Capítulo 35

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Maratón [4/4]

CAPÍTULO 35

    Mi primera reacción fue gritar. Jughead se había abalanzado sobre Nick. El factor sorpresa estuvo a favor de Jug, quien consiguió darle un fuerte puñetazo a Nick y este acabó en el suelo. La fiesta se convirtió en un caos total, porque a mi alrededor todos se pusieron de pie con gran rapidez. Archie se acercó hacia donde estaba Jughead, así como Betty y Veronica. Intenté aproximarme con la intención de poner fin a todo esto, pues yo misma lo había provocado. Sin embargo, el cuerpo de Chuck me bloqueó, haciendo que me echara hacia atrás y resbalara hasta caer en el suelo. En definitiva, no fue como en las películas. Todo sucedía de forma apresurada, las imágenes pasaban delante de mí a tal velocidad que no me daba tiempo a asimilarlas. Estaba gritando el nombre de Jughead sin resultado alguno. FP se metió en la pelea y consiguió separar a Nick y a su hijo.

    ―Muy bien, la fiesta se ha acabado ―anunció. Nadie se movió de su sitio, algunos asustados y otros excitados por lo que había ocurrido―. ¿A qué esperáis? ¡Marchaos!

    Esta vez todo el mundo obedeció a FP y en seguida el salón se vació. Yo todavía estaba en el suelo, incapaz de reaccionar o levantarme. No me preocupa que Nick me llamara zorra. Me daba igual todo lo que me dijera, solo era un idiota sin vida propia. Lo que en verdad me preocupaba era Jughead. Cheryl apareció a mi lado, me tendió una mano para que me pusiera en pie y así lo hice.

    ―Será mejor que nos vayamos a casa.

    Respondí con una mirada de asco. Ella había ocasionado todo esto. Los destrozos los había causado la bomba, sí, pero era mi hermana quien la había detonado consciente de que nos arrasaría a todos.

    ―Vete tú.

    Me di cuenta que Cheryl estaba dolida y, aunque una parte de mí se sentía mal, la otra no podía evitar pensar que esta noche de infierno había sido su culpa. Mi hermana se rindió y se fue sin decir nada más. Le había perdonado suficientes cosas a Cheryl, probablemente demasiadas, pero no estaba segura de si aceptaría sus disculpas esta vez. Comprendía que se sentía herida porque no le gustara a Veronica, sin embargo eso no le daba vía libre para herir también al resto. Hay cosas que no logramos controlar y el amor es una de ellas; a veces está de tu parte como a veces no, así de simple. Cheryl debía entender que el caos y la venganza no eran la manera correcta de resolver sus problemas.

    Busqué a Jughead con la mirada, pero no había rastro de él en la estancia, así como tampoco veía a FP.

    ―¿Dónde está Jughead? ―pregunté.

    ―Creo que ha salido ―murmuró Betty cabizbaja.

    Me moría de ganas de ir con Jughead para asegurarme de que estaba bien, pero primero di los pasos que me separaban de Betty para darle un abrazo. Se lo merecía después de lo que había soltado Chuck.

    ―No dejes que alguien como Chuck te haga sentirte mal ―susurré aún con mis brazos rodeándola.

    Después me despedí con un leve movimiento de cabeza y salí al porche. Había algunas personas caminando calle abajo para regresar a su casa, mientras que otras se habían quedado paradas para comentar el desastre de la fiesta. Escudriñé el entorno deseando encontrar a Jughead pronto. Me fijé en unas casas más lejos, donde había una silueta familiar. En seguida bajé las escaleras del porche y empecé a correr hacia él. Por lo menos no tenía un ritmo rápido, puesto que me fue fácil alcanzarlo.

    ―¡Juggie! ―exclamé perdiendo el aliento.

    Jughead paró en seco para luego girarse y quedar cara a cara conmigo. Tenía un hilillo de sangre en la mejilla y se me partió el alma. Todo había sido mi culpa, de una forma u otra: por ocultarlo, por insistir en celebrar el cumpleaños de Jug, por dejar que tuviera lugar la pelea. Notaba una sensación odiosa corriendo por mis venas, haciéndose paso por todo mi ser. Pensé en Jason y en cómo había sido engañada. Todo se arremolinaba a mi alrededor y jugaba con mis emociones. Las lágrimas amenazaban con derramarse, lo que provocaba que hubiera un nudo en mi garganta.

