Mil Vidas

Fantasma

Bebía de su cerveza con una sonrisa en el rostro. Lexa había desaparecido tras ese escenario una vez finalizado el concierto pero sabía que no tardaría en aparecer, que no desaprovecharía la oportunidad de estar juntas un poco más de tiempo.

Tiempo, esa palabra sonaba efímera en su mente sin comprender por qué, al fin y al cabo desde que Lexa Woods apareció en su vida ese concepto era bastante relativo, a su lado transcurría demasiado deprisa y su interior le gritaba que la había esperado durante demasiado.

Le costaba pensar que solo hacía una semana que la conocía, interiormente sentía que no era cierto, la conexión que tenía con ella era tan fuerte y profunda que, de creer en la posibilidad de la reencarnación, no habría dudado un momento al pensar que la conocía de otra vida.

Sonreía, la cerveza iba haciendo efecto en su mente obligándola a pensar tonterías. A su alrededor sonaba música completamente distinta a la que ella acostumbraba a bailar y, aun así, su cuerpo se movía al compas de las notas, riendo con Ontari que le devolvía la sonrisa, mirando a Raven y Octavia besarse cada vez que podían, perdidas en sus propios sentimientos y ajenas al mundo que las rodeaba. Había dejado de sentirse fuera de lugar, solo esperaba ver aparecer a la castaña dueña de sus sentidos cuando una voz familiar la sacó de sus ensoñaciones, una voz que no esperaba escuchar y que, sin pretenderlo, traía a su mente recuerdos de una época en la que creyó, firmemente, que había dado con la persona correcta para acompañarla en su viaje por la vida. Se equivocaba...

-Clarke... de todas las personas del mundo eres la última que esperaba encontrarme aquí ¿Cómo estás?

-Finn... ha pasado mucho tiempo

Ahí estaba, ante ella, altivo y arrogante como siempre aunque al principio de su relación no era capaz de verlo, sus ojos oscuros y sus cabellos negros a juego con su cuidada y corta barba le hacían sentir el hombre perfecto y durante mucho tiempo para ella lo fue, una niña estúpida enamorada de la idea del amor.

Quería hacerlo desaparecer, que se marchase de ahí, que no estropease su noche con Lexa, mas el muchacho parecía demasiado feliz de verla, en ese ambiente tan impropio de ella, ni siquiera Ontari con su mirada mortífera que gritaba no te acerques consiguió amedrentarlo, llevaba dos años pensando en Clarke, en cómo había terminado su historia, dos años y volvía a tenerla frente a él, era una casualidad que no pensaba desaprovechar.

-Entonces... ¿Me vas a decir que haces aquí? No es uno de los garitos que frecuentas y recuerdo bien que ni siquiera te gusta este tipo de música

-Simplemente vine a ver el concierto... Y no te debo explicaciones Finn, soy libre y hago con mi vida lo que me viene en gana

La sonrisa del muchacho se ensanchó, quizás envalentonado por el alcohol o demasiado feliz de volver a verla, su risa, apenas audible debido al estruendo de la música y sus ojos fijos en ella provocándole un escalofrío, en el pasado había creído quererlo, ahora que sus emociones estaban completamente obnubiladas por los ojos verdes de Lexa estaba convencida de que jamás sintió más que aprecio por él, lo miró durante unos instantes y creyó ver que no era del todo el mismo de antaño, sus ojos le producían malestar, alarma, la necesidad de que se marchara cuanto antes apremiaba y empezó a temblar.

De pronto, el hormigueo característico que se adueñaba de sus miembros cuando Lexa la tocaba apareció, al notar como alguien agarraba su brazo con suavidad obligándola a girarse para enfrentarse con una mirada cálida, cargada de cariño y dulzura, completamente diferente a la que Finn le ofrecía.

No pudo evitar la sonrisa que nació en su rostro al verla, luminosa, plena. Durante un momento se olvidó de su ex novio plantado ante ellas, se olvidó del malestar que este le producía y se centró en los labios de Lexa que, sin pedir autorización creyendo no necesitarla, se unieron a los suyos regalándole un profundo beso.