Dualidad

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Nuevamente los diálogos en cursiva representan que los personajes hablan en griego clásico


El característico rugido del motor de la Harley Davidson que Lexa conducía resonó en la oscuridad, acelerando su corazón y provocando que toda su alma temblase de expectación.

Solo diez minutos habían pasado desde su apresurada llamada de madrugada a Alessandro, el tiempo suficiente para cubrirse con ropa de abrigo y salir precipitadamente de aquella casa que fue su hogar durante veinticinco años buscando un reencuentro que se había hecho esperar.

Su piel erizada, recuerdos nuevos que golpeaban su mente, demasiados recuerdos, demasiado precipitados, por muchos años que pasaran jamás se acostumbraría al despertar, era confuso sentir la dualidad de almas que la componían, Lyana viviendo en ella pero también Clarke, también sus emociones sus miedos, una mezcla explosiva de la que sobresalía un único pensamiento coherente y enfermizo, ver a Alessandro, unirse a su amor una vida más y luchar por mantener su historia, por amarse intensamente aprovechando cada segundo que esa nueva realidad les regalaba.

Un escalofrío recorrió su espalda, una sonrisa imperecedera adornaba su rostro mientras retorcía las mangas de su abrigo impaciente, diez minutos después de toda una vida parecía poco mas pasaron tan lentos que se clavaron en ella como puñaladas. Visiones de sus vidas pasadas atormentaban su mente desquiciándola, tormento que no podía paliar, ver una y otra vez en sus recuerdos más profundos la muerte de su amor, el sentimiento desgarrador de perderlo, de esperar por él una vida más, la necesidad de abrazarlo crecía en su vientre, o abrazarla ya que había vuelto como mujer, detalle que pinchaba su mente de vez en cuando pero al que no dio más importancia, confiaba en Afrodita, siempre lo había hecho y la diosa tendría sus motivos para tan radical cambio.

Una eternidad congelada frente a la puerta de su casa fue lo que le pareció hasta que la moto de Lexa frenó con demasiada brusquedad ante ella, mientras la castaña descendía de un salto tirando el casco con urgencia y clavando en sus ojos aguamarina los orbes verdes cargados de una pasión arrolladora.

A grandes zancadas rompió la leve distancia que había entre ellas, atrapando con furia los labios de su amada, demasiado atrapada en la urgencia y la necesidad de sentirla, después de tanto esfuerzo por fin su Lyana había despertado a la verdad.

Un beso eterno, robado de madrugada, con sabor a sal debido a las lágrimas que caían incesantes por las mejillas de su rubia, lagrimas que marcaban su inmensa alegría gritando desde su alma que por fin estaba completa.

Los pulmones ardieron de necesidad, obligándoles a cortar un contacto demasiado tiempo esperado mientras Lexa apoyaba su frente en la de Clarke, dejando escapar un suspiro y una sonrisa dulce, embriagada como estaba de la esencia de Lyana ante ella.

Las palabras, rasgadas y cargadas de vida en un idioma para el mundo olvidado, escaparon de sus labios con alivio, constatando la certeza de que su amor por fin podía ser consumado en una nueva vida.

-Has despertado, por fin lo entiendes amor

-He despertado y ahora solo deseo ir a casa contigo Alessandro

Un nuevo beso, efímero y dulce, seguido de una leve carcajada que dos amantes comparten bajo el oscuro cielo de madrugada, Sintiendo su corazón desbocado, Lexa sujetó la mano de su Clarke con fuerza, llevándola en silencio hacia la moto donde rápidamente puso rumbo a su pequeño apartamento, el mismo que hacía unas horas había sido testigo de la entrega completa y, seguramente, desencadenante del despertar de su amor.

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