    ―Cuéntamelo ―fue lo único que dijo.

    Suspiré. Ya no podía mantenerlo más en secreto. Le confesé lo sucedido en la fiesta de Nick, cómo se había acercado a mí y preguntado por él, utilizando el término "bicho raro". Le conté sobre sus comentarios en el pasillo y cómo me había imaginado que me pudría. Pero sobre todo le expliqué que lo que menos había pretendido era hacerle daño, que yo podía soportar a Nick siempre y cuando él estuviera bien. El pecho de Jughead se movía a un ritmo acelerado, ya que los efectos de la pelea no se habían ido del todo.

    ―Lo siento ―murmuré en bajo―. Lo siento tanto.

    Jughead sacudió la cabeza. Se pellizcó el puente de la nariz con el pulgar y el índice, sus ojos cerrados para ayudarle a calmarse. Alcé una mano con la intención de ponerla sobre su hombro, pero abrió los ojos y se echó hacia atrás. Me quedé boquiabierta.

    ―Ya lo sé, Blaze, yo... ―Le costó escoger las palabras adecuadas―. Sé que querías protegerme.

    ―¿Pero...?

    Tal y como lo decía, tenía que haber un pero. Siempre había uno en estos casos. Tenía el corazón en un puño y deseaba esconderlo para que no se rompiera. Jughead me miró con esos ojos en los que me hundía en el océano tempestuoso de su alma.

    ―Todo esto te está sucediendo por mi culpa, ¿no lo ves?

    Dio otro paso hacia él, sin embargo se volvió a mover hacia atrás. Todo dolía demasiado en aquel momento.

    ―Estás sufriendo esta pesadilla por mí ―continuó―. Y no debería ser así.

    ―Me da igual, Juggie. No me importa nada si puedo estar contigo.

    Frunció el ceño e hizo una mueca. Lo único que necesitaba era abrazarlo, tanto como para arreglar las piezas de mi alma rota como para que él se sintiera mejor. Estaba segura de que ambos necesitábamos la compañía del otro como un imán que atrae al metal

    ―Me importas demasiado como para hacerte pasar por esto ―susurró él―. No soy bueno para ti.

    De nuevo, intenté echarme para delante, en esta ocasión con éxito. Jughead no se movió. Coloqué las palmas de mis manos sobre sus mejillas. Nuestros ojos conectaron como tantas otras veces.

    ―Eres todo lo bueno que hay en mi vida.

    ―¿No lo ves? ―Tanto el contacto visual como el físico se rompieron―. Soy un bicho raro, no encajo y todo eso te está afectando y es lo que menos quiero.

    No pude controlar más mis emociones y permití que las lágrimas cayeran por mi rostro. Era como el agua de un río desbordándose con fuerza. Jughead no se daba cuenta de que me daba igual mientras lo tuviera a él.

    ―Blaze, si te importo lo más mínimo, déjame marchar.

    Y así lo hice. Jughead caminó calle abajo, mezclándose con las sombras de la noche. Las lágrimas nublaban mi vista y juraría que tenía el corazón hecho añicos. Betty me encontró en la carretera, llorando como si no hubiera un mañana. Me eché a sus brazos sin pensarlo y ella me consoló durante horas. Me llevó a su casa, incluso me dejó su cama. Estuvo conmigo sin pedir nada a cambio, me aseguró que todo iría bien a pesar de que ahora solo viera una nube negra sobre mí. Al final caí rendida en su mullida cama, ya con las lágrimas secas pero todavía un corazón roto. Dormí largo y tendido, sin ninguna pesadilla que interrumpiera mi descanso.


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Yyyyy, se acabó el maratón :( lo he dejado en un momento tenso porque soy malvada *risa de villana*

os loveo xx

BLOODLINE ; JUGHEAD JONES [1] ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora