Capítulo 7: El intruso

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—¡Auch! ¡Mira por dónde vas!

—Lo siento...

—¡¡Bill!!

—Ya, ya. Está bien... —Por lo visto, no importaba la situación. No podía volver a decir "Lo siento" si no quería que Tom se sintiera mal y, obviamente, no quería que se sintiera así. Supongo que tendré que acostumbrarme.

—¿Qué es esto...?

—¡No, Tom, no toques nada! —Grité entre susurros. Se escuchó un ruido, como si algo de vidrio se rompiera.

—Ups.

—¡Tom, no seas burro! —Acabábamos de entrar a mi casa. Eran como las 4:20am, de modo que todo estaba oscuro. No me atreví a encender las luces. Con suerte, mis papás seguirían durmiendo y no se habrían dado cuenta de que salí, así que no me arriesgaría a despertarlos. —Sube las escaleras y no toques nada.

—Ya y... ¿Dónde se supone que están las escaleras? —Verdad. Había olvidado por completo que esta era la primera vez que Tom venía a mi casa.

—Solo ve de frente, pero...

—¡Auch!

—...Pero ten cuidado con la mesa.

—Mejor date prisa y cierra la puerta con llave, para que me digas como demonios llegar a tu habitación.

—Está bien, está bien. —Dije mientras trataba de encajar la llave en la cerradura. —Mierda...

—¿Qué tan difícil es ponerle llave a la puerta de tu propia casa?

—Si no ves nada, bastante. —Seguí tratando.

—Bill...

—Ya. -Por fin logré encajar la llave y, rápidamente, la giré para asegurarla. —Listo.

—¡Al fin!

—¿Dónde estás? —Estaba demasiado oscuro, no veía absolutamente nada.

—Por aquí. —Avancé hacia él.

—No puede ser, si por ahí hay una mesa...

—Había, ya la moví.

—Ah, vale. —Avancé confiado, pero no llegué muy lejos, ya que me golpeé con algo. —¡Auch! ¿Qué es esto?

—La mesa. —Dijo Tom entre risas aparentemente disimuladas.

—Muy gracioso. —Rodeé la mesa y avancé, con cuidado esta vez. —¿Tom?

—Acá. Tú solo sigue mi dulce voz. —No pude evitar soltar una pequeña risa. Sentí una mano en mi hombro y me sobresalté. —Calma, soy yo. —Puse mi mano sobre la suya y, tomándola, nos dirigí a la escalera.

Subimos lentamente, tratando de no hacer ruido, hasta llegar al segundo piso. Aún con Tom de la mano, apoyé la mano que tenía libre en la pared y fui guiándome hacia mi habitación. Una vez que llegamos a la puerta de mi cuarto, la abrí rápidamente y empujé a Tom dentro. Cerré la puerta detrás de nosotros y, por fin, encendí la luz.

—¡Al fin!

—Si, pero no hagas bulla o... —De repente escuché un "¡BOOM!" —¡Tom! —Se había tirado en mi cama.

—Shhh, calla y déjame dormir. —Que gracioso, encima que dejo que se quede en mi casa, me calla y se adueña de mi cama.

—Oye. —Lo llamé, mientras me acercaba a él, aparentemente calmado. —Tom...

—¿Hum? —Dijo con los ojos cerrados.

—¿Estás cómodo?

—Sí...

Mi alma gemelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora