"Nuevas personas".

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Capítulo 19: "Nuevas personas".

Narrador omnisciente.

Diego abrió los ojos. Miró su techo blanco hasta sentir una mano cálida debajo de sus sábanas. Era Isabela. Saltó de un susto, saliendo rápidamente de la cama.

—Good morning, Diego. —Ladeo una sonrisa de oreja a oreja.

—¿Qué haces aquí? —Se percató que estaba desnudó a lo que se tapó con una almohada.

—Supongo que sabrás por qué estamos en una cama los dos desnudos.

—No... —Murmuró incrédulo. La había cagado. Se había acostado con su alumna.

[...]

—¿Ahora estás seguro de que nos acostamos? —Agarró una manzana Isa.

—Te aprovechaste de mi confianza. Fui un idiota. —Se maldecía así mismo.

—Diego. No te maltrates así, nadie hizo nada malo.

—Te equivocas —comentó dando paso adelante—. Me acosté con una alumna aun teniendo novia.

—Pero, eso nadie lo debe saber ¿o sí? —Cuestionó divertida.

—Vete de mi casa, ¡ahora! —Gritó alterado.

—Me iré, pero no te mortifiques. Nadie lo tiene que saber.

—Todo esto es tu culpa.

—Uhh, perdona. Fue mi culpa "obligarte" a tener relaciones. Toma un bañó para espabilar tu cerebro —dijo Isa con fastidió, marchándose.

P.O.V Isa Ana.

Salí de la casa de Diego. No me sentía mal por lo que habíamos hecho. Creó que al contrario aún tenía ese deseó de estar en su brazo.

Una llamada entrante estaba teniendo. El nombre de la persona al cual nunca temí en mi vida se encontraba en la pantalla del móvil. Decido contestar con temor.

—Hola.

—Mi amorcito ¿cómo está usted luego de pasar las grandiosas vacaciones? —Preguntó con una risa.

—Ve al grano.

—Quería comentarte por mi propia boca que si dices algo tu familia va...

—Me sé el cuento completo ¿Llamaste para eso? —Molesta con solo escuchar su voz.

—Yuridia murió —confesó.

—¿Qué? —Solté en shock.

—Y antes que hables. No, no la maté. Ella solita se mató en el bañó de su casa —dijo sin más.

—Y tú crees que crea ese cuento —reí irónica—. ¿La mataste? Le hiciste la vida miserable y no aguantó.

—Mmm, he descubierto que tu conocimiento es poder —Rio burlón.

—Déjame respirar tranquila. —Colgué enojada.

Yuridia no era una persona que le tenía un cariño especial. Pero, no quita que era unos de los juguetes de Agustín. La próxima iba ser yo si no hacía una jugada adelantada.

Abrí la puerta de mi casa. La cerré y con mi mochila caminé el pasillo que dirigía a la sala. Estaba silenciosa la casa, supuse que otra vez no estaba mi madre.

Cerré la puerta de la habitación con seguro y saqué la memoria de aquella cámara. Los deseos escondidos estaban guardados en una ficha de memoria.

Me duche y al terminar caí dormida en la cama, agotada físicamente y mentalmente. Las pesadillas habían vuelto, en todas estaban Agustín. Un gritó despavorido salió de mi ser, mi madre golpeó la puerta alarmada.

Me levanté agitada y con gotas de sudor a quitarle el seguro de la puerta. Pero, una persona desconocida se encontraba adelante de mis ojos.

No salían palabras para hablar. Solo estaba paralizada viendo fijamente al sujeto.

—Isabela. —Habló mi madre nerviosa, mirándonos.

—¿Quién coño es él? —Pregunté desconcertada.

—Isabela, te lo puedo explicar. Él es Nicolás Gonzáles un... amigo —dijo mirándolo a él.

—María... —reprochó.

Dediqué una media sonrisa disgustada, mirando de arriba a abajo al hombre alto de cuerpo flaco y cabello negro.

Di pasó hacia adelante yendo a la cocina para servirme un vaso de agua.

—¿Cómo te fue en el viaje? ¿Cuándo llegaste? —Preguntó rascándose la nuca.

—Hace poco —contesté sin dejar esa sonrisa perversa.

—Creo que es mejor irme —dijo Nicolás incómodo con la situación.

—No, mejor quédate —hablé amable tomando mi agua.

—Nicolás se debe ir. Espera que te tengo que dar algo —dijo mi madre yéndose a la habitación.

Quedamos los dos solos, en una tensión y silencio incómodo.

—Y cuéntame, ¿desde dónde se conocen mi madre y tú? —Pregunté interesada.

—Nos conocemos del trabajo. Somos amigos —me dijo.

Una gestó irónico salió al escuchar de nuevo la misma excusa barata.

Me acerqué apoyando mis brazos a la cabeza. Observé sus ojos de color miel y dije:

—No me creas estúpida Nicolás ¿Gonzáles? —Sonreí divertida.

Crucé los brazos quedando a centímetros a él y acomodé su camisa seductora.

—Cruzaste el campo de batalla —susurró en su oído.

—Aquí está tu bolso. —Apareció mi madre—. ¿Qué pasó? Pareces que viste un fantasma —bromeó ella ya que se percató de la cara de miedo que tenía él.

Reí.

—Adiós Nicolás Gonzáles. —Despedí yendo al cuarto.

«Pobre de él haber entrado en esta casa».

Mi celular sonó en repetidas veces. Desbloqueo el whatssap y me doy de cuenta de algo particular. Un nuevo grupo.

Grupo de A&M

+540351**** ~Lucía Funk~

Bienvenidas al grupo de Ana y Mía.

[...]







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