Capítulo 19: Tom... ¿Dónde estás?

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Salí del baño lentamente y asomé la cabeza hacia el pasillo, viendo a la derecha y luego a la izquierda, para asegurarme de que Tom no estuviera cerca. El pasillo estaba vacío, todos estaban en clases y yo salí un momento con la excusa de querer ir al baño, aunque en realidad lo que quería era despejar mi mente. Dí un paso al frente y empecé a caminar a lo largo del corredor.

Hoy se cumplían dos meses desde que me enteré que Tom era parte de Die Unantastbaren(1). La primera semana me había perseguido todo el tiempo, exigiendo que lo olvidara e hiciera como si nunca me hubiera enterado, pero no podía. Había crecido viendo en noticias todo el daño que Die Unantastbaren causaban y escuchando a mi papá hablar de ellos y de lo peligrosos que eran. No estaba seguro exactamente de cómo se relacionaban ellos con mi papá, ya que él era abogado y no policía, pero por alguna razón siempre estaba al tanto de todo y trabajaba junto con las autoridades tratando de encontrarlos. Varias veces me cuestioné si debía decirle a mi papá lo que sabía... Porque después de todo, nadie sabe quiénes forman la mafia de Die Unantastbarem. Todos menos yo. Yo conocía a dos, a Fabian y a Tom; y también sabía que Jörg era uno de ellos aunque no lo conociera personalmente. Pero... No... No podía. No me sentía capaz de delatarlos, a pesar de que siempre les tuve miedo y el darme cuenta de que Tom era uno de ellos... Simplemente era una noticia muy fuerte que no podría ignorar así como así. Yo me limitaba a darme la vuelta cada vez que lo veía acercarse, a ignorar sus notas en clase o a fingir que no estaba cada vez que iba a buscarme a mi casa. Supongo que se habrá rendido, porque después de la primera semana no volví a saber de él. No lo había visto en clase o en los pasillos, era como si hubiera dejado de venir al colegio. A veces se le daba por faltar y no significaba que tuviera algún problema, sino solo que no le había dado la gana de venir. Por esa razón, no le dí importancia. De todos modos, me había jurado a mí mismo que me alejaría de él. No quería tener nada que ver con el hijo de un mafioso y mucho menos si era el hijo del líder. Lo mejor para mí era superar lo que había pasado entre nosotros y seguir con mi vida. Eso era lo correcto. Aunque muchas veces lo correcto no es lo más fácil de hacer o lo que nos hace felices. Yo me había sentido realmente bien al estar cerca de él. Cuando se quedaba a dormir en mi casa, cuando nos salteábamos las clases y pasábamos toda la mañana en el Oberstufenraum(2) o cuando nos mandábamos notas en clase para no volver a quedarnos dormidos como la primera vez. También estaba aquella noche... La noche en la que casi dormimos juntos. No llegó a pasar nada, pero ambos queríamos. Nunca me había sentido tan cerca a alguien antes... Y me gustó.

Mierda, como lo extrañaba.

—Bill. —Escuché que alguien me llamaba. Paré de golpe y dí la vuelta lentamente. La tensión desapareció cuando me dí cuenta de quién se trataba.

—Me asustaste. —Andreas se acercó.

—¿Por qué? ¿Esperabas a alguien más?

—No. —Dije en un vago intento de sonar firme, sin mucho éxito.

*Sí... ¡Sí, esperaba a Tom!*

Andreas me recordaba tanto a él en tantas maneras. Cómo caminaba, cómo hablaba, el carácter que tenía... Ambos tenían el mismo sentido del humor, eran demasiado sarcásticos a veces y ambos parecían disfrutar haciendo renegar a la gente. Sin mencionar que los dos tenían personalidades impulsivas y eran bastante agresivos. Aunque no podía quejarme, desde que se enteró que Tom y yo éramos amigos, no se había vuelto a meter conmigo. Seguía parando con Dirk y Nicolas, pero ya no les seguía la corriente cuando me querían molestar. Claro que lo hacía a su manera, Tom peleaba por mí y Andreas solo decía que yo no valía la pena. Era ofensivo, pero me ayudaba.

—Como sea, ¿Has sabido algo de Tom? —Me preguntó y no pude evitar sorprenderme. Se suponía que eran mejores amigos y aún así no sabía nada de él. Que raro. Negué con la cabeza y por primera vez noté algo en sus ojos que nunca había visto en tantos años de conocerlo, preocupación. —¿No te ha buscado?

Mi alma gemelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora