En aquel tiempo todo había cambiado. Era el año 1997, Septiembre, y el otoño poco a poco comenzaba a acercarse. Los estudiantes de Hogwarts ya estaban en el castillo, muchos de ellos dormidos en sus habitaciones, sin saber las cosas horribles que sucedían en ese momento en el mundo mágico. No sabían si en ese momento algún Mortifago irrumpía en su casa, donde dormían sus familiares. No sabían si al día siguiente algún profesor se les acercaría para informarle alguna cosa que no querían escuchar, como la muerte de un ser querido.
Lord Voldemort estaba nuevamente al acecho, y muchos tenían miedo, en especial aquellos que estaban en la primera guerra. Sabían lo poderoso que era El que no debe ser nombrado. Sabían cuántas muertes era capaz de cometer aquel mago oscuro con tal de conseguir lo que quería. Eran muertes incontables. En ese momento, en esos meses, en las portadas del Diario El profeta cada vez se hacía más común ver el anuncio de una nueva muerte a causa de los Mortifagos.
Fudge había renunciado. No podía hacer otra cosa luego de que, en su gobierno, pasaran tantas cosas y desconfiara de la veracidad de las palabras de Harry Potter, el niño que vivió, y de Dumbledore, uno de los hombres más poderosos del siglo XX. Y es que él no podía soportar ver a Dumbledore, no cuando éste había rechazado el puesto que Fudge siempre había soñado. Desde luego, había insultado a Fudge, a quien eligieron como segunda opción.
En aquella habitación, el joven de la cicatriz se revolvía fuertemente en su cama, decía cosas entre sueños, hablaba con alguien. Ron le observaba desde su cama con preocupación. No era la primera vez que Harry tenía ese tipo de convulsiones. Se acercó lentamente y lo movió de forma brusca, para que se despertara de una vez por todas. Bien sabía Ron que el chico no se despertaba así como así, no cuando su sueño era tan real, como para lograr mover su cuerpo.
Cuando abrió los ojos, se colocó sus lentes, mirando a Ron con transpiración en algunas zonas del cuerpo. Su respiración era entrecortada y rápida, pero su mente trataba de recordar el sueño. Siempre tenía el mismo sueño, pero jamás recordaba sobre qué trataba, sólo despertaba con la sensación de tener que buscar algo importante en algún lugar, un lugar que él conocía.
Volvieron a dormir, aunque Harry no inmediatamente. Recordaba, también, que Sirius le decía algo, que soñaba con él, con su difunto padrino. Él le daba indicaciones, pero no podía recordar las palabras que salían de su boca. También recordaba a su padre hablándole, sobre algo importante. Lo único que recordaba, era un número, el que Lily le mencionaba: 2757.
Al día siguiente, después de clases, llegaron a la sala común a descansar. Harry estaba meditativo, pensando en su sueño. Es que había algo que le decía que ese sueño era más real de lo que creía. Sabía que hace unos años había pasado algo similar, y terminó con la muerte de Sirius Black, pero esta vez necesitaba averiguar lo que soñaba. Era algo vital. Era algo tan importante como el matar a Voldemort, pero no recordaba nada más que ese número.
Hermione le miraba desde su puesto, dejando el libro a su lado. Hace varios días que notaba a Harry algo distante. Sabía que su amigo tenía algo que pensar, y ella podría ayudarle, si tan sólo le dijera cuál era su duda. Había esperado todo ese tiempo, que Harry le contara su problema, que confiara en ella, pero eso no había sucedido y ella no estaba dispuesta a dejar de ayudarle.
—Harry, ¿qué sucede? — preguntó al fin, observándole detenidamente.
—Nada —negó con la cabeza, sonriendo un poco—. Es sólo cansancio. Tengo algo de sueño.
—¿Por los sueños? —preguntó Hermione. Ron alzó la vista, haciéndole gestos con los ojos, abriéndolos y cerrándolos repetidas veces—. Ron me ha dicho que estos días has soñado seguido, que hablas entre sueños.
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Viaje al pasado... ¿Será correcto?
FanfictieHarry ha tenido muchos sueños en donde le dan una ubicación. Encuentra lo que le piden que busque y ve que es un hechizo para viajar al pasado. Muchas cosas se pueden cambiar y él lo intentará cueste lo que cueste. Una vez ahí, ¿se atreverá a contar...