Capítulo 2: El chico nuevo

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La clase parecía ser eterna, la profesora hablaba y hablaba. Yo miraba la pizarra, pero pensaba en todo menos en la clase. No podía concentrarme, mi mente repetía una y otra vez el sueño de la noche anterior.

Un señor se acercó a la puerta y le hizo una seña a la profesora para que se acercara, esta se disculpó con la clase y fue hacia él. Fue entonces cuando el señor se movió a un lado y un chico de nuestra edad apareció detrás.

*Yo lo he visto antes, pero ¿Dónde?*

Rastas largas, sujetas con una cola y una gorra encima, ropa ancha al estilo hip hop.

Después de explicarle algunas cosas, el señor se despidió de la profesora y se fue. Esta entró de nuevo al salón de clase seguida por quién pensé que sería "el chico nuevo", aunque tal vez no, ya que no traía ninguna mochila.

—Alumnos, saluden al nuevo estudiantes, Tom Kaulitz. —Dijo la profesora.

Uno que otro dijo "hola Tom", pero sin ganas. Yo no dije nada, solo me quedé observándolo. Se me hacía increíblemente familiar y ahora que sabía su nombre, todavía más.

—Tom, ¿Hay algo que quieras contarnos sobre ti?

—No, nada, guapa. —Respondió Tom.

¿¿¿¿Pero qué había dicho???? Muchos de los alumnos se empezaron a reír, yo incluido. Tratamos de disimular nuestras risas, pero aún así se escuchaban.

La profesora se limitó a decir —Siéntate. —Seria y molesta por el comentario/la falta de respeto por parte de Tom.

Él caminó con paso lento, buscando un lugar libre para sentarse. Mientras lo hacía, miraba, sin molestarse en ser discreto, a cada uno de nosotros, como si estuviera inspeccionándonos. Se podía deducir que se creía superior. Como siempre, el único asiento libre era el que estaba a mi lado. No era ninguna sorpresa que nadie se haya querido sentar junto al chico raro del salón.

Cuando Tom se sentó, giré la cara un poco para verlo. No sé exactamente por qué, pero había algo en él que me llamaba la atención. Intercambiamos miradas, él me observó extrañado y alzó las cejas algo sorprendido. ¿Tal vez porque usaba maquillaje? No lo sé.

—¿Dónde están tus libros? —Preguntó la profesora.

Él solo se recostó sobre la carpeta, dejando que esta se sostenga solo por las patas traseras y comenzó a balancearse un poco hacia adelante y hacia atrás, con una sonrisa burlona en el rostro.

—No los necesito, linda. No voy a quedarme mucho tiempo.

—¿Acaso no le interesa mi clase? —Dijo con tono serio.

—Ehhh... No. —Dijo toqueteando el piercing que tenía en el labio inferior, con la lengua, mientras sonreía de manera coqueta.

Algunos estaban boquiabiertos, otros se reían a escondidas por la actitud de Tom y las chicas soltaban risitas nerviosas. Se podía escuchar uno que otro comentario diciendo "es tan lindo". La profesora respiró profundamente tratando de calmarse para no perder la paciencia, luego giró y empezó a apuntar cosas en la pizarra. Tom se echó a reír.

Hubo un momento en que la clase se tornó tan aburrida que sin querer me quedé dormido. No sé en qué momento pasó, solo sé que tuve el mismo sueño de anoche, aunque esta vez no fue tan largo. Solo soñé la parte del zumbido, donde ambos poníamos las manos sobre el espejo para no separarnos.

Fue tan vergonzoso, me desperté gritando "Tom" igual que la última vez. Hubiera sido peor, si no fuera por el hecho de que alguien a mi lado, quién al parecer también se había quedado dormido, despertó gritando un nombre que yo conocía a la perfección, "Bill". No le presté mucha atención al hecho de que había gritado mi nombre, ya que estaba muy ocupado tratando de esconderme de las miradas y las risas burlonas de mis compañeros de clase. La profesora me miraba seria, mientras los demás seguían riéndose. Pero luego cambió su mirada de dirección a la persona sentada a mi lado, quién se dejó caer un poco en el asiento, bajando su gorra con la mano para cubrirse la cara, también avergonzado.

—Quedarse dormido en clase no es una buena forma de empezar, joven Kaulitz. —Dijo la profesora, molesta. -Usted y el joven Trümper se quedarán castigados después de clase.

—Hmm... No, no lo creo. —Dijo Tom, volviendo a sentarse bien en su carpeta.

Me pregunto si esa actitud desafiante será parte de su personalidad ó si solo es pura pose...

—¿Cómo ha dicho? —Preguntó la profesora extrañada.

—Tengo planes, no me pienso quedar. —Pasó la mirada por el salón hasta que sus ojos se quedaron fijos en Eva, una chica alta, bonita y de buen cuerpo, quién al parecer había captado la atención de Tom. —¿Qué dices? ¿Quieres pasar el día conmigo?

—¡Claro! —Dijo Eva algo tímida y sorprendida, pero a la vez increíblemente feliz.

Tom miró de nuevo a la profesora. —¿Lo ves? Yo sí tengo una vida, no me quedo todo el tiempo en este colegio de mierda como otras personas. —Okay, creo que ahora sí se pasó.

Sacó una cajetilla de cigarros y de lo más desinteresado se colocó uno en los labios, mientras buscaba el encendedor en sus bolsillos.

—Si se atreve a encender eso, irá a la oficina del director. —Dijo la profesora como última advertencia.

Tom sonrió de manera traviesa y malvada, mientras sostenía el encendedor que ya había encontrado y hacía como que estaba a punto de prender el cigarro. La profesora lo miraba atónita, era la primera vez que alguien la desafiaba de esa manera. Por fin encendió el cigarro y guardó el encendedor en su bolsillo. ¡La profesora estaba más furiosa que nunca! Parecía que su cabeza fuera a explotar en cualquier momento. Le ordenó que se retirara y fuera a la oficina del director.

—Como quieras. —Se levantó, le dio una última calada a su cigarro y lo apagó en el escritorio de la profesora. Todos estaban atónitos. Tom se paró en la puerta, le dio una última mirada al salón, a los alumnos y a la profesora. Se rió y se fue de lo más tranquilo.

Mi alma gemelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora