Trato

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Nuevamente avisar que los diálogos en cursiva representan el idioma Griego


El tic tac del reloj junto al deslizar de su pluma sobre el papel, firmando proyectos y otorgando presupuestos a líneas de investigación que podían traer más prestigio a tan emblemática facultad, eran los únicos sonidos que hacían sombra al latir de su corazón, tranquilo y acompasado.

De pronto, sus ojos oscuros se elevaron mientras su rostro se tornaba una pequeña mueca de desconcierto, juraría que había sentido la pequeña corriente helada que anticipaba la llegada de uno de los suyos. Sacudió levemente la cabeza intentando expulsar sus propios fantasmas cuando el olor inconfundible de las rosas embargó cada uno de sus sentidos, dibujando en su rostro una sonrisa mientras pasaba la mano por sus inmaculados cabellos y buscaba con la mirada al único ser en el universo entero que desprendía semejante aroma.

La hermosa mujer, como una aparición ante él, le devolvió la mirada desde unos profundos ojos color caramelo mas su rostro no mostraba la misma alegría que podía sentir él ante la diosa del amor, más bien era una mueca de alarma, si Afrodita había acudido a él solo podía significar problemas.

-Abby, no esperaba tu visita... ¿Cuánto tiempo ha pasado? ¿Veinte años?

-No he venido aquí para que me recrimines mis pocas visitas Markus, siento que algo horrible está a punto de pasar... Hades está cerca, no había estado tan cerca nunca

El decano suspiró fatigado, sin duda Afrodita se había apegado a la muchacha a la que llamaba hija y veía fantasmas donde no los había... Iba a recriminarle que volviese a sus quehaceres cuando, como una corriente eléctrica, un escalofrío recorrió su espalda dibujando en sus ojos la alarma. Ambos se miraron sabiendo que habían sentido exactamente lo mismo, Hades estaba cerca, puede que incluso dentro de la misma facultad, si no actuaban con prisa todo el trabajo que llevaban a sus espaldas caería en el olvido.

-Ares... ¿Dónde está Lexa Woods? ¿Dónde está Alessandro?

-No lo sé, en su despacho espero...

-¿Esperas? Se supone que lo estabas vigilando, que velabas por él... Hades ha venido a buscarlo y esta vez no se irá sin destruir su alma

No había necesidad de decir más, ambos dioses sabían que era prioridad encontrar a Alessandro y ponerlo a salvo. El bastón con el que el señor Kane solía ayudarse a caminar quedó tirado en un rincón, ya no era necesario seguir fingiendo. Salió del despacho demasiado deprisa, seguido de cerca por Afrodita, rogando no haber sido tan estúpido, había dejado entrar en sus dominios al dios de los infiernos sin inmutarse...

No se anunció, no hizo falta, entró como un huracán en el despacho de aquella muchacha con alma de soldado a la que quería como si de su propia hija se tratara, llevaba a Alessandro en su interior y el dios de la guerra siempre había sentido fascinación por el joven soldado y su valor. Un gemido ahogado escapó de su garganta al descubrir que el despacho estaba vacío, ni siquiera se inmutó cuando sintió los brazos de Afrodita rodeándolo, sus ojos barrieron la estancia buscando cualquier cosa fuera de lugar, posándose en el acto sobre el papel que había encima de la mesa impoluta de su protegida.

Afrodita entró en la estancia, también atraída por el mismo trozo de papel, acariciándolo con el horror reflejado en sus rasgos al reconocer la magia del dios en esas marcas escritas... Una ubicación, la biblioteca.

-Es una trampa, va directa a una trampa

-Corre...

En un suspiro, ambos desaparecieron con un único objetivo en mente, la biblioteca, apareciendo al instante fuera de la misma justo para llegar a escuchar el desgarrador grito de Alessandro, cargado de un dolor más profundo que la muerte...Ambos se miraron con el horror grabado en sus ojos y la angustia aferrada a sus inmortales almas... Habían llegado tarde...

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