Capítulo 16: Decepción

231 35 4
                                    

—¿Me vas a contar o no?

—¿Cuántas veces tengo que decirte que no es asunto tuyo?

Ahí estaba él. El mismo Tom de siempre, haciéndose de rogar como de costumbre. Sin embargo, había algo diferente en él, un brillo en su mirada que nunca había visto, aunque hayamos sido amigos desde niños. Los tres estábamos en el tren camino a Zielitz Ort, donde cada uno tomaría un bus que lo llevaría a su casa. Al menos ellos, ya que no había buses que fueran a Schricke, por obvias razones. Tom y Bill compartían un asiento, Tom estaba al lado de la ventana. Yo estaba sentado al frente tratando de entender y no malinterpretar su extraño comportamiento. Bill llevaba todo el camino insistiendo en que le contara no sé qué, y Tom, como siempre, se negaba a hacerlo. Hubo un momento en el que por fin dejó de insistir, pero la tranquilidad no duró mucho. Tom tenía la mirada fija en el exterior, en el paisaje que se podía ver al otro lado de la ventana. Bill solo lo miraba. Era tan extraño... Cuando Tom volteó, me imagino que para decirle que lo dejara tranquilo, este le sacó la lengua y empezó a hacer caras raras. Tom simplemente se rió.

—Serás idiota. —Dijo Tom pasándole la mano por el cabello, despeinándolo, como quien molesta a su hermano menor.

—Al menos te hice reír. —Respondió Bill con una sonrisa de oreja a oreja.

—Dios, paren ya. —Dije cansado de todo lo que estaba pasando. —Ahora entiendo porqué todos dicen que son pareja.

—¿Todos dicen eso? —Preguntó Tom y se quedó pensando un momento en qué iba a hacer al respecto. —Me da igual, que piensen lo que les dé la gana... ¿O a ti te molesta? —Le preguntó a Bill.

—Me incomoda, pero lo superaré.

—Vale, pero si alguien se mete contigo o te molesta por eso, avísame.

—Bipolaridad. —Le dije a Tom.

—¿Qué? —Me miró confundido, como si hubiera dicho la cosa con menos sentido del mundo.

—¿Eres bipolar, no?

—¿Por qué la obsesión por diagnosticarme? Yo no tengo nada...

—¡Tienes que! Hace un rato me estabas diciendo que no le haría ningún bien a Bill que lo pares defendiendo y ahora acabas de decirle que si alguien se mete con él, que te avise, sin mencionar que te volviste a meter en una pelea que no te correspondía al defenderlo de Dirk y Nicolas. ¿Ves? Sí eres bipolar. —Se quedó pensando.

—No lo soy, pero tienes razón. —Volteó a ver a Bill. —Estás solo. —Me reí. Más bipolar, imposible.

Bill me miró molesto. —¿Gracias, ah?

—Cuando quieras. —Tom y yo nos reímos.

Cada uno se concentró en lo suyo. Bill sacó su celular y empezó a jugar, Tom volvió a dirigir la mirada hacia la ventana, y yo empecé a ver a las personas que iban en el tren con nosotros. Había distintos tipos. Una mujer embarazada, niños, grupos de amigos, parejas, Fabian... Un minuto, ¿¿Fabian?? ¿Qué hacía él acá? Estaba demasiado cerca de Schricke, no debería arriesgarse. Y digamos que su táctica de ocultarse con un periódico no estaba funcionando.

—Tom. —Le dije en voz baja. —Voltea a tu izquierda. —Al principio dudó en hacerlo, pero al final lo hizo y al ver a Fabian pegó un salto.

—¿Qué? Pero... Creí que habías dicho que ninguno de nosotros debía estar cerca de Schricke.

—¿Por qué? ¿Qué pasó? —Intervino Bill.

—¡Shhhh! —Dijimos Tom y yo al unísono. —No es asunto tuyo. —Bill se cruzó de brazos, molesto.

Mi alma gemelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora