Capítulo 5: Trastorno bipolar

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Llegué al colegio corriendo, se me había hecho tarde. Corrí a lo largo del corredor, chocando con algunas personas, las cuales no dudaron en mandarme a la mierda. Yo solo grité "¡Disculpa!" y seguí corriendo. No me molesté en ir a mi casillero por mis libros, ya era demasiado tarde y había dejado la llave... ¡En casa! Puta madre. Bueno, ya no importa, ya le pediría un lapicero y una hoja a quien se sentara a mi costado. ¡Pero si nunca nadie se sentaba a mi costado! Mierda.

Aunque si mal lo recuerdo... Alguien se sentó a mi costado la clase pasada... Alguien como...

*Tom.*

¿Dónde estará? ¿Habrá venido hoy al colegio? Esas preguntas solo me hicieron acelerar el paso todavía más. Lo malo fue que, por alguna razón, había dormido pésimo anoche. Como si hubiera dormido en el suelo. Tenía los músculos increíblemente tensos y me dolía todo, y para remate, como suelo ser un poco torpe, no calculé la velocidad a la que estaba yendo y no pude parar cuando estuve a punto de chocar con la profesora, quien estaba hablando con un alumno afuera del salón de clase y bueno... Digamos que... Me estrellé contra ellos.

El alumno, estaba de espaldas a mí, hablando con la profesora. Fue muy raro, porque como si supiera que me iba a chocar contra él, se apartó en el último minuto. Eso fue lo bueno. Lo malo, fue que me estampé contra la profesora y ambos caímos al suelo. Para empeorar las cosas, si era posible, yo caí sobre ella.

—¡¡¡¡¡¡¡¡TRÜMPER!!!!!!!! —Gritó histérica la profesora.

—Perdón, perdón, lo siento. —Dije mientras me levantaba y la ayudaba a levantarse.

El chico, que por suerte se había apartado justo a tiempo, se empezó a reír. No, reír es poco ¡Se estaba carcajeando en nuestra cara! Estaba completamente rojo y un poco más y se le saltaban las lágrimas por reírse tanto. Nos señalaba con el dedo y se seguía riendo.

—¡Kaulitz, ya basta! —Dijo la profesora entre ofendida y molesta.

*Ese tal Kaulitz es un imbécil por burlarse así. Es que claro, como no fue él quien se cayó, entonces...*

Ahí reaccioné.

*¿¿¿¿KAULITZ????*

Volteé rápidamente para asegurarme si era él. Cuando lo hice, me encontré con un muy divertido Tom, quien ignorando por completo los intentos desesperados de la profesora por hacer que se callara, se seguía riendo. No pude evitar empezar a reír también, aunque no tan escandalosamente como él. Su risa era increíblemente contagiosa. Llegó a un punto en el que dejó de emitir sonidos y se limitó a aplaudir y a golpear la pared. La única risa que se escuchó en ese momento, fue la mía. Verlo reír así me alegró por completo el día. Ayer había sido un día duro para ambos y verlo tan alegre hoy, me levantó el ánimo por completo. Cuando la profesora se percató de que yo también me estaba riendo, y repito, no tanto como Tom, me miró con ojos asesinos.

—Está bien, está bien. Lo siento. —Dije tratando de calmarme. Lo estaba logrando, hasta que vi a Tom detrás de ella, haciendo gestos con las manos. Usaba el dedo índice y medio, para simular personitas. Luego hacía que una de ellas corriera y chocara contra la otra. Después de hacer que sus manos se chocaran y una de las "personitas" saliera volando, se siguió riendo. Yo ya había logrado calmarme, pero verlo hacer algo tan tonto, pero divertido a la vez, hizo que me riera de nuevo.

—Ya basta, ¡Vayan inmediatamente a la oficina del director!

—¿Inmediatamente? —Dijo Tom, aún riéndose. —Vale, pero tú serás responsable si Bill se estrella contra él también, por tratar de ir rápido. —Volvió a reírse tan escandalosamente como hace unos minutos.

Mi alma gemelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora