"Soy un estúpido" Parte 2-

250 7 0
                                    

Allí no había más que tres pequeñas marcas de dientes. Eso era todo. Tres marcas rojizas y algo inflamadas, tan pequeñas casi como alfileres. Y ni siquiera sangraban, además.

El brazo estaba cubierto de sangre y el origen de todo, al parecer, en aquellas marcas de dientes. Tenía sangre, pero apenas había herida.

-Ya te he dicho que no era grave. –Harry retiró el brazo en seguida y se bajó la manga.

-¿Cómo puede ser? –Me quedé mirándolo.

-Sangro con facilidad. Soy hemofílico –respondió Harry y, no sé por qué, su respuesta me provocó una sonrisa socarrona.

-No, eso es imposible –dije, negando con la cabeza-. He oído el crujido del hueso cuando ese perro te ha mordido. Es imposible que unas heridas tan superficiales como éstas hayan podido llegar hasta el hueso.

-Ha sido todo muy rápido. Es imposible que estés segura de lo que has oído –dijo, tratando de ofrecer una explicación.

-¡ Sé perfectamente lo que he oído! –dije, con mayor convicción de la que en realidad sentía-. Deberías tener unas marcas de mordiscos increíbles, y a lo mejor hasta el brazo roto. ¿Cómo te has arreglado para acabar con ese perro?

-Tú misma lo has visto. –Me miró con escepticismo, pero en sus ojos se estaba gestando alguna cosa que me resultaba imposible de adivinar.

-¡Ese perro era enorme, y estaba enloquecido! –Me vino a la cabeza la imagen de Harry deteniéndolo con una sola mano antes de aplastarlo contra el suelo. El animal pesaba a buen seguro más de cuarenta kilos, y se le había agarrado al brazo con los dientes-. Es humanamente imposible detener a un perro como ése, sobre todo sin que haya habido antes algo de pelea por medio… ¡y tú no tienes más que una pequeña marca de mordiscos! Si se pudiese derrotar a un perro así con esa facilidad…

-¿Qué pretendes decir? –Harry me miró entornando los ojos, aunque su mirada volvía a brillar. Comprendí que esperaba que yo misma lo adivinara.

-Has recibido un mordisco tremendo, pero apenas hay herida, y … y tienes una fuerza sobrehumana y… todo el mundo quiere sexo contigo y… ¡no tienes temperatura!

Me mordí el labio, sin levantar la vista. Por mucho que intentara adivinarlo, nada de aquello tenía sentido. Sentía la mirada de Harry sobre mí, pero era incapaz de unir las distintas piezas de aquel rompecabezas.

-¿Y? –preguntó Harry, animándome.

-Y… -Levanté los brazos, totalmente exasperada-. ¡Y yo qué sé! ¡Eres un hombre lobo!

Harry rió burlón y se sintió defraudado.

-Los hombres lobo no existen. –Puso casi los ojos en blanco y abrió la puerta del coche.

-¿Qué otra cosa puede ser? –gimoteé, pero Harry cerró la puerta en lugar a responderme. Rodeé el vehículo corriendo y entré en el coche-. ¿Qué es esto, Harry?

-He sangrado mucho, estás confusa porque te han superado las emociones; mi adrenalina me ha dado la fuerza suficiente para acabar con ese perro y da la casualidad de que soy tremendamente atractivo –me explicó, pero su tono era de broma, sobre todo cuando dijo lo del atractivo-. Ah, y claro que tengo temperatura. Todo tiene temperatura.

-De acuerdo, sí, pero no tienes la temperatura normal de cualquier persona.

-¿Qué eres tú? ¿Un termómetro andante? –Harry puso el coche en marcha y se quedó mirándome.

-¿Adónde vamos? –le pregunté, sin hacer caso a su pregunta.

-Te llevo a casa –dijo, y añadió a continuación-: Se acabó la noche. Nos vemos mañana. Me parece que la noche ya ha sido lo bastante larga para ti. Además, mañana tienes clase, ¿lo has olvidado?

-Pero de todos modos tienes que ir al hospital –le aconsejé-. Ese mordisco te ha rasgado la piel, es imprescindible que te vacunes contra la rabia.

-No. –Arrancó y puso música, pero bajita, para que pudiéramos seguir hablando.

-Mira, sé que las heridas no son muy grandes, pero si la saliva de ese perro entra en contacto con tu sangre, te dará rabia –le dije-. He leído un libro de Chuck Palahniuk que habla sobre la rabia, así que podría decirse que soy casi una experta. La rabia se transmite incluso por contacto sexual.

-Pues, por suerte para ti –y al decir aquello se interrumpió para guiñarme un ojo, a lo que yo respondí poniendo los ojos en blanco-., no tengo la rabia.

-Eso no lo sabes –dije-. No te va a pasar nada por ponerte esa estúpida vacuna.

-Ni hablar, ___ ; no necesito ninguna vacuna. –Me miró, muy serio, y al final caí en la cuenta.

-No puedes contraer la rabia. –Suspiré y recosté la cabeza en el asiento-. Eso echa por tierra mi teoría del hombre lobo.

-Ya te he dicho que no existen.

-¿Y se trata sólo de la rabia o lo tuyo es extensible a cualquier enfermedad contagiosa? –le pregunté, no demasiado segura de que fuera a responderme-. Dios mío. Ya veo. Cualquier enfermedad, ¿verdad? ¿Cualquier tipo de enfermedad?

-Has tenido una noche demasiado intensa –dijo Harry sin levantar la voz-. Creo que lo mejor será que lo dejemos correr por hoy.

-Pero… -empecé, dispuesta a protestar. Sin embargo, no se me ocurría nada con lo que contrarrestarlo. La situación empezaba a ser desquiciante y él, por el motivo que fuera, seguía sin poder explicarme qué era todo aquello. Y yo me sentía cada vez más frustrada y más perpleja-. Estás bien, ¿verdad?

-¿A qué te refieres?

-A que… has resultado herido por mi culpa, y sólo quiero tener la seguridad de que estés bien. –Probablemente, ésa sería la única información que obtendría, así que no tenía más remedio que conformarme con eso.

-Sí, estoy bien. –Harry me sonrió. Habíamos llegado a mi casa, pero no quería bajar.

-Esto es injusto –refunfuñé, mientras abría la puerta.

-¿Sabes cuál es tu problema? –me preguntó, lanzándome una extraña mirada-. Que te preocupas demasiado.

-Sí- Ése es precisamente mi problema –murmuré, y salí del coche.

Harry seguía riendo cuando arrancó de nuevo. Me quedé un minuto en la acera, intentando poner todo aquello en perspectiva. Sí, Harry había matado a un perro rabioso y sus heridas se habían curado como por arte de magia, pero me había salvado la vida. Una vez más.

¿Blood or love? {Harry Styles /Zayn Malik y tu}/ Terminada<3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora