Pasando la Navidad

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Era 23 de diciembre y la víspera de la Navidad estaba a la vuelta de la esquina y todos en esa gran tienda estaban felices porque el gerente se había visto muy buena gente y les había dado un aguinaldo muy jugoso.

– ¿A dónde irás para pasar la Navidad Mady? – preguntó Alice, la amiga de Madeleine, una joven estudiante de enfermería que trabajaba en esa tienda de ropa para poder solventar sus estudios.
– No sé, seguro iré con mi familia – respondió sonriente, aunque ella sabía bien que eso no sucedería, su familia (muy disfuncional) estaba lejos de ella y estaba consciente de que esa Navidad la pasaría haciendo guardia en el hospital en el que estaba realizando su internado.
– ¡Genial! Si cambias de opinión, estás invitada a pasar la cena con mi familia – sugirió la amable amiga.
– Gracias por la invitación, que amable y linda eres Ali – sonrió la dulce enfermera.
– No hay de que, tú has sido muy buena conmigo… o-o-oye adivina quién te está viendo otra vez – susurró riendo, Madeleine abrió los ojos como platos y volteó disimuladamente para encontrarse con la fugaz y seria mirada de Johan, un chico que había entrado a trabajar a la tienda hacía unos meses y que era más antisocial que un ermitaño.
– Ay no me estaba viendo, sólo fue coincidencia – susurró Mady sonrojada.
– Siempre dices eso – bufó Alice. – Desde que llego te mira así y te gustó… y no quieres hablarle… pero ¡ey está es una oportunidad! pregúntale a donde irá para pasar Navidad. ¡Vamos!
– Ay no, no puedo, me da pena – dijo Mady encontrándose con una mirada de desaprobación de Alice. – Ahh bueno, bueno, lo hago, pero acompáñame.

Ambas fueron a donde el joven, al estar junto a él Madeleine se trabo y solo pudo emitir una tímida sonrisa. Alice entró a la acción.

– Hola Johan, que bueno que ya es navidad ¿no? – preguntó Alice, él solo asintió. – ¿Dónde pasarás la Navidad? 
– No sé – respondió secamente el chico, Mady no sabía qué hacer, solo se refugiaba tras su valiente amiga. 
– Ah bueno es que yo estoy invitando a los chicos a cenar en mi casa, a mi familia le encanta recibir invitados – al chico parecía no importarle. – Por ejemplo Susan, Antonio y Antonella irán – el chico seguía sin importarle. – Ah y también irá Mady – dijo de la nada Alice haciendo que Mady y Johan se sorprendieran, Mady se sorprendió por la mentira de su amiga, pero más por la reacción del chico.
– Eh sí, la familia de Al es muy buena – dijo Mady tímidamente.
– ¿No quieres ir Johan? – preguntó de nuevo Alice.
– Parece una buena opción, pero no sé dónde vives… si me das…
– Aquí la tienes, Mady hizo el favor de escribírtela – dijo Alicia sacando un papelito. – Si no sabes cómo llegar, Mady te puede llevar… oh lo que dije rimó – dijo chistosamente Alice.
– Bueno lo pensaré – concluyó el chico con una pequeña sonrisa. Madeleine se derretía cada que veía esa sonrisa. – Por cualquier cosa denme sus teléfonos y yo les doy el mío – y así lo hicieron.
– Bueno, esperamos verte ahí – concluyó Alice y Mady sonrió.
– Bien jóvenes acérquense – gritó el gerente de la gran tienda. – Vayan a sus casa y pasen una feliz Noche buena y una grata Navidad… tómense toda la semana y regresen felices. ¡Feliz Navidad jo jo jo! – concluyó el gerente.
– Feliz Navidad para usted – dijeron muchos.

Ya todos se iban y de pronto Johan se acercó para despedirse de las chicas. Madeleine por poco y se muere ahí.

– Me debes un favor – dijo Alice cuando ya estaban solas. – Hasta el teléfono te conseguí.
– Sí que te lo debo, pero el problema es que no creo poder pasar la Noche buena contigo.
– ¿Pretendes decepcionar al buen Johan? Tus planes tienen que cambiar queridita… o por lo menos pasa dos horas en mi casa y ya para la mera cena te llevo a tu casa – sugirió Alice.
– Bueno… a ver que hago. Nos vemos – se despidió Mady cuando su amiga se subió al camión.

Esa noche antes de irse al hospital pasó por un Oxxo para comprar alguna chuchería para el camino y se encontró al mismísimo Johan, se sonrojó, pero se atrevió a hablarle, en la tarde había sido muy cortés, no sabía porque le daba tanta pena.

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