Capítulo 19: Lágrimas

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La oscuridad seguía reinando, las sombras de los árboles lograban oscurecer aun más el lugar.  Cada cierto tiempo una brisa movía cada una de las hojas de estos, provocando más de un escalofrío en quienes estaban dentro del bosque aquella noche. No era una noche normal, por supuesto, había un muerto ahí observado por tres pares de ojos consternados. Nunca pensaron que algo así podría suceder en Hogwarts, nunca.

Harry recién ahí comprendió lo que Hermione le decía. No era lo que esperaba, Sirius podía ir preso por asesinato, desde mucho antes de lo que debió haber sido. Además, obviamente sería culpable y no podría mantener su mente dentro de Azkaban como para escapar. Había echado a perder todo sólo por comentar algo. Si bien había salvado a James y Lily, Sirius se vería obligado a ser encarcelado por su culpa.

Este último estaba encerrado en su propia mente desde ese momento. No dejaba de repasar una y otra vez aquella escena aterradora en que vio ir hacia él la maldición asesina. No dejaba de pensar en la cara de satisfacción jamás antes vista en el rostro de Peter. También veía en su mente lo que había imaginado en esa fracción de segundo, había visto a James y Lily muertos en alguna casa, con un bebé llorando en su cuna.

Se había lanzado hacia el lado. No, él no se había lanzado hacia allá. Algo le había protegido y no podía averiguar qué. Fue como un impulso, tal vez su propia reacción al peligro, pero en sólo una pequeña fracción de tiempo se había librado de la muerte. Se había levantado enojado, había descubierto la traición que jamás pensó descubrir. Señaló con su varita a Peter de inmediato, a la vez que éste le había vuelto a apuntar.

—No fuiste rápido después de todo, Peter —logró decir Sirius aún en su impresión—. ¡No dejaré que…!

—No sé qué tan cierto es lo que ese idiota dice —dijo Peter seriamente—, pero no dudaré en entregar o asesinar a cualquiera que pudiera ponerme en peligro. Yo no soy como tú: yo soy primero.

—¡Eres un desgraciado, Pettigrew!

—¿Sólo por cuidar de mí? —inquirió el animago alzando una ceja—. ¿No puedes aceptar que alguien piense distinto a ti? ¡Tú piensas en los demás, hasta en las personas que no conoces! ¡Yo he de cuidar a mi madre, a mi familia y a mí! ¡Eso es lo que me importa!

—¡Somos tus amigos!

—¿Amigos, Sirius? Sólo somos compañeros de colegio, de curso, ¡de cuarto! —se jactó Pettigrew—, pero en la final todos tenemos intereses propios. Todos tenemos prioridades en la vida y no dudaré en entregar a quien sea si así me lo piden. Yo cuido a los míos, tú cuida a los tuyos. Así es la cosa. Así es la vida. Madura, Sirius.

Sirius respiró fuertemente intentando tragarse todo lo que había escuchado ese día. Si era un sueño, quería despertar ya. ¿Cómo era eso? ¿Peter mortífago? ¿Harry, Ron y Hermione venían del futuro? No. Qué idiota. Sólo era un sueño. Sin embargo, aún en ese sueño sentía un dolor gigante en el brazo izquierdo producto de la caída que tuvo al alejarse de la maldición asesina. Sangraba y ardía. Quizás no era un sueño después de todo, no si dolía con tanta intensidad.

—Ahora, Black, creo que debo hacerlo algo más rápido —murmuró Peter meditativo—. ¡Avada…!

“James y Lily morirán si yo muero”, pensó Sirius mientras Peter comenzaba a pronunciar una vez más aquella maldición asesina.

—¡Avada kedavra! —soltó Sirius tras aquel pensamiento. Fue rápido y no muy bien meditado, pero quería proteger ante todo a sus amigos, aún si iba a Azkaban.

Vio un destello verde salir de los ojos de su amigo, le vio caer como si de un muñeco se tratara y vio, por último, cómo se borraba la luz de sus ojos. Retrocedió asustado por lo que había hecho, nunca se había creído capaz de cometer algo como eso, pero ahí estaba el resultado: había asesinado a un amigo. No, quizás ya no era su amigo. Odiaba la deslealtad y la traición. Todo había sido por James y Lily; por James, su hermano.

Viaje al pasado... ¿Será correcto?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora