Capítulo 19

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CAPÍTULO 19

    Nada más llegar me topé con Betty, Archie y Fred Andrews, el padre del chico. Estaba tan nerviosa que apenas controlaba mis movimientos. No tenía ni idea de lo que sentía por dentro, si rabia, tristeza, deseo..., pero estaba claro que algo enorme estaba ocupando gran parte de mis emociones y no lo podía controlar. No me hacía falta mirar a Jughead a la cara para saber que él no había matado a Jason. Estaba más que segura y confiaba ciegamente en él. Toda la ayuda que me había dado, todas esas noches de desesperación en las que me había consolado, todas las sonrisas que había conseguido sacarme, no habían sido en vano.

    ―Está ahí. ―Betty señaló la puerta que daba a la sala en la que se encontraba Jughead.

    Me di cuenta entonces de que estaba mojada y temblando. Fuera llovía como si fuera el diluvio universal, pero poco me importaba. Lo único que había pensado cuando había recibido la llamada de Betty era que tenía que venir corriendo, y así lo había hecho. Había venido bajo la tormenta, por lo que probablemente me ganaría un buen catarro.

    ―Blaze, estás empapada ―comentó Betty―. Sería mejor que te pusieras otra ropa...

    ―No. Primero quiero hablar con él.

    Betty asintió no muy convencida. Me dirigí a la sala y posé la mano en el pomo llena de dudas. No era que no estuviera segura acerca de la inocencia de Jughead, sino más bien que no había acabado de entender mis sentimientos hacia él y ahora me encontraba en un torbellino. Respiré hondo y abrí la puerta. Al otro lado me esperaba un Jughead de aspecto triste y enojado. Alzó la vista al percatarse de que entraba alguien y juraría que se le iluminó la mirada al darse cuenta que era yo.

    ―Blaze. ―Su voz sonaba incluso esperanzada.

    Me senté en la otra silla disponible, separada de Jughead por una mesa. Sentía tal opresión en el pecho que me veía incapaz de decir palabra. Él lo notó y su expresión se tornó sombría, como si lo hubiera traicionado. Se me partió el alma en pedazos. Solo quería que estuviera bien.

    ―¿No creerás que soy culpable?

    ―¡Por supuesto que no, Juggie! ―solté, desesperada por que comprendiera que estaba de su parte.

    Puse las manos sobre la mesa para alcanzar las suyas. Al principio lo hice de forma tímida, cuidadosa, pero cuando tomé contacto, las estreché firmemente. Jughead observó nuestras manos unidas durante unas décimas de segundo que se me hicieron eternas.

    ―Estás helada ―señaló―. ¡Y empapada!

    ―Eso no es lo que importa ahora ―repliqué al instante para que no se preocupara por mí―. Te creo, Jug. Sé a ciencia cierta que no fuiste tú. Siento muchísimo que hayamos tenido una discusión tan absurda, porque deberías saber que nunca voy a dejar de confiar en ti.

    Jughead alejó la vista nervioso para luego volverla a posar sobre nuestras manos. Su tacto conseguía reconfortarme como ninguna otra cosa posible y esperaba que el mío surgiera el mismo efecto en él.

    ―Gracias. De verdad, muchas gracias. Te necesito más de lo que pensaba. ―Su tono de voz se fue apagando cada vez más―. Bueno, eso está bien, supongo.

    Comencé a mover mi pulgar suavemente sobre su mano, casi de forma inconsciente. Mi corazón latía deprisa, como en tantos otros momentos en los que había estado con Jughead. La diferencia era que ahora podía identificar este sentimiento.

    ―¿Cómo es que tu padre no ha venido todavía? ―inquirí.

    Si antes había estado intranquilo, en ese momento pasó a estarlo más. Me incliné hacia delante y le di un leve apretón. Era incapaz de soportar que Jughead estuviera afligido o desesperado.

BLOODLINE ; JUGHEAD JONES [1] ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora