesar de estar cubierta con la tela mi bata.

Sus labios, antes de irse, se despidieron de mí dejando un casto beso en mi frente.

Inmediatamente, una sonrisa se hizo presente en mi boca, pero la pereza me ganó y no me pude despedir de él.

Una hora después, mis doncellas hicieron presencia en mi habitación. Al parecer, tenían más entusiasmo que nunca.

Paige, mientras tarareaba una canción, se encargó de preparar la bañera. May era la que se encararía de ponerme a listo con el maquillaje y el acicalado de mi cabello. Por otro lado, Anne estaba preparando el conjunto con el que me vestiría el día de hoy.

El ambiente estaba animado. Al pasar por las manos de mis doncellas, terminé irreconocible. En Illea, me había acostumbrado a portar trajes sobrios similares a los que se usarían en una cena de gala. Sin embargo, ahora estaba vestida con un traje menos... estructurado.

A simple vista, parecía hecho de una tela muy delgada no propia para el frio que reinaba en Italia, no obstante, mis doncellas se habían encargado de acondicionarlo para el clima actual.

El cuello era un poco descubierto y, junto a mi pecho, lleno de tela de encaje en un tono azul imperial. El largo de la falda llegaba hasta unos pocos centímetros arriba de mis tobillos. Y la caída era tipo sirena.

Realmente, me encantaba.

Al mirarme al espejo, puede vislumbrar a otra America. Me sentía con más confianza. Quizás, era tonto pensar que un poco de maquillaje y un vestido bonito eran la fuente de mi aumento de autoestima.

Pero lo que este nuevo cambio de imagen, en realidad me permitía ver más mi verdadero potencial.

Ser princesa, no solo eran los trajes y las coronas, sino también las obligaciones, pero eso no significaba que lo primero se dejaba de lado.

Desde que empezó la élite pude observar como la reina Amberly se desenvolvía. Con gracia y elegancia lograba manejar los asuntos de estado a pesar de su deteriorada salud.

Estaba decidida a no imitarla al cien por ciento, porque yo era una persona diferente, pero si quería poder lograr ser una buena heredera del cargo.

Antes de dejar mi habitación, les di algunas indicaciones a mis tres doncellas. En especial a Anne.

—No tienes por qué usar tu uniforme, Anne. —le dije

—Pero...

— Créeme, al príncipe Amadeo no le va incomodar. Es más usa una de los míos. Pero recuerda que debes sentirte cómoda. Vamos a ir a un orfanato—le advertí

—Ves, Anne—habló Mary— Debes hacerle caso. No se preocupe, señorita, nosotras nos encargaremos de ella.

—Gracias, chicas. Ah, otra cosa más. Anne, podrías alcanzarme este folder cuando nos vayamos. Por favor, ten mucho cuidado con cada una de las notas anexadas.