Dulce coincidencia.

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DULCE COINCIDENCIA.

Es difícil ser la nueva, odio ser la nueva, es injusto, porque al entrar todos tienen sus grupitos de amigos y tú solo llegas a estorbar.

Mi nueva escuela aparte daba asco, era de las más rimbombantes del lugar. Llevaba ahí tres días y me habían bastado para darme cuenta de que estaba llena de niñitos de papi y creídos. Aparte los maestros eran unas rocas, eran estrictos a más no poder. Otro inconveniente era el tamaño de los edificios, eran terriblemente gigantes y era muy fácil perderse.

Como decía era la mitad del cuarto día y la campanilla del receso tocó y la terrible clase de biología terminó, todos salieron corriendo con sus cosas y yo… yo me quede recibiendo una lista interminable sobre las cosas que tenía  que leer para estar al corriente. Abominable, simplemente abominable.

– Chica nueva, prepárate para tu novatada – me dijo un chaval alto y fornido mientras caminaba por el pasillo, al mismo tiempo me quito mi mochila.

– Te vas a divertir – sonrió sarcásticamente una rubia con voz chillona. Una asquerosa voz chillona. Toda la bolita que me rodeaba comenzó a reír, todos plásticos y terriblemente perfumados, daban asco.

– ¿Estás lista? – preguntó el fornido que tenía mi mochila, yo levante una ceja, ellos no esperaban esa respuesta de mí.

– Lista – respondí. Definitivamente ellos no esperaban esa respuesta, yo tenía aspecto de una chica vulnerable, lo que no sabían era que tenía mi carácter. Unos rieron y otros hicieron el clásico “Tssss”.

– ¿Estás tan segura? – preguntó el chico brindándome una estúpida sonrisa burlona, luego aventó mi mochila a los brazos de uno de sus amigos.

– ¿Así que así vamos a jugar? – le pregunte desafiante y en ese momento le arrebate sus cosas a la rubia de voz chillante. Ella dio un gritito.

– Dámela – me dijo irritadísima.

– Querida, no es personal, ya sabes esto es un juego – le respondí devolviéndole la misma sonrisa que ella me había dado unos momentos antes. – Bien, hagamos un trato… – estaba llevando muy bien la situación, hasta que un chico de cabello largo negro llegó intentando impresionar.

– Déjenla, o se las verán con migo – dijo mientras intentaba quitarle mi mochila al chico que la tenía.

– Ok, ya déjenla, dijo él fornido – su amigo me dio mi mochila y la rubia me arrebató la suya. La bolita se fue y yo me quede con el chico.

– ¿Estás bien? – me preguntó sonriéndome, él había sido bueno con migo, así que le seguí la corriente.

– Sí, muchas gracias – le respondí. – Oye ¿por qué se fueron despavoridos en cuando llegaste?  – no podía evitar esa pregunta.

– Ah pues porque soy el favorito de la de la directora, la señorita Ágata. – Aparte también soy del equipo de futbol americano – el chico seguía hablando y hablando, yo me percaté de que tenía un bonito perfil, su cabello era largo y bonito, sus ojos eran cafés, un color muy normal, pero en él se veían muy bonitos, como si él transmitiera sentimientos a través de ellos, tenía lentes, unos bonitos y grandes lentes tipo “hipster”.

Aparte me recordaba algo, no sabía qué, pero yo tenía el sentimiento de que ya lo conocía.

One shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora