Vida Plena

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Corría, le faltaba el aliento, fatigada y con su maletín bajo el brazo. Su moto había decidido que necesitaba irse al mecánico en el peor de los momentos, su reunión para conseguir patrocinadores a un nuevo proyecto se había alargado más de la cuenta y llegaba tarde, demasiado tarde... Clarke no iba a perdonarla fácilmente.

Entró en la facultad de medicina resbalando a la vez que frenaba en seco, intentando ubicarse en ese ambiente completamente distinto al suyo propio. Desesperada como estaba, paró al primer estudiante perdido por el vestíbulo y pregunto con urgencia la dirección que debía tomar para encaminarse al salón de actos donde la ceremonia ya había empezado al menos hacía unos minutos, llegaba tarde, muy tarde...

El estudiante se la quedó mirando con una sonrisa de medio lado que delataba su comprensión y rápidamente le indicó el camino, no terminó de hablar antes de ver desaparecer a aquella castaña despistada como un rayo mientras negaba con su cabeza y empezaba a reír.

Aunque le faltaba el aliento, corrió con toda su alma en dirección a esa sala donde su Clarke por fin estaría recibiendo el título que tanto le había costado conseguir, horas y horas de duro esfuerzo, estudio y trabajo para, por fin, conseguir el renombre que sus calificaciones le otorgaban al recoger el titulo de todo su trabajo y toda su determinación.

Entró en el salón como un huracán, su rostro teñido de escarlata, sus cabellos revueltos y el aliento cortado debido al esfuerzo. Con una mano sujetaba la puerta y con la otra su pecho, intentando serenarse sin apenas inmutarse de las risas y el revuelo que había causado en el interior del salón.

Cuando por fin pudo alzar la vista sus ojos esmeralda se encontraron con la luminosa sonrisa de su Clarke, mirándola desde el estrado donde estaba a punto de empezar a dar su discurso de despedida a esa nueva promoción de médicos que se licenciaban.

La rubia la observaba con sus ojos azules teñidos de risueño reproche por su tardanza y una enorme sonrisa que desvelaba la inmensa alegría que sentía al verla, ya pensando que no llegaría a tiempo.

Le regaló una sonrisa que encerraba una sincera disculpa mientras, a trompicones, se dirigía al asiento que Abby le tenía reservado junto a ella. Cuando por fin se sentó, la madre de Clarke le obsequió un ligero puñetazo sobre el hombro en represalia por su tardanza y, acto seguido, las dos callaron dispuestas a escuchar, emocionadas, como Clarke despedía a su generación. En las miradas de ambas se leía el orgullo desmedido que sentían por la rubia en esos instantes, orgullo de una madre que ve a su pequeña realizarse como persona y de una mujer que esta ante el amor de su vida, completamente feliz de verla triunfar y saborear uno a uno sus logros.

Tras el emotivo discurso que sacó más de una lágrima y la entrega de diplomas, las felicitaciones a volaban por doquier y en medio del caos pudo escabullirse para agarrar a Clarke por la cintura, clavando en sus pupilas claras el lverde más intenso y, con una sonrisa, unir sus labios en un profundo beso que encerraba demasiadas cosas, demasiadas palabras que no podían ser pronunciadas, demasiados sueños que aun quedaban por cumplir.

Cuando finalmente se cortó el dulce contacto, unió sus frentes a la vez que dejaba escapar un suspiro de entre sus labios, abrazadas como si el mundo hubiese dejado de existir, unidas como debían haber estado toda la vida, un bache menos que combatir, una nueva meta ya alcanzada y toda una vida por delante para saborear el placer de amanecer juntas, de acostarse y que sus ojos fuese lo último que vieran antes de dormir... una vida plena para ser felices.

-Lo lograste doctora Griffin

-Y tú llegaste tarde doctora Woods ¿Demasiado ocupada en tus textos griegos?

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