Capítulo 12: Bosque prohibido

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Dos semanas habían pasado desde aquel enfrentamiento, dos semanas en que muchos alumnos comenzaban a estar totalmente de acuerdo con la medida tomada por el colegio, ya que los ataques a aquel pueblo eran prácticamente todos los días. Muchos sentían miedo, otros alumnos habían sido retirados del colegio al ver cómo avanzaba Voldemort en su búsqueda de poder.

En parte, Harry sentía que estaba ocurriendo lo mismo que en su época cuando se enteraron del regreso de Voldemort. A veces leía el Profeta y veía atroces crímenes, como familias completas asesinadas en sus casas, leía las desapariciones y escuchaba los llantos de algunos alumnos por sufrir la pérdida de alguien cercano; no era algo aislado, era bastante común escuchar algo así en la semana.

Los Merodeadores parecían incómodos por las noches a medida que se acercaba la luna llena, pero esa tarde estaban totalmente nerviosos. Sirius cada cierto tiempo lanzaba cosas como  “¡Verdad que hoy debemos ir a detención!”, como cada vez  en que se acercaba la luna, así intentaba lograr que Harry y Ron no se enteraran de la licantropía de Remus. Ambos fingían creerles, como era obvio.

Aquella tarde, Remus estaba más preocupado de lo normal. Suspiraba cada cierto tiempo y se acercaba a charlar con Hermione en un intento de poder relajarse. Ella obviamente que intentaba hacerlo sentir mejor, sabía el porqué de su preocupación, por lo que le hacía reír con alguna que otra ocurrencia.

—Debería hacer mi tarea de mañana —murmuró Remus sentado en los sillones junto a Hermione. Ambos dejaron su libro al lado—. Ya terminé este libro, sólo lo estoy releyendo.

—Igual deberías ya haberla hecho —le regañó la castaña, provocando la risa en el licántropo, quien la miró directamente a los ojos y sólo desvió la mirada cuando escuchó risas provenientes de las escaleras.

—Vienen los chicos —dijo éste mientras se recostaba contra el respaldar del sillón—. Ellos son los culpables de que no hiciera la tarea, así que no andes de reprochadora.

Hermione rió mientras Ron llegaba a escena, sentándose entre ambos jóvenes y rompiendo el momento en el que se encontraban. Además, éste pidió a Harry que se sentara a su lado, entre Remus y él, comenzando a correrse poco a poco y obligando a Hermione a hacerlo también. Sin embargo, ninguno se percató de las intenciones, sólo pensaron que era un distraído o bastante inoportuno.

—Deberíamos ir a dormir ya —murmuró el pelirrojo fingiendo un bostezo.

Por la noche, Harry y Ron estaban acostados en la oscuridad, solamente una tenue luz blanca, proveniente de la luna llena, alumbraba el dormitorio. Los Merodeadores no estaban en sus camas, como era obvio. Y Harry no podía dormir. Se giraba una y otra vez en la cama mientras en su mente pasaba la idea de ver a su padre como animago, era una ferviente curiosidad el que lo invadía.

Se sentó en la cama y buscó sus lentes en la cómoda. Se vistió con ropa más o menos abrigadora para aquel invierno y se acercó a su mejor amigo para constatar que éste dormía plácidamente, luego caminó hasta la salida de la habitación procurando no hacer mucho ruido al caminar. Le molestó bastante el rechinido que las escaleras soltaban con cada paso que daba el bajarlas.

Salió del castillo tan fácilmente como cuando salió de la Sala Común. No se había topado ni con Filch ni con su molesta gata. Su caminar era parsimonioso mientras sentía un escalofrío recorrer su nuca. Escondió sus manos en los bolsillos de su chaqueta mientras ingresaba al Bosque Prohibido, sintiendo cómo todo se oscurecía de un momento a otro; era tan tétrico aquel sitio.

—¿Dónde estarán? —se preguntó mientras se sobresaltaba al escuchar un sonido muy similar al de una rama quebrarse. Rió al notar que se había asustado sólo por sus propias pisadas poco calculadas.

Viaje al pasado... ¿Será correcto?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora