"Ecos de auxilio".

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Capítulo 16: "Ecos De Auxilio".

P.O.V Diego.

—Diego, ayúdame... por favor desperté agitado tras haber soñado algo sumamente extraño referido con Isabela.

Miré a mi lado y Cathe estaba durmiendo. Repase mis manos por la frente sudada. Me levanté a tomar algo de agua y calmar mi corazón que latía más rápido de lo habitual.

—¿Qué fue eso? ¿Por qué lo soñé? —Me preguntaba mientras tomaba del vaso.

A oscuras eché una mirada a la cocina y volví a dormir.

👑⏳👑

—¿Has visto el Jumper que tenía esa nena, creó que se llama Gutiérrez? —dijo conversando con las demás profesoras.

—Lo sé. No entiendo los jóvenes de ahora, mostrando el culo. Dicen que tiene dos novios esa niña —comentó impactada.

—¡Por dios!

Solté un gestó de fastidió, siempre los profesores hablaban mal de algunos alumnos.

—Por cierto, vieron que regreso esa chiquita... —dijo concentrada en acordarse de la siguiente persona quien le iban a sacar el hilo. Hizo un chasquido—. Ya me acordé, Isabela Castillo.

La cuchara se resbaló de mis manos al escuchar el nombre.

—Ay sí, ya no es una planta —burlaron.

«¿Planta?», pensé.

Iba a responderles a esas profesoras chismosas.

—¡Buenos días! —Abrió la puerta, dando presencia Luis.

Lo saludaron con alegría dejando el tema.

—¿Cómo estas, Diego? —Se acercó amigable a prepararse su café.

—Bien, ¿Y tú?

—También, aquí con todo el Flow, como dicen los chicos —dijo divertido, no pude evitar reír por su actitud espontánea—. Mmm..., esas ojeras —agregó notando mi cansancio.

—Anoche no pude dormir bien. Tuve una pesadilla —confesé.

—¿En serio? ¿Y de que se trataba? —Preguntó curioso.

Suspiró dudoso por lo siguiente que iba a contarle. Salimos de ahí, ya que era importante y secreto lo que iba a confesarle.

Lo miró, y digo:

—Isabela —contesté serio—, se trataba de Isabela —agregué asegurando lo que estaba diciendo.

Su expresión se tornó como la mía.

—¿Isabela Castillo? —repitió el nombre, asimilando la locura que estaba contando. Porque si no lo ven, esto es una locura, un profesor soñando con una alumna. Hasta a mí me da miedo.

—¿Y que soñaste? —Preguntó siguiendo la conversación.

Suspiró angustiado.

—Recuerdo que estaba todo oscuro, apenas había luz. Tenía cadenas en sus pies y gritaba por ayuda, suplicaba que la salve.

—No sé que decirte —comentó impactado.

—Siento algo en mi pecho. Como algo pesado, Luis —decía tratando de explicar algo... difícil, verdaderamente.

—Sabes, no te conté esto, pero la otra vez Isabela me amenazó —confesó sincero.

—¿Cómo? —Fruncí el ceño.

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