Es lunes por la noche. Hoy en la mañana entró un joven a la cafetería en la que trabajo, era muy muy atractivo, llevaba puesto unos jeans un poco gastados, con una franela color azul, un color vivo que hacia resaltar la blancura de su piel. Sólo pidió un pedazo de torta con un café, al pedir su orden mis oídos fueron cautivados con esa melodiosa y varonil voz que poseía aquel joven. Me brindó una sonrisa cálida y radiante que hizo juego con sus facciones. Mis manos temblaban al tratar de servir su pedido.
¡Era realmente guapo!.
Al llevarle el pedazo de torta junto con el café me dio las gracias y salió por esa puerta dejándome con las ganas de volverlo a ver. Suspiré cuando se perdió de mi vista. Estas eran las horas de las noche y aún seguía vagando por mis pensamientos.
Eres realmente alucinante, y puedo ver que no te das cuenta de ello, no pareces caminar con soberbia, ni mirar a la gente por en cima del hombro. Tus gestos son cálidos, con ellos das a entender que no pretendes comerte el mundo. Hay algo en ti que cautiva desde el primer instante y deja emociones desbordándose. Es inútil que escriba todo esto aún cuando ni si quiera se tu nombre, y posiblemente no nos volvamos a ver, aunque es una idea que me niego a aceptar.
-Natalia
09-01-2010
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Cartas al joven del café
RomanceElla nunca se cansó de escribir, ella nunca se cansó de amar. Quien diría que algo efímero podría convertirse en algo duradero, apasionado, arrebatado.