BLOODLINE ; JUGHEAD JONES [1] ✅

Capítulo 43

CAPÍTULO 43

    Terminé la conversación telefónica con Jughead y coloqué el móvil sobre mi mesilla. Me senté sobre mi colchón con demasiados pensamientos en la mente y bastantes emociones en el corazón. Jughead me había asegurado que no había ningún problema con Weatherbee, pero yo se lo notaba en la voz. Era inevitable que nos preocupáramos el uno por el otro con tan solo escuchar el tono en el que hablábamos. En el momento en el que había sonado triste, Jug me había bombardeado a preguntas sobre Cheryl y mi estado de ánimo. Era tierno como, después de todo, seguía deseando anteponerme. Yo misma lo hacía con él. En ese instante me moría por abrazarlo y transmitirle buenas vibraciones, aunque precisamente no fuera eso lo que sentía. Sin embargo, aquella noche me quedaría a dormir en Thornhill, más que nada por darle apoyo a Cheryl. Una pequeña parte de mí también necesitaba a mi hermana en estos momentos. Necesitaba notar la calidez de un hogar. Se había hecho tarde mientras Jughead y yo conversábamos, pero aun así escuché ruidos en la planta de abajo. Me extrañé cuando oí unos gritos llamando a Polly. Sin pensármelo dos veces fui hacia el lugar en el que sonaban las voces.

    ―Estoy bien ―insistía Polly en el momento en el que me uní a ella―. ¿Qué pasa?

    Estábamos todos en el recibidor. Polly, Cheryl y yo nos encontrábamos en las escaleras vestidas con nuestros pijamas. La chica Cooper tenía una mano sobre su vientre de forma sobreprotectora. Mis padres observaban la escena desde la zona más baja, cada uno a un lado. Lo que me sorprendió fue la presencia de toda la familia Cooper. Miré a Betty en busca de respuestas, pero ella no reparó en mí.

    ―Estamos aquí para llevarte a casa, Pol ―contestó Betty.

    ―Ella no se irá ―musitó Cheryl a la vez que la agarraba del brazo.

    Justo cuando por fin había una relación cordial entre Cheryl y Polly pretendían llevársela. A ella le había costado tiempo acostumbrarse a la hermana de Betty por considerarla la persona que le había arrebatado a Jason. Parecía haber entrado en razón, pues había dejado de odiarla y guardarle tanto rencor. Incluso no quería que se marchara.

    ―Escogió vivir con nosotros, ¿recuerdas? ―siseó mi madre acercándose a la señora Cooper. Me recordó a cuando Jughead había dicho que los Blossom eran venenosos; en esta ocasión mi madre semejaba una auténtica víbora―. Con una familia mentalmente estable.

    Polly se encogió a mi lado. Entrelacé nuestros brazos como una muestra de apoyo que no surgió demasiado efecto. No sabía qué decir ante este panorama. Estaba al corriente de por qué la mayor de las hermanas Cooper había decidido instalarse en Thornhill, pero también comprendería que quisiera irse a casa con su familia. Lo que habían hecho no era correcto. Sin embargo, Alice se estaba esforzando mucho por recuperar la felicidad para los Cooper. ¿Qué madre no sufriría por su hija? Pensé en mi madre y noté un pinchazo en el estómago.

    ―Sé todo sobre tu familia, Penelope ―contraatacó Alice―. Y sobre el incesto.

    ―¿Qué? ―inquirió Polly―. ¿Qué incesto?

    ―El abuelo de Hal no fue solo asesinado por el abuelo Blossom ―respondió Alice dirigiéndose a mi padre. A mí me echó una mirada rápida y con un toque acusador―. Eran hermanos, lo que le hacía un Blossom, justo como a Hal.

    Ahogué un grito. Me llevé una mano a la boca. Si lo que decían era cierto, los Blossom y los Cooper estábamos emparentados. Es más, éramos la misma familia pero con un apellido falso. Noté mis rodillas temblar por el asombro.

    ―Sí, ¿y qué? ―replicó mi padre como si nada.

    Todo este tiempo habíamos sido la misma familia. Habían jugado con que los Blossom y los Cooper siempre habían estado enfrentados y sinceramente nunca me había molestado en indagar nada más. La verdad era mucho más oscura de lo que me esperaba hasta para mis padres.