Berta Stan corría despavorida por las calles del vecindario. Annabeth, su pequeña, su sol y a la vez su luna, no se encontraba en la cama. Poco le importaba a ella que su pequeña ya no fuese tan pequeña, porque ¿qué tan importantes podían ser catorce años?
Ella conocía bien a su hija. Aquella niña de rizos rojizos era incapaz de poner a su madre en tan terrible situación. Aquella niña que cualquier absurdez hacía llegar a los oídos de su madre, como si fuese el más grande de los dramas. Berta todavía recordaba cuando, hacía tan solo unos meses, Annabeth había ido corriendo hacia ella con las mejillas empapadas de lágrimas. 'Mi pequeña, ¿qué ocurre?' le había preguntado la madre con el corazón desbordado. Odiaba ver triste a su niñita, y a ésta no se le pasaba por alto. 'Mamá, Oliver me ha robado el estuche de conejitos' contestó la niña. El rostro inocente de Annabeth la había impulsado a correr a casa de aquel chiquillo y recuperar, aunque a base de algún que otro grito, el preciado estuche de tela de su hija.
Pero ahora su pequeña había desaparecido, y nadie, salvo la vieja mujer que vivía a dos casas de ellas, parecía querer escucharla.

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Pide un deseo, Annabeth
ContoLa familia, el pasado y el presente son tres ejes que se entrelazan entre sí. Annabeth Stan a sus catorce años de edad solo conoce el presente. Pero sabe que hubo un pasado: uno con un padre que se marchó y una abuela de largos cabellos. Sabe que su...