Capítulo 21: David - Primer Flashback

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Qué día... Por alguna razón, hoy todo me había salido mal. Mi despertador no sonó y se me hizo tarde, intentaron meterse a robar a mi casa (por tercera vez en la semana), me cortaron la luz, me mojó un carro al pasar por un charco y tuve que regresar a cambiarme, a medio camino de ir a donde tenía que ir, me dí cuenta de que había olvidado mis papeles así que volví a mi casa una vez más y, por si no fuera obvio, llegué tarde al trabajo. Nunca fui una persona supersticiosa, es más, mi carrera me había enseñado a no creer en esas cosas, pero el hecho de que hoy sea viernes 13 y todo me haya salido mal era mucha coincidencia.

Desde niño, quise hacer algo para cambiar la realidad de donde vivía. Schricke no era exactamente un lugar con gente muy estable... Al contrario. Todos habían tenido vidas muy difíciles que habían ocasionado que se portaran de una forma que no era "socialmente correcta". Por esta razón, me empecé a interesar en la psicología a muy temprana edad. Claro que en ese entonces no sabía que ese era su nombre o que era una carrera, lo único que sabía era que me interesaba tener la oportunidad de entender a las personas y ayudarlas en lo que fuera necesario. Desde alguna sugerencia respecto a algo, hasta mostrarles un punto de vista diferente al suyo o simplemente explicarles algunas cosas que muchas veces pasaban por alto. Cuando crecí, me enteré que era una carrera y supe desde el inicio que eso quería hacer con mi vida. Ser psicólogo. Más específico, psicólogo infantil, porque mi principal interés eran los niños, ya que, como muchos dicen, "los niños son el futuro del país". Mis padres siempre me apoyaron mucho e impulsaron a ingresar a una buena universidad al sur de Alemania. Trabajaron muy duro al igual que yo para poder pagar las clases y al final todo valió la pena. Lo único malo fue que en cierta forma siento que los decepcioné. Siempre quisieron que me fuera de Schricke y tuviera una mejor vida, supongo que después de graduarme de la universidad pensaron que eso era lo que tenía planeado hacer, pero se equivocaron. Lo primero que hice fue volver a Schricke y conseguir un trabajo como psicólogo ahí.

Mi vocación era ayudar y ¿Qué clase de persona sería si no ayudara a mi gente? ¿A las personas de mi propio barrio? Si iba a ayudar y dedicarle mi tiempo a alguien, ese alguien iba a ser de Schricke, el resto de Alemania podía esperar. Claro que no todo era color de rosas, a veces me tocaba cada paciente... Los niños de Schricke eran totalmente diferentes a los niños que había tratado al hacer prácticas en la universidad. Por ejemplo, mientras los papás del sur de Alemania llevaban a sus hijos a terapia porque se negaban a obedecer, los niños de Schricke necesitaban terapia porque su típica manera de desahogar su frustración era atacando y lastimando a otros niños. Y cuando digo atacando, me refiero literalmente a hacer cosas como sacar una navaja en plena clase e intentar clavársela a su compañero del costado porque el dibujo de éste era más bonito que el suyo. Tuve que replantear varias conclusiones que había sacado y en cierta forma empezar de cero, ya que, como dije antes, los niños de Schricke resultaron ser completamente diferentes a los niños que había tratado antes. Por si fuera poco, esa no fue mi única complicación. Digamos que... Un psicólogo no era bien visto en Schricke. O como lo llamaban sus habitantes, "un tío loco que te preguntaba cosas sobre tu vida". Me costó muchísimo hacer que su forma de vernos cambiara y dejaran de considerarnos como simples cotillas que pretenden saberlo todo. Por suerte, después de muchos ataques por parte ellos y muchos momentos difíciles, lograron cambiar de parecer. Me tomó más tiempo del que esperaba, un par de años más o menos, pero al final lo logré. Poco a poco fueron abriéndose y empezaron a contarme distintas cosas sobre ellos. Primero cosas irrelevantes hasta que terminaron teniéndome confianza. Ese fue, para mí, el mayor logro de mi carrera. Por fin había logrado lo que siempre quise hacer, ayudar a la gente de mi barrio. Tal vez el salario no sea muy alto y tal vez mi oficina no sea la más lujosa, pero eso me daba igual. Yo solo quería ayudar a la gente y para eso solo los necesitaba a ellos, a mí y un buen vínculo entre nosotros. Los lujos y la plata estaban de más.

Mi alma gemelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora