Historias

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El fin de semana pasó demasiado lento y, por mucho que intentó centrarse en sus estudios no podía hacerlo, no con ella en mente, no cuando cada cinco segundos le asaltaban recuerdos de sus ojos esmeralda mirándola, de su sonrisa, de su voz...

No podía sacar de sus pensamientos las reacciones de su cuerpo ante su cercanía, el hormigueo en sus extremidades, el escalofrío que recorrió su alma entera cuando pudo tocar su brazo nada más que un instante...

Tiró frustrada el bolígrafo contra la mesa, mirando su teléfono sin dejar de pensar en ella, en Lexa, en por qué no le había dado su número ya que así no podía llamarla, no podía escucharla y tenía que esperar al maldito lunes para ir a buscarla a la facultad donde estudiaba, el único lugar de referencia que le había dado... ¿Iría a buscarla? Solo pensar en no ir le dolía y ya estaba cansada de luchar consigo misma sobre lo absurdo que sonaba ese pensamiento en su mente. De alguna manera la enigmática Lexa Woods se había colada en ella y su corto paso por su vida, apenas unos minutos en una noche de fiesta, lo había puesto todo patas arriba, necesitaba volver a verla.

Eterno, largo como un verano sin sombra, fue pasando el tiempo y en las prácticas del lunes solo quería salir corriendo ya que no estaba muy lejos de la facultad de historia.

Cuando por fin quedo libre y terminó su jornada, escribió un mensaje escueto a su madre diciéndole que no la esperase a comer, que tenía asuntos pendientes, mientras sus pasos la guiaban hacia ese edificio donde Lexa le dijo que podía encontrarla. No recordaba exactamente que aula era pero no le importó, una persona como Lexa Woods no pasaría desapercibida en ese lugar y estaba segura de que podría encontrarla, o al menos eso creía hasta que entró en el edificio y, sin poder evitarlo, se perdió entre pasillos y recovecos, entre estudiantes que no le prestaban la más mínima atención, sintiéndose idiota en el acto.

Se había perdido, pero no pensaba darse por vencida, siguió andando buscando con la mirada esa melena castaña tan característica cuando tropezó por accidento con un hombre, seguramente un profesor, que se la quedó mirando con gesto inquisitivo. Balbuceando una disculpa mientras su rostro enrojecía, el hombre le regaló una sonrisa cortándola en el acto y tomando la palabra.

-¿Se ha perdido señorita? No recuerdo haberla visto antes por aquí. Soy el señor Kane, decano de la facultad y si puedo ayudarla lo haré encantado

-Disculpe señor Kane, yo soy Clarke Griffin y tiene razón no estudio aquí estoy buscando a alguien

-¿Griffin? ¿Eres la hija de Abbigail Griffin?

-Sí, soy yo ¿Conoce a mi madre?

-Hace muchos años que la conozco, aunque a ti no te veía desde que eras una niña, no debes acordarte de mi... ¿A quién buscas Clarke?

-Oh, a una estudiante, debe ser de máster o doctorado ya que es mayor para estar simplemente estudiando la carrera, me dijo su aula pero no la recuerdo.

-Bueno, tenemos pocos alumnos con esas características ¿Sabes su nombre?

-Lexa Woods

Con semblante confuso, Clarke tuvo que esperar algunos minutos que le parecieron demasiados mientras el señor Kane no podía parar de reír. Finalmente el decano se limpió una ligera lágrima mirándola con cariño.

-La doctora Woods estará seguramente en su despacho corrigiendo exámenes, ven conmigo, te acompañaré ya que encontrar algo en esta facultad es un poco complicado cuando no la conoces

Doctora, su rostro se cubrió de rubor, estaba convencida de que Lexa era una alumna y resultaba ser una doctora que impartía docencia en esa facultad pero ¿Cómo? Era demasiado joven. El señor Kane, como adivinando sus pensamientos, la puso al corriente del extraño hallazgo que era Lexa Woods, de cómo había accedido a la universidad mucho antes de lo normal debido a sus amplios conocimientos y como en poco tiempo empezó a destacar, saltándose cursos por lo que, a pesar de su juventud, tenía titulación de sobra a sus espaldas y grandes investigadores se basaban en sus trabajos, extensos y maravillosamente detallados.

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